Los sellos que Heraclio Fournier imprimió en Vitoria para la ONU: del desarme a la polémica por el apartheid con Namibia

La empresa produjo entre las décadas de 1960 y 1990 millones de sellos en dólares, francos y chelines por encargo del organismo internacional y también fue proveedora de decenas de países de África, América, Asia y OceaníaUna batalla de 1813, un monumento de 1917 y una estimación de 360.000 euros para salvar del deterioro la seña de Vitoria La empresa Heraclio Fournier, con sede en Vitoria, imprimió a lo largo de tres décadas millones y millones de sellos emitidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). De la fábrica del barrio de San Cristóbal, salieron estampas en dólares y centavos estadounidenses, francos y céntimos suizos y chelines y 'Groschen' austriacos, las tres divisas en las que podía emitir este organismo internacional con plena validez legal. Los motivos, esbozados por una gran variedad de diseñadores, fueron también muy variopintos, desde florales y fáunicos hasta conmemorativos de la apertura de sedes de las diferentes instituciones que componen la ONU, pasando por llamadas a la neutralidad atómica y a la cooperación técnica entre países y la celebración de los años internacionales por la infancia o las personas discapacitadas. La empresa de Vitoria, conocida por sus naipes, también imprimió los primeros sellos con la efigie de Francisco Franco en la Guerra Civil y emisiones filatélicas para decenas de países extranjeros. El primer trabajo de Fournier para la ONU empezó a concretarse a finales de 1966, en unas comunicaciones por escrito en las que la empresa tuvo por interlocutor al que a la sazón era jefe adjunto del Servicio de Compras y Transportes de la organización internacional, J. J. McDonald. La correspondencia, junto con una abundante documentación, se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Álava, no muy lejos de donde Fournier tenía su fábrica. Ese primer encargo, que tenía como tema el lema 'Hacia el desarme', consistía en la impresión de 2.600.000 sellos de 5 centavos y 2.400.000 de 11 centavos. “Queremos hacerles ver que los sellos de las Naciones Unidas son la mayoría exclusivamente para colecciones filatélicas y, por tanto, solo serán considerados los trabajos que reúnan una serie de condiciones como una alta calidad de impresión, centrado y fidelidad del dibujo. El impresor para estos sellos que salga elegido debe cuidar de inspeccionar cuidadosamente estos sellos antes de enviarlos, para asegurar que solo se envían sellos de la mejor calidad”, se puede leer en una de las cartas enviadas por McDonald, traducidas todas ellas por la propia empresa. Al año siguiente, la ONU le encargó a la empresa una nueva tirada con el mismo motivo. En este caso, se incluyó una cita —“They shall beat their swords into ploughshares”, que traducida al español dice “Convertirán sus espadas en arados”— procedente de la Biblia, concretamente del libro de Isaías, que pasó así a ser la primera frase bíblica en plasmarse en un sello. Los sellos se empaquetaban de 500 en 500 unidades, se embalaban en cajas revestidas de zinc, se lacraban y se enviaban a la ONU En 1973, Fournier imprimió para la ONU millones de sellos (alrededor de 6.700.000) de 8 y 15 centavos y de 60 céntimos suizos con un diseño del australiano George Hamori que desató una viva polémica. El comisionado para Namibia —que por aquel entonces se conocía significativamente como África del Sudoeste— propuso la emisión de un sello que pusiese el foco sobre la situación que atravesaba el país, sometido pese a las resoluciones de la ONU al dominio de la Sudáfrica del apartheid. Fournier guardaba en sus archivos recortes de prensa sobre la polémica en la que se vio envuelta. Como escribió Robert Alden, reportero de 'The New York Times', el problema con el sello fue “de color”, en todos los sentidos. El diseño de Hamori ponía literalmente el foco sobre el territorio que años más tarde pasaría a conocerse con Namibia, pero para destacarlo se valió de un blanco que delimitaba el territorio y coloreaba

Feb 3, 2025 - 08:32
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Los sellos que Heraclio Fournier imprimió en Vitoria para la ONU: del desarme a la polémica por el apartheid con Namibia

Los sellos que Heraclio Fournier imprimió en Vitoria para la ONU: del desarme a la polémica por el apartheid con Namibia

La empresa produjo entre las décadas de 1960 y 1990 millones de sellos en dólares, francos y chelines por encargo del organismo internacional y también fue proveedora de decenas de países de África, América, Asia y Oceanía

Una batalla de 1813, un monumento de 1917 y una estimación de 360.000 euros para salvar del deterioro la seña de Vitoria

La empresa Heraclio Fournier, con sede en Vitoria, imprimió a lo largo de tres décadas millones y millones de sellos emitidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). De la fábrica del barrio de San Cristóbal, salieron estampas en dólares y centavos estadounidenses, francos y céntimos suizos y chelines y 'Groschen' austriacos, las tres divisas en las que podía emitir este organismo internacional con plena validez legal. Los motivos, esbozados por una gran variedad de diseñadores, fueron también muy variopintos, desde florales y fáunicos hasta conmemorativos de la apertura de sedes de las diferentes instituciones que componen la ONU, pasando por llamadas a la neutralidad atómica y a la cooperación técnica entre países y la celebración de los años internacionales por la infancia o las personas discapacitadas. La empresa de Vitoria, conocida por sus naipes, también imprimió los primeros sellos con la efigie de Francisco Franco en la Guerra Civil y emisiones filatélicas para decenas de países extranjeros.

El primer trabajo de Fournier para la ONU empezó a concretarse a finales de 1966, en unas comunicaciones por escrito en las que la empresa tuvo por interlocutor al que a la sazón era jefe adjunto del Servicio de Compras y Transportes de la organización internacional, J. J. McDonald. La correspondencia, junto con una abundante documentación, se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Álava, no muy lejos de donde Fournier tenía su fábrica. Ese primer encargo, que tenía como tema el lema 'Hacia el desarme', consistía en la impresión de 2.600.000 sellos de 5 centavos y 2.400.000 de 11 centavos. “Queremos hacerles ver que los sellos de las Naciones Unidas son la mayoría exclusivamente para colecciones filatélicas y, por tanto, solo serán considerados los trabajos que reúnan una serie de condiciones como una alta calidad de impresión, centrado y fidelidad del dibujo. El impresor para estos sellos que salga elegido debe cuidar de inspeccionar cuidadosamente estos sellos antes de enviarlos, para asegurar que solo se envían sellos de la mejor calidad”, se puede leer en una de las cartas enviadas por McDonald, traducidas todas ellas por la propia empresa. Al año siguiente, la ONU le encargó a la empresa una nueva tirada con el mismo motivo. En este caso, se incluyó una cita —“They shall beat their swords into ploughshares”, que traducida al español dice “Convertirán sus espadas en arados”— procedente de la Biblia, concretamente del libro de Isaías, que pasó así a ser la primera frase bíblica en plasmarse en un sello.

Los sellos se empaquetaban de 500 en 500 unidades, se embalaban en cajas revestidas de zinc, se lacraban y se enviaban a la ONU

En 1973, Fournier imprimió para la ONU millones de sellos (alrededor de 6.700.000) de 8 y 15 centavos y de 60 céntimos suizos con un diseño del australiano George Hamori que desató una viva polémica. El comisionado para Namibia —que por aquel entonces se conocía significativamente como África del Sudoeste— propuso la emisión de un sello que pusiese el foco sobre la situación que atravesaba el país, sometido pese a las resoluciones de la ONU al dominio de la Sudáfrica del apartheid. Fournier guardaba en sus archivos recortes de prensa sobre la polémica en la que se vio envuelta. Como escribió Robert Alden, reportero de 'The New York Times', el problema con el sello fue “de color”, en todos los sentidos. El diseño de Hamori ponía literalmente el foco sobre el territorio que años más tarde pasaría a conocerse con Namibia, pero para destacarlo se valió de un blanco que delimitaba el territorio y coloreaba las letras del nombre. En el reportaje de Alden, se subraya que el rechazo mostrado hacia el diseño fue amplio entre la comisión dedicada a abordar los problemas de Namibia; según uno de los integrantes, el diseño tenía poco significado, adolecía de falta de imaginación y no simbolizaba ni el papel de las Naciones Unidas ni la lucha de los negros para librarse de la opresión ejercida por los blancos. Se informó a los coleccionistas del problema de inmediato, pero hubo dudas acerca de la forma adecuada de enmendar el fallo.

La imprenta de Heraclio Fournier, con los sellos de Namibia que generaron polémica por resaltar al país en el mapa y su nombre precisamente en blanco

En ese mismo año de 1983, Fournier imprimió otro diseño de Hamori, en este caso para conmemorar la lucha contra el consumo de drogas, en el que una amapola encierra una calavera entre sus pétalos. Como con el diseño de Namibia, fueron 2.500.000 unidades de 8 centavos, 2.100.000 de 15 centavos y otras 2.100.000 de 60 céntimos suizos. Y Fournier volvió a moverse en esos mismos números con un sello conmemorativo del programa de voluntarios de la organización. Diseñados por la suiza Courvoisier, la empresa vitoriana imprimió luego los fotograbados. Una serie de hexágonos encadenados representa el trabajo de la ONU en materias como la justicia, la sanidad, la ciencia y la agricultura.

Entre comienzos de la década de 1960 y los primeros años de la de 1990, Fournier imprimió decenas de diseños de sellos, esbozados por una amplia gama de diseñadores. Además de los ya mencionados, los hay con un mosaico artístico (1969), en conmemoración del desarrollo de la cuenca baja del río Mekong (1970), del Programa Mundial de Alimentos (1971), de la sede de la ONU en Nueva York (1971), contra la proliferación de las armas nucleares (1972), de unos pájaros en pleno vuelo que representan el correo aéreo (1972), por la inauguración de la nueva sede de la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra (1974), por el año de la población mundial (1974), por el derecho del mar (1974), con un mural de la paz del pintor brasileño Candido Portinari (1974), con una paloma de la paz que da cobijo entre sus alas al emblema de la ONU (1974), con la sede central de la ONU (1974), de nuevo por Namibia (1975), en conmemoración de la Federación Internacional de las Asociaciones para las Naciones Unidas (1976), del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (1976), por la inauguración de la sede de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (1977), del Consejo de Seguridad (1977), a favor del uso pacífico de la energía atómica (1977), del correo aéreo, con varias cartas y un avión (1977), honrando a la Organización de Aviación Civil Internacional (1978), a favor de la cooperación técnica entre países en vías de desarrollo (1978), de la Oficina del Coordinador de las Naciones Unidas para el Socorro en Caso de Desastre (1979), por la tolerancia (1979), recalcando la fe en los derechos humanos fundamentales (1979), a favor de la paz mundial y también de la paz, la justicia y la seguridad (1979), con motivo del Año Internacional del Niño (1979) y del Año Internacional de las Personas con Discapacidad (1981), a favor de la protección del medioambiente (1982), con los símbolos de la ONU (1988), en conmemoración del palacio de las Naciones sito en Ginebra (1990), con razón de un congreso contra la corrupción y los crímenes medioambientales (1990) y con motivos florales y fáunicos (1991).

Fase de reproducción fotográfica del sello imprimido en Vitoria coincidiendo con la inauguración en 1974 de la nueva sede de la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra

Un aliado cercano de Fournier a la hora de tratar con la ONU —y figurante recurrente en la correspondencia que se conserva— fue Finbar Kenny, presidente de la exótica Polynesian Develpment Corporation. Intercedió por la empresa vitoriana en varias ocasiones y se erigió en consejero de asuntos diversos. En junio de 1968, escribía una carta dirigida a Vitoria en los siguientes términos (según la traducción al castellano hecha por la propia empresa): “Las Naciones Unidas han estado muy molestas a principios de este año a causa de la aparición en el mercado de las pruebas (en otros colores) de una emisión impresa en Checoslovaquia (inicialmente encargada allí a causa de la presión ejercida por la U.R.S.S.) y también a causa de la aparición en el mercado de grandes cantidades de sellos impresos en otros colores por Waterlow & Sons (como muestras de sellos, y vendidas por Thomas de la Rue, quien había comprado toda la impresión de seguridad de Waterlow)”.

Pero Kenny no se limitaba a comunicar esta preocupación de la ONU por las imitaciones, sino que veía una oportunidad de asegurar “trabajos adicionales” —de los que decía que “aunque no son muy rentables, son una excelente referencia”— y se lanzaba incluso a redactar por su cuenta la carta que Fournier habría de enviar a la ONU. “Nuestras normas de seguridad son absolutamente rígidas en todos los aspectos. Todo el material preliminar incidental a la impresión, y además todo el material de perdido, se destruye automáticamente bajo testigos presenciales, y todos los cilindros se destruyen inmediatamente al acuse de recibo de los sellos entregados”, habría de explicar Fournier según la propuesta de Kenny. “Hemos impreso muchos miles de sellos en estos últimos años y no hay ningún caso en el que sellos fabricados por nosotros hayan sido vistos con errores, falta de color, etc., y desde luego, en ningún caso hemos fabricado sellos sobreimpresos con la palabra 'muestra', 'prueba'. Todo el material no destruido se entrega a las administraciones postales que nos encargan el trabajo. Nuestros procedimientos de seguridad no nos permite ni incluso conservar muestras de los sellos fabricados”, abundaba.

Algunos de los sellos elaborados por Heraclio Fournier para la ONU; en el sentido de las agujas del reloj: el polémico de Namibia, el de la nueva sede de la Organización Internacional del Trabajo, el de Hamori contra el consumo de drogas, el del Año Internacional de las Personas con Discapacidad y uno llamando a la cooperación técnica entre los países en vías de desarrollo

Los sellos que no fueron de Fournier

Pese al volumen de trabajo que Fournier recibió de parte de la ONU con las dos ediciones de sellos del desarme, hubo también diseños incipientes (y fueron muchos) que, tras el concurso, acabaron adjudicados a otras empresas del globo. Así sucedió, por ejemplo, con una idea para honrar al correo aéreo. La cantidad inicial habría alcanzado los 3.000.000. En este caso, las comunicaciones de Fournier por carta fueron con R. V. Elms, director del Servicio de Compras y Transportes y por tanto superior de McDonald. La propuesta presentaba una serie de círculos concéntricos verdes, negros y rosados que se iban cerrando sobre un avión con el emblema de la ONU a la cola. En una carta fechada el 21 de junio de 1967, les agradeció el interés y la propuesta, pero les comunicaba que el encargo lo iba a acometer una empresa finlandesa, la Suomen Pankin Setelipaino. Algo similar ocurrió con una propuesta para unos sellos para conmemorar la labor de la World Weather Watch, la agencia de vigilancia meteorológica. Sumados los sellos de diferentes valores, se preveía la impresión de cerca de cinco millones de unidades.

También se conservan entre los papeles de Fournier los pliegos para el concurso del sello de la Secretaría General de la ONU, de los que se imprimieron igualmente más de cinco millones. La adjudicación fue finalmente a manos de la suiza Hélio Courvoisier. En ese mismo año de 1967, Fournier optó a la impresión de una estampa diseñada por Ole Hamann para subrayar el trabajo de la UNIDO (la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), que se había creado apenas un año antes. Al final, fue la Canadian Bank Note Company la que imprimió los sellos, en los que se ve una fábrica de cuyas chimeneas sale un humo que se convierte en las barras de una gráfica tendente al alza y que señala el crecimiento económico.

Fábrica mundial de sellos en Vitoria

El ingeniero Juan Manuel Cerrato fue director de la oficina central de Correos y Telégrafos de Vitoria y es también coleccionista de sellos. Es miembro de la Real Academia Española de Filatelia e Historia Postal y presidente de la asociación filatélica de Álava. Durante años, ha investigado las emisiones de Fournier, hasta el punto de que conoció hace décadas a Juan Manuel Alfaro, biznieto de Heraclio e hijo de Félix. Ha escrito dos libros sobre la materia. Atiende por teléfono a este periódico.

Explica que Félix Alfaro Fournier y luego Juan Manuel Alfaro cuidaron mucho las emisiones filatélicas. Ellos mismos eran coleccionistas. En España ya no trabajaron más desde la Guerra Civil, pero, gracias a intermediarios, como Kenny, pero también Hassan El-Zeyn, llegaron a nuevos mercados. Y, sobre todo, destaca que técnicamente eran muy buenos. “Tenían una escuela muy buena tanto de grabado como de imprenta. Era una empresa modélica en ese sentido”, apunta Cerrato.

En 1982, un informe de la empresa daba los nombre de los “diseñadores” filatélicos. Eran Carlos Zarceño, Jesús Gargallo, Armando Llanos, Rafael Lafuente, Félix Llamosas, Claudio Aberasturi, Javier Ortiz de Guinea, Antonio Arenaza, Enrique Ortega, José Luis López, Roberto Fernández y también dos mujeres, Dolores Fernández y María Isabel Ibáñez.

También se daba la lista de los países para los que había sido contratado. Eran Argelia, Bangladés, Burundi, Bután, los actuales Catar y Baréin, Costa Rica, Ecuador, Etiopía, Guinea, Haití, Honduras, Irak, Islas Cook (y también Aitutaki y Penrhyn), Islas Vírgenes británicas, Kenia, Kuwait, Líbano, Madagascar, Marruecos (para el que se censuró un desnudo de un cuadro de Velázquez), Mauritania, Nicaragua, Niue, Norfolk, Nueva Zelanda, Omán, Pitcairn, Ruanda, Samoa, San Vicente, Senegal, Singapur, Sri Lanka, Tokelau, Túnez, Venezuela y Zaire (actual República Democrática del Congo). En páginas web especializadas, se mencionan otros países como Bulgaria, Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental. Muchos eran dependencias de la Commonwealth, la mancomunidad de naciones que compartían a la reina Isabel II como jefa del Estado. La colección de emisiones es inmensa. Los hay incluso de Lady Di, por ejemplo.

Sellos confeccionados por Heraclio Fournier para países como Haití, Singapur, Kuwait, Burundi, Senegal y Túnez, entre otros

Cuando Heraclio Fournier cerró su parte de imprenta, los trabajadores se quedaron con los restos de los trabajos filatélicos. Cerrato fue comisionado para analizar ese material, guardado bajo siete llaves en un almacén “céntrico” en Vitoria. Le pidieron una valoración económica. No lo vio entero. Hizo un muestreo. Era el arranque de la década de 1990 y dio la cifra de “120 millones de pesetas”, unos 720.000 euros al cambio de 2002 (sin tener en cuenta la gran inflación de estas décadas).

Cuenta este experto que se intentó que la Diputación preservara ese patrimonio alavés. Adujo no tener presupuesto, ya que estaba poniendo en marcha el nuevo museo de arte contemporáneo, el actual Artium. Finalmente, “una empresa alemana” se llevó aquellos tesoros por unos “200 millones de pesetas” (1,2 de euros). Otros acabaron metidos en la gran estafa filatélica que estalló en España a comiendos del siglo XXI, el caso de Fórum y Afina. “Todavía ahora aparecen algunos en subastas. Este mismo otoño salieron muchos”, indica Cerrato. Y concluye: “Yo vi sellos de todo el mundo. De Marruecos, de la ONU, dibujos originales de los artistas de Fournier que nunca se llegaron a fabricar, ... Es un patrimonio que se ha perdido”.

[Los actuales responsables de Heraclio Fournier, consultados por este periódico, indican que no conservan nada de su producción filatélica ni disponen de información al respecto. De su lado, el museo de naipes de Vitoria (oficialmente Bibat, porque es también el centro dedicado a la arqueología) tampoco tiene los sellos postales emitidos en la ciudad aunque sí algunos otros timbres hechos en Fournier].

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