La trampa arancelaria de Trump y la oportunidad estratégica de México

Trump puede escalar un conflicto comercial con facilidad, pero México tiene la capacidad de cambiar las reglas del juego.

Feb 3, 2025 - 09:04
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La trampa arancelaria de Trump y la oportunidad estratégica de  México

El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2025 marca la reactivación de una estrategia de presión unilateral en materia comercial y migratoria. Su decisión de imponer aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá, junto con un 10% a los productos chinos, no responde a una lógica económica racional. Más bien, se trata de una táctica diseñada para afianzar su narrativa proteccionista y trasladar a México la responsabilidad de la gestión migratoria, un tema central en su campaña de reelección.

El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta un dilema: responder con represalias arancelarias o modificar la ecuación de la negociación. La historia reciente demuestra que una escalada comercial no solo es costosa, sino que refuerza el discurso nacionalista de Trump, dándole más argumentos para endurecer su postura. Sin embargo, México tiene una herramienta de negociación más efectiva: condicionar cualquier cooperación en migración a la eliminación de los aranceles, cambiando así el terreno de la disputa.

El manual de negociación de Trump: la crisis como táctica

Trump no es un ideólogo del comercio internacional, sino un negociador que instrumentaliza

las crisis para obtener concesiones políticas. Su método es predecible:

1. Crear una crisis artificial mediante la imposición de aranceles o sanciones.

2. Forzar a la otra parte a la mesa de negociación bajo términos desfavorables.

3. “Conceder” una solución tras lograr sus objetivos, presentándose como un líder eficaz.

Un ejemplo reciente es el caso de Colombia: al amenazar con aranceles, Trump logró que el gobierno colombiano aceptara la repatriación de nacionales deportados desde EE.UU. y asumiera los costos logísticos de estos traslados. Con México, la meta es aún más ambiciosa: obligarlo a absorber a los migrantes deportados, especialmente aquellos que no pueden ser devueltos a sus países de origen.

El error sería responder con represalias arancelarias que solo prolongarían la crisis y debilitarían la competitividad mexicana. Trump puede escalar un conflicto comercial con facilidad, pero México tiene la capacidad de cambiar las reglas del juego.

La clave no está en el comercio, sino en la migración

Si México se enfrasca en una guerra de tarifas, pierde. Un arancel del 25% afectaría industrias estratégicas como la automotriz y la manufactura, sectores donde México depende del acceso al mercado estadounidense. En cambio, si el gobierno mexicano decide suspender su cooperación en la devolución de migrantes no mexicanos, Estados Unidos enfrentaría una crisis migratoria interna que aumentaría los costos políticos y administrativos para la administración Trump.

Las implicaciones serían inmediatas:

La capacidad de detención y procesamiento de migrantes en EE.UU. se vería desbordada.

Los costos logísticos y humanitarios aumentarían exponencialmente.

La crisis migratoria dejaría de estar contenida en la frontera sur y se expandiría a otras regiones.

Para Trump, la inmigración irregular es tanto un problema administrativo como un pilar de su retórica política. Si México deja de colaborar en la contención de la crisis, la presión recaerá directamente sobre su gobierno.

Una estrategia en tres niveles para México

México tiene margen de maniobra si elige jugar estratégicamente:

1. Suspender la cooperación en deportaciones de no mexicanos. Esto trasladaría el problema migratorio a EE.UU., obligándolo a asumir la carga operativa.

2. Condicionar cualquier acuerdo migratorio a la eliminación de los aranceles. Si Trump desea colaboración, debe ofrecer concesiones en materia comercial.

3. Fortalecer alianzas con Canadá y otros socios comerciales. Una respuesta coordinada con Canadá—que también ha sido blanco de los aranceles—reforzaría la posición negociadora de México. Además, el gobierno mexicano podría recurrir a los mecanismos de resolución de disputas del T-MEC y la OMC para impugnar la legitimidad de estas medidas.

Cambiar la ecuación de poder

Trump utiliza crisis económicas para forzar concesiones políticas. México no debe caer en esa trampa. En lugar de responder con medidas arancelarias que solo alimentarían la narrativa proteccionista estadounidense, debe transformar la crisis migratoria en un problema para la administración Trump.

Si el gobierno mexicano retira su cooperación en migración y condiciona cualquier acuerdo a la eliminación de los aranceles, podrá negociar en condiciones de mayor equidad. México no tiene que aceptar el juego de Trump: tiene el poder de reescribir las reglas.