De aranceles y cosas peores

El Presidente de Estados Unidos cumplió su oferta política y decretó unilateralmente aranceles contra sus dos principales socios comerciales.

Feb 3, 2025 - 09:04
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De aranceles y cosas peores

¿Nos enfrentamos a una encrucijada dicotómica? ¿O nos envolvemos como un todo en la bandera nacional o nos plegamos a las decisiones unilaterales de Donald Trump? Se trata de una falsa encrucijada y lo peor que nos puede pasar como País es quedarnos atrapados en ella.

Para atender la coyuntura -que por cierto corresponde a un cambio de época- sin duda se requiere “cabeza fría”, pero no es suficiente. Hay que adentrarse con profundidad al análisis del contexto y de las condiciones que como nación tenemos para el complejo tránsito que nos espera. Creo no exagerar si digo que estamos frente a uno de los pasajes más críticos de nuestra historia, equiparable a la época de las posguerras mundiales.

Parto de la premisa de que en las actuales condiciones no hay salida posible sin fortaleza nacional y esto supone identidad y además condiciones sociales, políticas, económicas, de infraestructura y Estado de derecho, no solo para mantener el aparato productivo, sino para ofrecer a la niñez y juventud horizontes de un futuro mejor, proporcionándoles educación de calidad, salud y libertad de tránsito, sin lo cual no tendremos lugar en el mundo que ahora atisbamos.

Para quienes pensaban que los dichos de Trump en campaña iban a ser solo eso, se equivocaron. El Presidente de Estados Unidos cumplió su oferta política y decretó unilateralmente aranceles contra sus dos principales socios comerciales, México y Canadá, y de paso incrementó tarifas a China, aunque seguramente por cálculos distintos.

No se trata de una coyuntura política más o de una estrategia de negociación en la que endureciendo el inicio de la partida se busca el mayor beneficio posible para arribar finalmente a un acuerdo.

Estamos ante la materialización del arranque de una nueva época que viene a reemplazar a las políticas neoliberales y a la reconfiguración de la geopolítica internacional derivada de la caída del muro de Berlín en 1989.

Lo que vemos ahora es la ejecución de políticas nacionalistas con tintes imperiales (No estoy recurriendo a una metáfora sino a la descripción de un fenómeno al que no alcanzo aún a caracterizar plenamente). Estamos dejando una economía sin fronteras en donde lo que privaba era la máxima utilidad reduciendo los costos, lo que llevó a los capitales a establecerse donde la ecuación costo-beneficio fuera la mejor y a globalizar la venta de sus productos, fueran estos bienes o servicios.

Lo anterior configuró un mundo terriblemente polarizado entre la extrema pobreza y los excesos inconmensurables de la concentración de la riqueza tanto a nivel planetario como en el seno de los diferentes países. La institucionalidad nacional e internacional fue rebasada, rompiéndose así las reglas de mecanismos de regulación que llevaran a desarrollos más equilibrados en todos sentidos, incluido el ecológico.

Al parecer ahora estamos ante un vuelco en el que las grandes empresas vuelven a tener nacionalidad y desde ahí extienden su predominio económico y su influencia política a otras regiones del planeta. Sí, las grandes firmas sin la asociación con los poderes políticos, a pesar de todo, son vulnerables. (la plutocracia, Biden ¡dixit!)A la par, en este arranque de época se abandona la idea de “democratizar” al mundo.

El pragmatismo se impone a la deliberación y ésta se empobrece ante el discurso “simplificador” que construye amigos y enemigos en torno a liderazgos populistas que usan sin restricción, sin vergüenza alguna, herramientas de comunicación -más apropiado sería denominarlas de adoctrinamiento- para allegarse fieles seguidores convencidos por “medias verdades” o mentiras tal cual.La vida política adquiere la forma del populismo, sea este de derechas o de izquierdas, de lo que se trata es de convencer a los electores con discursos simplistas que ocultan la complejidad que vivimos y que tanto aterra al gran público, deseoso de respuestas y soluciones rápidas. El ejemplo más claro de lo anterior es el construir “amenazas externas” para convocar a la unidad nacional y a la lealtad en torno a un líder. Y para enfrentar la complejidad y la “amenaza” nada mejor que la concentración del poder.

Si no entendemos lo anterior, el tránsito nacional por estos delicados momentos puede no solamente ser errático sino de altos costos. Los efectos de la primera medida ya están a la vista, incrementar en un 25% los aranceles a los productos que México exporta a los Estados Unidos sin duda tendrán como efecto el que estos pierdan competitividad, con lo que no sólo se frenen inversiones, sino que además se reduzcan aún más las raquíticas tasas de crecimiento que ha tenido nuestro país.

Sin duda estamos frente a un problema que nos involucra a todas y a todos, pero considero que la salida no es el llamado automático a la mexicanidad. Que bien que la Presidenta de la República hable de que cuenta con diversos planes para enfrentar la actual coyuntura, lo que es preocupante es que no conozcamos el contenido de los mismos y más aún sería que se pretenda que todos nos alineemos sin más en torno a ellos a riesgo de ser calificados como traidores a la patria.

Sin duda es momento de unidad, pero esta no puede construirse sólo a partir de la “amenaza externa” sino desde el acuerdo para resolver problemas que nos son comunes y eso pasa por temas tan delicados como seguridad, Estado de derecho, democracia, salud y educación, y por escuchar y atender la diversidad de opiniones y necesidades que tiene nuestra sociedad.

POSDATA: El incremento a los aranceles parte de una afirmación muy delicada del gobierno de los Estados Unidos cuando sostiene que los carteles mexicanos tienen “una intolerable alianza con el gobierno de México” y que este ofrece refugio seguro para que las organizaciones criminales fabriquen y transporten narcóticos. Mucho tendrá que decir al respecto el actual gobierno, cualquier posibilidad de reconstruir el diálogo nacional y la viabilidad de México en el mundo pasa por la confianza y esa ahora está fuertemente vulnerada.