Antonio Maíllo: “Hay gente de todos los partidos que espera y ansía el encuentro de la izquierda”
El coordinador general de Izquierda Unida insiste en la unidad con Podemos y cree que tras lo sucedido esta semana con el escudo social los Presupuestos Generales del Estado están más cerca Maíllo llama a cambiar el estado de ánimo de una “izquierda acobardada”: “Nos ponemos a la ofensiva” Antonio Maíllo (Lucena, 1966) llega a la redacción de elDiario.es después de unos días intensos en los que ha pasado por Santander, Bilbao, Logroño y Madrid para el despliegue territorial de Convocatoria por la Democracia, el proceso político que ha lanzado Izquierda Unida para tratar de cambiar, en sus palabras, “el estado de ánimo de la izquierda”. El coordinador general de IU alerta de una amenaza “civilizatoria”, como refleja la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Y pide una izquierda que abandone los “latigazos” y que recuerde que las batallas en el pasado siempre se dieron desde la alegría. Insiste en su oferta de unidad a todo el espacio político para un reencuentro que, según asegura, espera la gente “de todos los partidos”. “Y cuando digo de todos es de todos”, reafirma. Pero añade: “El respeto es fundamental en las reflexiones políticas”. La entrevista se desarrolló el pasado martes, justo cuando el Gobierno y Junts alcanzaban un acuerdo para sacar adelante el escudo social. Maíllo aceptó complementar después las respuestas con un análisis más profundo de lo pactado. Tras lo sucedido esta semana, cree que hay condiciones “más favorables” para que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado. Se ha aprobado finalmente el decreto con el escudo social en el Gobierno tras una negociación in extremis entre Junts y el PSOE. ¿Cómo valora la aprobación de este decreto? Lo valoro positivamente porque es indudable que una de las claves de este decreto son unas mejoras sociales que tienen una repercusión directa en sectores muy importantes, como los pensionistas o trabajadores que puedan ver subido su salario mínimo, y ya no digo las ayudas extraordinarias a la DANA. ¿Qué le parece que el acuerdo haya salido a cambio entre otras cosas de tramitar la proposición no de ley con la cuestión de confianza? Aunque nos sorprende, como el acuerdo sobre la moción de confianza es algo que estrictamente afecta al presidente del Gobierno, dejamos a él y a su consideración lo que haya tenido a bien valorar. Nosotros lo que sí valoramos desde Izquierda Unida es que era importante sacar adelante la ampliación del escudo social y el mantenimiento de propuestas de efecto inmediato en la ciudadanía. ¿Cree que después de este acuerdo es más fácil la negociación de los presupuestos? Es verdad que dentro de esta imprevisibilidad, que es lo más previsible que caracteriza a esta legislatura, el acuerdo exprés, después de la votación que derogó el decreto, refleja que existe un escenario posible para un acuerdo presupuestario. Desde Izquierda Unida hemos defendido siempre que un Gobierno que se precie debe presentar el anteproyecto de ley de presupuestos para posicionarse sobre las intenciones políticas que tiene a lo largo de un año y obligar al resto de grupos a fijar su posición. Independientemente de este planteamiento, creo que hay condiciones, objetivas y subjetivas, más favorables a la aprobación de un presupuesto que es necesario para nuestro país. El líder de IU en la redacción de elDiario.es. Se ha criticado al PSOE por esta forma de negociar, por llevar las negociaciones al límite. ¿Creen que el Gobierno debería negociar de forma diferente? Cuando gente con la que tú tienes que establecer relaciones de complicidad y confianza te advierte una y otra vez de que no mezclemos churras con merinas en un mismo proyecto, uno tiene que ser sensible. El problema no es que tú consigas el objetivo, sino que te dejas muchos pelos en la gatera en cuanto a esa necesaria complicidad y confianza. Uno no puede
El coordinador general de Izquierda Unida insiste en la unidad con Podemos y cree que tras lo sucedido esta semana con el escudo social los Presupuestos Generales del Estado están más cerca
Maíllo llama a cambiar el estado de ánimo de una “izquierda acobardada”: “Nos ponemos a la ofensiva”
Antonio Maíllo (Lucena, 1966) llega a la redacción de elDiario.es después de unos días intensos en los que ha pasado por Santander, Bilbao, Logroño y Madrid para el despliegue territorial de Convocatoria por la Democracia, el proceso político que ha lanzado Izquierda Unida para tratar de cambiar, en sus palabras, “el estado de ánimo de la izquierda”.
El coordinador general de IU alerta de una amenaza “civilizatoria”, como refleja la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Y pide una izquierda que abandone los “latigazos” y que recuerde que las batallas en el pasado siempre se dieron desde la alegría. Insiste en su oferta de unidad a todo el espacio político para un reencuentro que, según asegura, espera la gente “de todos los partidos”. “Y cuando digo de todos es de todos”, reafirma. Pero añade: “El respeto es fundamental en las reflexiones políticas”.
La entrevista se desarrolló el pasado martes, justo cuando el Gobierno y Junts alcanzaban un acuerdo para sacar adelante el escudo social. Maíllo aceptó complementar después las respuestas con un análisis más profundo de lo pactado. Tras lo sucedido esta semana, cree que hay condiciones “más favorables” para que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado.
Se ha aprobado finalmente el decreto con el escudo social en el Gobierno tras una negociación in extremis entre Junts y el PSOE. ¿Cómo valora la aprobación de este decreto?
Lo valoro positivamente porque es indudable que una de las claves de este decreto son unas mejoras sociales que tienen una repercusión directa en sectores muy importantes, como los pensionistas o trabajadores que puedan ver subido su salario mínimo, y ya no digo las ayudas extraordinarias a la DANA.
¿Qué le parece que el acuerdo haya salido a cambio entre otras cosas de tramitar la proposición no de ley con la cuestión de confianza?
Aunque nos sorprende, como el acuerdo sobre la moción de confianza es algo que estrictamente afecta al presidente del Gobierno, dejamos a él y a su consideración lo que haya tenido a bien valorar. Nosotros lo que sí valoramos desde Izquierda Unida es que era importante sacar adelante la ampliación del escudo social y el mantenimiento de propuestas de efecto inmediato en la ciudadanía.
¿Cree que después de este acuerdo es más fácil la negociación de los presupuestos?
Es verdad que dentro de esta imprevisibilidad, que es lo más previsible que caracteriza a esta legislatura, el acuerdo exprés, después de la votación que derogó el decreto, refleja que existe un escenario posible para un acuerdo presupuestario. Desde Izquierda Unida hemos defendido siempre que un Gobierno que se precie debe presentar el anteproyecto de ley de presupuestos para posicionarse sobre las intenciones políticas que tiene a lo largo de un año y obligar al resto de grupos a fijar su posición. Independientemente de este planteamiento, creo que hay condiciones, objetivas y subjetivas, más favorables a la aprobación de un presupuesto que es necesario para nuestro país.
Se ha criticado al PSOE por esta forma de negociar, por llevar las negociaciones al límite. ¿Creen que el Gobierno debería negociar de forma diferente?
Cuando gente con la que tú tienes que establecer relaciones de complicidad y confianza te advierte una y otra vez de que no mezclemos churras con merinas en un mismo proyecto, uno tiene que ser sensible. El problema no es que tú consigas el objetivo, sino que te dejas muchos pelos en la gatera en cuanto a esa necesaria complicidad y confianza. Uno no puede estar siempre apurando con fórmulas que le resultan incómodas a los aliados.
Hay condiciones, objetivas y subjetivas, más favorables a la aprobación de un presupuesto
Usted ha sido muy crítico con Junts en las últimas semanas. No sé si eso ha tenido cierto ruido dentro de Sumar. Yolanda Díaz mantiene una relación con Junts menos conflictiva.
No ha habido ningún tipo de choque. Junts tendrá que saber que cuando hay discrepancias las demás organizaciones tenemos derecho a opinar. Aquí cada uno tiene la posición política que tiene y cada uno tendrá que asumir sus consecuencias. Yo no creo que haya sido especialmente duro con Junts. Lo que sí creo es que Junts también debe saber lo que quiere ser de mayor. Su alianza con el PP y Vox, que yo entiendo que no la quieren, también tiene que demostrarse en clave ejecutiva, de actos. Nosotros tenemos una visión de las cosas, creo que acertada, con la que apelamos a que haya sensatez en las relaciones entre las organizaciones que forman el pacto de investidura. Y me parece que contribuir en esa línea nos fortalece, no nos debilita.
¿Y cree que se puede seguir confiando en un partido como Junts, que repite todo el tiempo que no es socio, que lleva las negociaciones hasta el punto de que de repente tumba un decreto tan importante como el que se votaba la semana pasada?
La estabilidad de la legislatura es su inestabilidad. No es algo nuevo. Se combinan varias cosas: una es la lógica tensión de matices respecto al desarrollo legislativo y luego una cierta teatralización o escenificación de la discrepancia para que los electores de cada organización tengan claras cuáles son las posiciones políticas. O lo que es lo mismo, que no se desaparezca en las dinámicas absolutamente absorbentes de la iniciativa legislativa de un gobierno. En esa doble tensión, Junts sabe perfectamente que una alineación con Vox y con el PP es su desaparición en Catalunya.
¿Cómo ha visto la negociación que ha llevado a cabo Yolanda Díaz para sacar adelante la reducción de jornada? Una Yolanda Díaz mucho más combativa de lo que habíamos visto, incluso de lo que ella había defendido en campaña sobre cómo deben ser las negociaciones con el PSOE.
En política tú tienes dos obligaciones: llevar adelante tus políticas y que la gente sepa que son tus políticas las que van adelante. En el fondo, cuando escenificas un relato o un debate político, estás cumpliendo con una obligación ante quien te apoya, que es el derecho que tienen estos de saber cuáles son las propuestas que van adelante. Nosotros tenemos que ser dialécticos: aquello en lo que haya acuerdo ni un minuto de pérdida de tiempo. Y donde haya discrepancias, no ocultarlas. ¿Por qué? Porque también hay que hacer pedagogía en el debate político. Ya se ha normalizado por fin que se pueda debatir en un Gobierno. Oye, la trinchera también está en el Consejo de Ministros. Porque hay dos proyectos diferentes. Se ha normalizado esa discrepancia y yo creo que haciéndolo en tono de pedagogía política, de defensa respetuosa de las posiciones, se llega a un punto en el que el ciudadano saca conclusiones.
¿Cómo valora la gestión que están haciendo los cinco ministerios de Sumar dentro del Gobierno, en concreto también el Ministerio de Izquierda Unida, de Sira Rego? Justo hace un año que más o menos echó a andar la legislatura.
En Izquierda Unida tenemos una visión muy integradora sobre el compromiso de estar en el Gobierno. Primera lección: no somos del Ministerio de Infancia y Juventud, somos del Gobierno de España. Estamos comprometidos con el pacto de investidura y nos afectan los acuerdos de investidura tanto de las políticas laborales, las de infancia y juventud como las de educación, aunque el titular sea del Partido Socialista. Todo es político y nada de lo político nos es ajeno, por hacer una glosa de la cita de Terencio. Un proyecto político que se precie no puede estar segmentado por lo que le toque en un Gobierno. Y después están las competencias que nos han tocado a la parte de Sumar con las que nos sentimos implicados y con una interlocución más ágil indudablemente, ya sea de sanidad, agenda social, cultura, trabajo o infancia y juventud. Y luego, la titularidad del Ministerio que detenta una persona como Sira Rego, que es de Izquierda Unida.
Oye, la trinchera también está en el Consejo de Ministros. Somos proyectos diferentes
Y luego yo siempre he planteado en los órganos de Izquierda Unida un mensaje muy claro. Tenemos que hacer que los debates que dependan en este caso de la ministra de Izquierda Unida sean debates que estén en el frontispicio del debate político español. El debate de la infancia migrante refleja la temperatura moral de un país. Que haya casi 6.000 menores hacinados en condiciones inhumanas, con unos dramas y tragedias familiares estremecedores, y que no estén repartidos entre los gobiernos porque el Partido Popular bloquea me parece que es un debate que tiene que abrirse, como el de la reducción de la jornada laboral, en términos de país. ¿Los votantes de derecha qué piensan? ¿De verdad piensan que el PP hace bien en boicotear el reparto de menores?
Izquierda Unida ha presionado mucho al Gobierno con la política con Israel. Una vez firmado el alto el fuego, ¿qué pasos cree que tiene que dar el Gobierno? ¿Van a seguir exigiendo el fin de las relaciones?
Cuando tú entras en un gobierno asumes las contradicciones, porque la realidad es más tozuda de lo que uno desea. Si los únicos acuerdos que tuviéramos con el PSOE fueran sobre política de defensa y en política exterior, no tendríamos gobierno, se lo garantizo. Pero está claro que sobre Israel el estar en el Gobierno no vacuna ni elimina nuestras reivindicaciones. Y nosotros aspiramos a que la sociedad nos dé la fuerza suficiente para cumplirlas. Con Israel, con un Estado genocida, hay que romper relaciones de todo tipo, comerciales, diplomáticas... Dentro de siete, ocho o nueve años, cuando sepamos con detalle todo el drama y la tragedia que está ocurriendo en Palestina, el hipócrita Occidente se llevará las manos a la cabeza. Nos sorprenderemos y diremos que es un segundo Auschwitz, ahora que celebramos el 80 aniversario. Ahora no se puede decir que no se supiera. Hemos asistido a un genocidio con minuto y resultado en directo, a una operación de expansionismo israelí sobre los países del entorno. A un destrozo de familias, de terrenos y de no levantar la hierba tras la destrucción. Y nosotros vamos a seguir reivindicando que en los márgenes que tenemos para intervenir lo hagamos. Por ejemplo, en operaciones de compra, de operaciones, de defensa de maquinaria y tecnología bélica de Israel –que ese ha sido el gran problema, no que nosotros le vendamos, sino que le compremos–, hemos cortado porque no se puede permitir que no se cumpla con las peticiones que hemos hecho.
Estamos viendo los primeros efectos en política exterior de la gestión de Donald Trump al frente de Estados Unidos. ¿Qué posición debe tomar el Gobierno ante un escenario en el que Trump parece decidido a actuar con mucha más contundencia que en los cuatro años que estuvo anteriormente?
Trump está desarrollando las políticas que anunció que iba a desarrollar. Y me preocupa que amplios sectores sociales tomen a la ligera la amenaza expansionista y de giro a un nuevo autoritarismo que no solo quieren aplicarlo en Estados Unidos, quieren condicionar las relaciones internacionales. Yo creo que España debe liderar el multilateralismo desde este rincón de la Unión Europea. Todas las tensiones geoestratégicas que se están viviendo tienen que ver con el espanto que le produce a la élite americana la caída y la decadencia de su imperio en favor de China o en favor de los BRICS. España tiene un papel formidable, que es de una interlocución que debe fomentar con China principalmente. Nosotros como organización tenemos unas relaciones muy fluidas con China por razones históricas, obviamente, del Partido Comunista de España y el Partido Comunista Chino. Y es acertado todo lo que sea establecer unas interlocuciones que además pueden llevarnos a alianzas de modelo productivo, económico, etcétera, bastante beneficiosas para nuestro país.
Las tensiones geoestratégicas tienen que ver con el espanto que le produce a la élite americana la caída y la decadencia de su imperio en favor de China o los BRICS
Y sobre todo, ser muy firmes con respecto a la violación de los derechos humanos de Trump. A Trump hay que decirle lo que se piensa. Yo sé que a este tipo, estilo matonista, egocéntrico, no se le calma con paños calientes. El drama que tenemos en España es la debilidad diplomática y política de la Unión Europea, que todavía no sabe qué quiere ser de mayor y que tiene la tentación de aliarse con la extrema derecha y, por lo tanto, establecer una alianza implícita con Trump, y que creo que están planteando unas estrategias lenitivas que no resuelven el problema.
¿Teme que el malestar por problemas como los de la vivienda pueda impulsar una ola reaccionaria en España? ¿Qué soluciones debería poner el Gobierno para combatirlo?
Dos planos. Hay una ofensiva autoritaria de batalla cultural que tiene mucho que ver con países importantes. Estados Unidos, el último y el más importante. Es una especie de péndulo reaccionario de una crisis que no se ha resuelto bien. Y una tentación del propio sistema capitalista de acelerar en su afán de acumulación de riqueza, que es su objetivo, en este caso por desposesión. Esa tentación existe y esta corriente de corte autoritaria y reaccionaria piensa que ya la institución formalmente democrática no le sirve y tiene una oportunidad como nunca antes.
Por otro lado, una izquierda fragmentada, con diferentes matices, que convierte en categoría diferenciada las diferencias tácticas, etcétera, y que en esa ofensiva no sabe responder. No estamos sabiendo teóricamente responder. Vamos a fagocitarnos menos y vamos a darnos menos latigazos. Cuando nosotros planteamos la Convocatoria por la Democracia, decimos que vamos a cambiar de estado de ánimo. En contextos históricos más difíciles hubo gente que luchó, que se los llevaban a la cárcel y los podían matar. Tenemos un momento difícil, pero esto no puede ser un aburguesamiento de delicadeza, de que nos dan golpes. Es que la izquierda plantea nada más y nada menos que un cambio de sistema. Eso tiene una batalla y tiene unos costes. Y a partir de ahí, un proyecto colectivo que es el que tenemos que configurar y un cambio en el estado de ánimo, que es que nosotros siempre hemos sido gente alegre y contenta en la batalla. Si vienen fuertes, nosotros más fuertes. Pero nosotros no somos fuertes por aliarnos con una televisión, con una big technology. Nosotros somos fuertes si articulamos una sociedad organizada.
La izquierda plantea nada más y nada menos que un cambio de sistema. Eso tiene una batalla y tiene unos costes
En este contexto de invasión política hay dos fórmulas. Una, la de que viene la derecha porque nos van a quitar todo. Sí, nos van a quitar todo pero tú sigues promocionando colaboración público-privada en la vivienda. El Partido Socialista. ¿Qué me estás contando? En un tema tan importante como el de la vivienda, o se cambia la concepción de lo que tiene que ser una política de vivienda pública o siguen manteniéndose las bases materiales que lleva a la gente a abrazarse a la extrema derecha. Por eso 2025 debe ser el año de la vivienda. Por eso hay que tener presupuestos. Por eso debemos acordar que se abra paso el protagonismo público y por eso tenemos que intervenir con valentía para hablar de tope de alquiler, para hablar de intervención de mercado.
Mencionaba la Convocatoria por la Democracia que ha lanzado su partido. ¿En qué consiste? ¿Qué objetivos tiene? ¿Cómo se concreta esto?
Convocatoria por la Democracia es una apelación a organizar un cambio en el estado de ánimo de la izquierda. Esto no es un nuevo partido, ni un nuevo proceso de escucha, ni una nueva coalición electoral, es un espacio de reencuentro en lo que importa. Frente a la espectacularización de la política o la identidad de proyecto político vinculado a singularidades, la reivindicación de la política en el orgullo de lo común, en la elaboración de lo colectivo.
Convocatoria por la Democracia es una apelación a organizar un cambio en el estado de ánimo de la izquierda
Las convocatorias son llamadas a la gente para que, aunque no estén formalmente militando en organizaciones, tengan espacios donde hablar. Hablar de qué está pasando, de dar instrumentos y herramientas para saber por qué están penetrando los valores reaccionarios. Ya no digo su respuesta electoral, sino los valores reaccionarios en tus hijos, en tus familiares que antes eran progresistas y ahora se han vuelto muy de derecha. Hace falta ese reencuentro y ese espacio. Y desde una base que ha sido la gran falla en estos diez últimos años. Los proyectos sólidos solamente tienen permanencia en el tiempo si están conformados y son participados de una manera activa por la gente. Por eso lo vinculamos a ejes programáticos de vivienda, de recursos energéticos ante la crisis ecosocial, de cómo defender los servicios públicos de un país de acogida y atender a la migración de los cuidados de las condiciones laborales.
¿Y esto tiene algún nexo, alguna vinculación, en cómo se va a articular políticamente y orgánicamente la izquierda en los próximos años?
Nosotros, desde la humildad, ofrecemos este instrumento para reencontrarnos con gente que está náufraga de militancia y que quiere actuar. Yo no estoy dispuesto a que en la puerta del colegio donde llevo a mi hijo se digan las barbaridades que se dicen. Y necesito instrumentos para combatir eso. Hay otra gente que lo que quiere es reivindicar la memoria. Nosotros incorporamos y sumamos fuerzas. Mi propuesta será que Izquierda Unida asuma que lo elaborado colectivamente por gente incluso que no es de Izquierda Unida. Y ofrecemos esa propuesta política al espacio al que vayamos. Puede asumirse de manera automática o puede matizarse en una reflexión democrática. Nosotros volcamos una propuesta política que no está hecha por cuatro expertos que saben todo de una cosa, sino por el propio pueblo, por la gente que de la manera más modesta tienen las mejores ideas para este país, que después habrá que darle fórmulas legales, canalización, planificación y secuenciación. Los proyectos que se solidifican son aquellos cuyos resultados tienen la simiente de quienes lo promovieron. Ahí está la radical diferencia con proyectos que hemos pecado de demasiado líquidos por estar condicionados por una cierta espectacularización de la política de la que queremos rehuir.
Hablando de espacios de unidad, cuando usted llegó a la Coordinación de Izquierda Unida fue muy crítico con cómo se había construido el espacio de Sumar, con el hiperliderazgo de Yolanda Díaz. Hace unas semanas Sumar hizo un encuentro para la reducción de la jornada como medida política. Ahí Yolanda Díaz presidió ese acto y usted estuvo, digamos, apoyando.
No, estuvimos de representantes todos. Si usted se dio cuenta, la escenografía fue radicalmente diferente. Hemos pasado de actos donde solamente hablaba una persona a actos donde hemos hablado cada uno, y Yolanda también, representando a una organización política.
Precisamente le preguntaba sobre eso. ¿Ha habido un cambio en la forma de trabajar con los partidos en Sumar?
Yo creo que hubo una escenificación que refleja un punto de inflexión. Tuvimos además una reunión previa que fue muy buena. Estuvimos allí todas las organizaciones que forman parte del grupo parlamentario. Tanto el tono, el ambiente, como la reflexión política de gran nivel… fue todo muy positivo. Fue la primera vez que yo asistí a un encuentro que usted sabe que hemos aspirado a que fuera plural. Creo que compartimos esa reflexión creo que todas las organizaciones políticas. Y eso después se reflejó también en la escenificación plural de una reivindicación que está en el pacto de Gobierno [la reducción de jornada], que la teníamos nosotros en la propuesta programática y que en la que todos nos sentimos implicados y vinculados. Esa pluralidad lo que garantiza es que haya miles de personas que cada uno se identifique con quien ellos consideren pero que sepan que la traducción de esos afluentes va a un enorme río que fluye unido, que tiene mucha fuerza y que puede ser determinante para el futuro de nuestro país. La otra opción es arroyo seco, dependiendo de las corrientes, y que cada uno solo no haga nada ni sea relevante para nuestro país.
No sé si coincide con ese momento de inflexión, pero este lunes escuchábamos a Yolanda Díaz hablando otra vez de unidad, quizá de una forma más firme de lo que lo había hecho desde después del 23J. Y habló precisamente de repetir la coalición del 23J o lo que ocurrió el 23J. Izquierda Unida ya ha planteado en sus documentos su fórmula para la unidad, ¿pero coincide en que hay que repetir lo que se hizo el 23J?
Izquierda Unida, si de algo se ha caracterizado en estos meses es de mucha claridad. Creo que somos la única fuerza política que ha puesto encima de la mesa el debate además en clave política. Y aquí estamos para servir a la gente y al país, no estamos aquí para el tú-yo y el yoísmo. Eso tenemos que desterrarlo y creo que vamos consiguiendo con paciencia y cierta pedagogía política que se abran paso esas reflexiones, porque además son de sentido común. No es que lo hagamos en sesudos centros de análisis político. No, no, se hace en el común de la calle. Hay gente de todas las organizaciones, y cuando digo de todas es de todas, que aspiran y ansían el encuentro. Y como es una postura de sentido común, yo creo que tenemos que construir con discreción, dejando los tiempos y cuidando muy bien los tiempos y con un cuidado en los discursos también. Pero atención, esto se hace con respeto. Con respeto. Con respeto en los discursos. Con respeto en las propuestas. Y con respeto en el qué hacer. Si tú dices que vas a una sociedad de justicia social y de cuidados, pero tú no cuidas ni haces actos justos en el camino, tu credibilidad es cero.
Cuando hablaba en su propuesta de 'todos dentro, sin vetos cruzados' y hablaba del reencuentro, no lo nombraba directamente, pero imagino que se refería a Podemos. ¿Ha mantenido conversaciones recientemente con Podemos para tratar de recomponer esos puentes, de llegar a ese reencuentro? ¿Hay alguna conversación que invite a pensar en que es posible una foto de unidad en las próximas elecciones?
Yo no me voy a mover en lo subjetivo, no me voy a mover en el estado de ánimo de quienes dirigimos esto. A mí me importa situar el debate en el objetivo de construir una izquierda alternativa que tenga aspiración de transformar nuestro país. Sobre esa base es sobre la que construimos. Entonces evitamos fulanismos y el ‘yo y tú’. Yo prefiero el nosotras y nosotros y estar en la política. Nosotros tenemos una hoja de ruta. Vamos a trabajar con todos. El respeto es fundamental en las reflexiones políticas. Si tú no me respetas a mí o yo a ti, acabamos esta conversación. Y sobre esa base de respeto, dejar fluir para crear condiciones. Yo he escuchado a gente decir que no hay problemas programáticos. Si no hay problemas programáticos, ¿qué problema hay para hacer un proyecto común? Si estamos de acuerdo en qué hay que hacer en este país…
Irene Montero decía hace poco...
Sí, se lo escuché a ella.
Ella decía que quizá la diferencia no era tanto programática sino de si la izquierda tiene voluntad de liderar en los espacios donde está y sobre todo, una cosa que ellos dicen bastante, la voluntad de asumir el coste de los avances, en referencia, se entiende, a Sumar. Y también ha dicho hace poco que el PSOE debería asumir los restos de los proyectos políticos que ha intentado impulsar para destruir a Podemos, en referencia también a Sumar. No sé si con estos mimbres, con estas declaraciones de partida, lo ve más o menos complicado. Lo digo porque esto ha pasado después de que usted haya lanzado esa llamada a la unidad.
El camino no va a ser fácil, pero es que estamos en un cambio civilizatorio y aquí nos estamos jugando si nuestra visión de la vida va a irse por el sumidero de la historia y todos los valores que tenemos asegurados van a desaparecer. Yo he estado en Estados Unidos y me ha recogido un taxista con 82 años que se dormía en los semáforos y que tenía que seguir trabajando hasta que se muriera. ¿Estamos a la altura del debate que tenemos? Mire, nosotros no estamos de acuerdo con ningún veto, con ninguno. Pero no vayamos ahora a devolver vetos.
No me perdonaría que nuestras filias y fobias se antepongan a los destinos de la clase trabajadora
De lo que se trata es de aspirar a que la gente que considere que está llamada a liderar presente su proyecto y si es apoyada nosotros nos cohesionamos. Claro, si nosotros somos los que lideramos, que los demás se cohesionen. Aquí no vale la regla del juego si a mí me va bien y si no, no. Todas las posiciones son legítimas. La gente puede defender: pues yo quiero amortizar a todos los que han pasado por aquí desde 2014 a 2024. Oye, pues si la gente te apoya y te da la mayoría, eso es sagrado. Pero eso tendrá que decidirlo la gente, no cada uno de nosotros sobre nuestras filias y nuestras fobias. Hay que situarse en lo político y hay que situarse en lo que nos jugamos, que es mucho. Y todo lo que sean discusiones de matices son perfectamente solventables. Y en ese sentido nosotros somos muy transparentes y creo que los demás se van a identificar también en los discursos que den. Pero yo no quiero pasar en esta vida dirigiendo un proyecto y que tengamos una responsabilidad histórica y que nuestras filias y fobias se antepongan a los destinos de la clase trabajadora. Es que no lo asumo ni me lo perdonaría.
Entrevista completa:
Vídeo: Lourdes Jiménez y Nando Ochando.