Algunas claves del éxito del triunfo de Donald Trump
Es habitual observar, como sin hacer una mínima autocrítica, la izquierda y ultraizquierda, intentan desprestigiar al adversario, etiquetándolo simplonamente de derechas o extrema derecha, para con ello, intentar amortiguar la...
Es habitual observar, como sin hacer una mínima autocrítica, la izquierda y ultraizquierda, intentan desprestigiar al adversario, etiquetándolo simplonamente de derechas o extrema derecha, para con ello, intentar amortiguar la evidente e imparable caída generalizada de las izquierdas a nivel global tal como objetivamente se está constatando, hecho, que no se arregla con preocupar más al ciudadano, con las posibles medidas de giros radicales que se avecinan especialmente en determinados temas: ayudas sociales, identidad de género, inmigración, ecológicas…
Muchos factores, explicarían el regreso de Trump, pero el más obvio y evidente es el “sentido común del votante americano”, que observa como las izquierdas intentan finiquitar instituciones que son verdaderos “pilares” de la civilización Occidental: léase el caos creado respecto y a cuenta de la familia tradicional; el ataque a la religión católica; la extralimitación de los géneros; la agresión a la propiedad privada; la falta de una mínima política migratoria.
En el caso de Europa, tampoco es ajena esa falta de mero sentido común, y que se aprecia por ejemplo, en el ataque sistemático a los agricultores y ganaderos a través de tratados entre entidades regionales,- caso de “Mercosur- Europa”- , donde no se sopesa un mínimo equilibrio ni igualdad, incluso respecto a las desiguales referidas obligaciones y condiciones laborales, o incluso exigencias técnicas o sanitarias entre las partes intervinientes de tal primordial y estratégico sector primario, que sale netamente perjudicado, y que hacen prácticamente inviables económicamente sus pequeñas granjas o tierras de cultivo. Esa extraña élite política de la UE, que toma esas viscerales decisiones, sin mínima consulta a los afectados, e incluso ninguneando países como Francia - con el riesgo añadido de ponerla aún más en manos de la extrema derecha y con ello, abrir la puerta a dejar el libre mercado europeo-; élite que intenta razonar tal sinrazón, en que con ello, se evitará que Sudamérica caiga bajo el dominio ruso o chino, a la par, que esperan beneficiarse de los suculentos beneficios que obtendrá en una mayor exportación de los productos industriales. Algo así como si el slogan fuese: “suicídate altruistamente que es para beneficio social de la mayoría”, cuando en realidad, primordialmente se busca un lucro especial para el sector industrial”, a base precisamente de poner en peligro un sector vital y estratégico como es la misma alimentación.
Al margen de lo anterior, se está creando un claro latente malestar del votante occidental, resultado de claras políticas globales medioambientales de la izquierda. Así, se está intentando sacar un rédito desmesurado a través de impuestos y restricciones excesivas con la excusa del tema del “cambio climático”, en especial, a la industria del automóvil, y a los propios conductores a base de tasas, impuestos y multas, consumidores a quienes se les intenta privar de su clásico coche de combustible, sin darle otra opción o una salida razonablemente económica respecto a los coches eléctricos que intentan imponer, con unos precios privativos para la inmensa mayoría de trabajadores , y sin que quede muy claro, que ello sea una apuesta ecológica seria y definitiva, especialmente por las muchas dudas de la composición de las baterías, su coste de sustitución, o su mismo inviable o complejo reciclado. Al mismo tiempo, se observa una ilógica patente doble moral de los estados - pues no en vano, la mayor aportación a las arcas de los gobiernos, vienen precisamente los impuestos directos a los combustibles fósiles existentes-, lo que se traduce, en que no se afanen precisamente en dar una mínima y regular red de cargadores a nivel nacional, convirtiendo en una auténtica odisea cualquier viaje largo de esos nuevos noveles conductores ecológicos, quienes parecen haber sido llamados a salvar ellos solos al Planeta. Sorpresivamente, la tala y cremación sistemática de las selvas, que atenuarían mucho más ese cambio climático, apenas son objeto de protección internacional, ni incluso mera noticia, pese a que en la Amazonia de Brasil, hubo por ejemplo más de cincuenta mil incendios solo en este último año. Sencillamente, algo no “cuadra”.
Hay una “gran paradoja” de muchas de esas medidas y que forman parte del núcleo duro de la Agenda 2030, supuestamente, programada por la élite internacional de los foros como el de Davos y otros de variopintos grupos de “lobbies de presión”, supuestamente de ideología de derecha al estar compuestos y ser sus miembros las grandes fortunas internacionales, que por el momento, con sus agresivas políticas programáticas globalizadoras, han logrado “granjearse las antipatías casi unánimes de toda la población mundial”, y que a su vez, está propiciando claramente el agresivo regreso de los nacionalismos como una medida inconsciente de autodefensa, sea tanto de identidades, como preservar las producciones propias. Esa paradoja, da que pensar, que podría no ser tal, y si un “cebo troyano”, programado para acelerar la instauración generalizada de la derecha, cebo que de ser cierto, la izquierda populista, perdido ya su clásico rumbo, habría tragado sin siquiera pestañear.
Lo anterior, sin olvidar, que también hay una élite multimillonaria de izquierdas viscerales propensas a acelerar cambios sociales, sin respetar los precisos tiempos necesarios, y sin mínimamente meditar, de si los “medios” empleados poco convencionales, justifican los radicales “fines” perseguidos. Ejemplo claro de lo anterior, sería por ejemplo el comportamiento errático y excéntrico de Soros, que afectaría no solo al comportamiento clásico social instaurado en cuanto a la ética, la moral, el género…, sino incluso a una alteración violenta del mismo “status quo” de conceptos primordiales como la misma soberanía, poniendo en riesgo incluso la necesaria paz social, promocionando incluso los separatismos nacionalistas, atentando así contra normas elementales de derecho internacional que han posibilitado y explican la paz durante casi un Siglo de la Humanidad. Personaje este, detestado en EE.UU, y que tiene una muy considerable influencia en el arrollador triunfo de Trump en esa sociedad mayoritaria y tradicionalmente conservadora.
Esa suma de tantos múltiples factores, es lo que explica el triunfo de las políticas de Trump; como también justifica el anterior cambio radical sufrido en argentina, en este último caso, como reacción ante tanta corrupción y políticas peronistas de ayudas públicas. Sin duda son una llamada de atención, tal vez un poco tarde para que alterar la ya descarrilada hoja de ruta de la izquierda que ve cómo va perdiendo país tras país, ante el inexorable auge de la derecha con el apoyo adicional de la ultraderecha; izquierda que ocasionalmente reacciona de una forma populista manipulando incluso el derecho, cuando no con una verdadera agresividad para intentar retener el poder, como el caso obvio de Venezuela, gobierno ilegítimo, asesorado previa y notoriamente por la ultraizquierda española.
Se puede hablar mucho de esa agresividad de la derecha, pero también de la izquierda, pues ambas, como repetición del Siglo pasado, vuelve a alinearse para la confrontación fratricida, como dos visiones antagónicas históricas irreconciliables.
Observemos por ejemplo el claro caso español, cuyo gobierno, es un conglomerado extraño como los mismos dispares intereses de los miembros que lo componen, algunos autodestructivos del propio estado, donde a un escaso 6% de los votantes, se les permite manejar la batuta del destino del propio país a través de un prófugo de la justicia que ostenta un control remoto del propio Gobierno desde el extranjero, y donde hasta alguno de los líderes que componen sus socios, fueron sentenciados por atentar contra el mismo Estado. Gobierno; donde para seguir ilógicamente ostentando un poder en una clara debilidad extrema, se llega a primar los intereses particulares de esos socios, incluso en claro perjuicio del interés general del estado y en contra de la misma lógica humana y legalidad vigente, llegando incluso a alterar el propio derecho penal y constitucional al margen de intentar debilitar el mismo Poder Judicial, con el mero fin de seguir ostentando un cuestionado y cuestionable poder político, todo ello, sin atisbos de un mínimo sentido de estado.
Por otra parte, y volviendo a la esfera internacional, las grandes potencias, sean de derechas o de izquierdas, tienden a un nuevo imperialismo reinante, tensionadas por una evidente crisis del “statu quo” muy diferente al resultante de la segunda GM, aspecto que se observa en la agresividad territorial rusa, a quien la propia OTAN le dio motivos más que sobrados para invadir Ucrania; o la tensión de China con Taiwán, por no decir la sorpresiva tentación de Trump respecto a Groenlandia, o respecto al Canal de Panamá; sin olvidar tampoco la agresividad de la extraordinaria respuesta desproporcionada e inhumana del estado israelita frente a un ataque previo palestino, fruto a su vez de una agresión permanente histórica del estado judío.
En definitiva, un peligroso mundo nuevo se está forjando ante nuestros ojos, y cada actor, como si obra teatral fuese, está ocupando su lugar ante una crisis, resultado especialmente de los efectos negativos de una globalización carente de una coherente y necesaria planificación humana previa, que nos llevará a una consecuente vuelta a los localismos y a los típicos aranceles , otro de los éxitos seguros de Trump, quien aprovechará para racionalizar con seguros beneficios los excesos de una izquierda centrada, o descentrada primordialmente con los temas de “género” y medio ambientales. Un mundo, donde la fuerza y los hechos consumados, vuelven imponerse al pacífico derecho internacional logrado; donde los nacionalismos localistas, vuelven con la clásica fuerza, junto al nuevo imperialismo reinante y sin líderes carismáticos o estadistas prácticos, resolutivos que busquen el pacto, ahora además con el adjetivo y riesgo añadido de lo “atómico”, ¡buen momento en suma para encomendarse a Santa Bárbara! Trump, es además un veterano” golfista”, y como tal, ha asumido la norma primordial de dicho juego, que no es otra, de esperar los errores de los rivales para triunfar; y seamos francos, las erráticas políticas de las izquierdas, se lo ha puesto a “huevo”, así de simple.