Sin experiencia en televisión, creó una señal que hizo historia, de donde salieron grandes talentos: “Era el Disney de la mujer”
Ernesto Sandler es el creador de Utilísima, un programa que marcó época y se convirtió en un canal de televisión
Ernesto Sandler todavía era muy joven cuando, recién graduado de las carreras de Derecho y Economía, decidió regresar a la Argentina, su país natal. Llevaba algunos años buscando progresar en el extranjero, siempre emprendiendo. Después de varios fracasos, concluyó que debía buscar un trabajo, algo más estable.
Su amiga, Marta Merkin, esposa del periodista Carlos Ulanovsky, le comentó de una oportunidad laboral para un proyecto de programa que se llamaría “Practiquísima”. Sandler no sólo no fue seleccionado para el trabajo, si no que el programa tampoco conservó ese nombre. Pero las vueltas de la vida y ciertas casualidades fortuitas, hicieron que terminara en el lugar adecuado.
Así lo recuerda, en primera persona, en charla con LA NACION:
-La idea del proyecto de Utilísima ya existía antes de que usted apareciera en escena. ¿Cómo logró involucrarse y, posteriormente, convertirla en un éxito?
-Me nombraron vendedor de publicidad de ese proyecto de programa. Yo fui el encargado de negociar para que lo pongan al aire en el Canal 2 de La Plata, con la dificultad que esto implicaba, porque en esa época no se podía ver la señal en la Capital Federal... para eso se necesitaba una antena especial. La primera emisión, en octubre de 1984, no lo pudieron ver ni siquiera nuestras familias. Poco después, Pedro Muchnik, el dueño de la empresa, me llamó y me dijo: “No voy a repetir el programa en la temporada 1985, porque no me da económicamente”. Era lógico.
-¿Cómo enfrentó semejante decisión?
-Como un atrevido, como he sido toda mi vida. En marzo del año 1985, le digo, “Don Pedro, ¿no me dejaría a mí volver a hacer el programa? Yo lo único que necesito es que usted sea mi mentor, porque a mí no me conoce nadie en el mundo de la televisión”. Y él aceptó, a cambio de un royalty mensual que le iba a pagar de acuerdo a lo que facturara.
-Y así se encargó de sacar adelante el proyecto...
-Yo lo encaré de manera entusiasta, ya que era eso o el abismo. Porque, en ese momento, la Argentina no era justamente la panacea económica; no era práctico estar sin trabajo. En conclusión, armé el programa, me asocié con una empresa que grababa en los estudios de televisión, y así me lancé. Un poco a los ponchazos, aprendí y me convertí en el productor y responsable del programa Utilísima, en el año 1985.
-¿Cómo fue su proceso a la hora de elegir a las conductoras?
-Una mañana bajé a la grabación, donde estaban desfilando varias modelos. Y una de esas modelos era Patricia Fraccione y la otra era Patricia Miccio. Las convoqué a ambas para ser conductoras del programa, y finalmente fue Miccio quién aceptó el rol. Con ella dimos un salto cualitativo, empezamos a crecer, empezamos a ser vistos en toda la provincia de Buenos Aires. Utilísima empezó como un programa básico, que incluía solo cocina y manualidades. Pero a medida que yo iba aprendiendo a hacer televisión, introducía cambios al programa, para abarcar otros temas. Esto lo cuento porque la gente cree que yo soy un genio y planifiqué todo esto en mi cabecita y no, fue una sucesiva cantidad de fracasos y de oportunidades que se fueron dando.
-¿Y cuáles fueron esos cambios? ¿En qué consistieron?
-En la televisión, en ese momento, había algo de lo que nadie quiere acordarse: se despreciaba al aire a las amas de casa y a las mujeres, las trataban cómo si fueran sólo un cuerpo. En ese momento dije: “No, esto no puede ser”. Entonces decidí empezar a “empoderar” a la ama de casa. Porque esa mujer tenía valores, educación, y formación. Tenía inquietudes y ganas de superación, no quería estar solamente planchando y lavando.
-¿Cómo hizo para lograrlo?
-Empezamos a enseñar técnicas para emprender negocios, decoración de torta, diversos emprendimientos... incluso traje a médicos al programa. En ese entonces, en la provincia de Buenos Aires, el 70% de las mujeres nunca había visto a un ginecólogo. Por eso empezamos a hablar de la importancia de hacerse el papanicolau, la importancia de ir al ginecólogo, mostrarles que podían ahorrar tiempo con la aparición del microondas, que en esos momentos no se vendía porque la gente pensaba que provocaba cáncer. Hicimos una barbaridad de cosas.
-¿De dónde se inspiraba para crear el contenido?
-Bueno, soy un gran lector, un gran investigador y veía lo que estaba ocurriendo en el mundo. Había una transformación a nivel mundial. En la producción siempre tuvimos la idea de que todo lo que se enseñara fuera un elemento de capacitación para que después las mujeres emprendieran sus propias actividades, sus propios negocios. No nos interesaba el rating, nosotros queríamos transmitir algo más.
-¿Y cómo fue el salto de Utilísima del Canal 2 de La Plata a una audiencia masiva?
-Héctor Ricardo García, el dueño del diario Crónica, compró más tarde el Canal 2 de La Plata. Él era otro atrevido del mundo de la televisión y fue el que instaló una antena muy poderosa, en Riobamba al 280, para que Canal 2 se viera en toda la Capital Federal. Eso fue un boom. O sea, a partir de ahí Utilísima empezó a existir a nivel de rating. Pero la crisis de ese momento del país hace que los antiguos dueños de Canal 2, lo recuperen, y lo echen a García. En ese momento, me quedé sin programa, sin nada, un desastre.
-¿Y cómo hizo para mantener vivo el proyecto?
-Decidí acercarme a Gustavo Yankelevich, que recién estaba a un mes de privatizar Canal 11. El programa entró con el nacimiento de Telefé y explotó con unos 18 puntos de rating. A pesar de que él quería el programa, yo se lo ofrecí con una condición: que fue que yo mismo continuara produciendo, comercializando y grabando. Porque los programas de televisión de ese momento fracasaban porque estaban hechos por gente que hacía televisión tradicional, gente acostumbrada a hacer novelas o noticieros.
-¿Cómo fue que surge, en sus palabras, la idea de hacer de Utilísima “el Disney de la mujer argentina”?
-En 1990 decidí aprovechar que me estaba yendo mejor y llevé a mi familia a conocer Disney. Y cuando llegamos quedamos impresionados por ese mundo que desconocíamos. Ahí no solamente descubrí Disney, sino que descubrí todos los canales de televisión americana, y me inspiré y pensé: “Yo tengo que hacer con Utilísima como un Disney para la mujer. No tiene que ser sólo un programa de televisión, tiene que satisfacer todas sus necesidades”.
-A partir de esa revelación, ¿qué otros proyectos encaró para lograr ampliar el mundo Utilísima?
-Comprendí que con el programa no era suficiente y ahí es cuando me metí en la industria editorial. Me asocié con la Editorial Atlántida y empecé a hacer libros de todo, pero cómo salían cada dos meses la gente se desesperaba y me los pedía “para ya”. Por eso se me ocurrió la revista de Utilísima, con la gran colaboración de mi madre, Teté Sandler, que tenía una información y un conocimiento que yo no tenía. Ella tuvo un papel protagónico en la producción de contenidos. De la revista se vendieron unos 250 mil ejemplares en la primera tirada. Hicimos 5 tiradas en total. Más adelante, como el público quería conocer a los artistas de Utilísima, inventé la Expo Utilísima. Eran exposiciones anuales a la que iban cerca de 200 mil personas cada vez. Había desfiles de moda, talleres de cocina y manualidades. Era una fiesta para la gente. También fabricamos una línea de electrodomésticos, bajo el nombre de “Utilady”, a la cual no le fue muy bien. Y para finalizar decidí crear la Boutique Utilísima, porque cuando yo estaba en Disney me daba cuenta de que la gente, apenas se bajaba de los juegos... ¿qué hacía la gente? ¡Iba a las boutiques a comprar! La primera boutique la instalamos en la calle Talcahuano. Llegamos a construir unas 10 boutiques en todo el país.
-¿Porqué se desvinculó del proyecto?
-En la temporada de 1994 me ocurren dos cosas. Por un lado, Patricia Miccio, conductora del programa, me pide una millonada de salario porque Utilísima era un éxito. Yo no le podía pagar eso, pero intenté que Patricia se quedara. Ahí me di cuenta de que había un problema, yo quería hacer el Disney de la mujer y Patricia me estaba diciendo “Yo soy Mickey Mouse y es lo único que vale”. Entonces contraté a Marcela Tinayre como conductora, a pesar de que Yankelevich se enojó conmigo porque Miccio era un emblema. Pero ahí a Telefé ya no le interesaba mi programa, ellos tenían otros objetivos. Me di cuenta de que todo este Disney que yo había creado estaba en el aire, yo siempre dependía de alguien, era un inquilino.
-Ahí es cuando Utilísima se convierte en un canal de televisión.
-Yo decido hacer el canal, con dos estudios que construí con la ayuda de mi hermano, que es arquitecto. Con el canal propio podía ser independiente y no depender de las empresas de televisión. Armé un casting masivo para llamar a gente de todos los rubros. Quería expandirme. Pasamos de tener 40 especialistas en el programa a tener 250 para toda la programación, porque había que hacer 14 programas en total, que tenían que ser originales y diferentes. Empezar de cero con gente que no había estado nunca en los medios me permitió tener horarios y contratos más accesibles para poder subvencionarlo. Ahí nace Utilísima Satelital.
-Ustedes fueron una especie de formadores de celebridades. ¿Cómo encontraban los talentos para sus programas? ¿Qué tenía que tener una persona para que les llamara la atención?
-Yo siempre iba creando talentos. Yo veía a la gente, charlaba con ella y decía, “Me gusta. Vamos con él o ella”. Debo reconocer, así entre paréntesis, que he tenido buen ojo y capacidad para seleccionar a personas que después lograron la fama. Por ejemplo, Maru Botana surge de uno de nuestros nuevos programas. Ella era la ayudante de cocina de Francis Mallman. A mí me encantó su aspecto y su carisma. Un día le dije: “¿Te animás a cocinar?” y desde ese momento no paró de crecer. Ahí también empezaron los hermanos Petersen, Ariel Rodríguez Palacios, la lista es interminable.
-Pero si todo venía tan bien, si el Disney que usted creó era un éxito, ¿cómo fue que terminó el proyecto?
-Y bueno, como todo cuento romántico y feliz puede terminar bien o puede terminar mal. Utilísima Satelital fue un éxito descomunal. Estuvimos entre los tres canales de cable más vistos de la Argentina durante 8 años. Competimos con todo y más tarde nos expandimos a toda Latinoamérica. Pero ¿qué sucede? La situación económica del país, la crisis del 2001, me partió en dos. Apareció la revolución tecnológica, las cámaras cambiaron, los equipos cambiaron, apareció internet. La verdad que el panorama futuro era muy complejo. En el año 2003 decidí hacer un salto importante y me asocié con Fox, que era una empresa internacional, para crecer y ganar nuevos mercados. Más tarde Fox decidió comprar la empresa, y yo se las vendí. Ellos decidieron formar una empresa nueva que es Fox Toma 1, donde me nombraron CEO a mí.
-¿Hubo diferencias con Fox a la hora de continuar con el rumbo del canal?
-Todo iba muy bien, yo estaba muy bien, pero lógicamente había un cambio de época y los de Fox entendían que ese cambio pasaba por otro lado. Creyeron que había que terminar con lo que era la matriz de Utilísima, el servicio de hacer cosas. Empezaron a hacer programas tipo talk-shows, entonces dije, “Yo acá no sigo porque esto va a la quiebra”. Y renuncié. Fox continuó adelante, y exactamente tres años después Utilísima había desaparecido del mercado. No lo veía nadie. A pesar de que en internet se volvieron tendencias frases como “Que vuelva la Utilísima auténtica”, nada de esto ocurrió. Y lo que fue la empresa número uno dedicada a la mujer, se esfumó.
-¿Cómo fue su sensación a la hora de desprenderse del canal?
-Yo solté el proyecto y automáticamente empecé otros emprendimientos, con lo cual me olvidé del pasado, lo enterré y no es que no me causó dolor, porque cuando veía lo que se estaba haciendo y veía las quejas del público, me causaba horror. Una vez que cerraron el canal, en 2015, quien era presidente de Fox Internacional, el señor Carlos Martínez, vino a verme para que reflotara Utilísima. Yo le contesté: “Las segundas partes siempre son malas y no hacen a su crecimiento”. Pero sí me dolió la destrucción de un proyecto que todavía podría ser vital.
-¿Cree que Utilísima funcionaría hoy?
-Estamos hablando del siglo XXI. Indudablemente que la televisión ya no es el medio hegemónico, aunque sigue siendo el más gravitante, porque lo que pasa en un programa de televisión se entera todo el mundo. Eso no sucede con el streaming. Desde esta perspectiva, un proyecto cómo Utilísima que fue multiplataforma, multicontenido, sí podría funcionar. Pero hay que tener en cuenta que no es solamente televisión, también tenés internet, tenés streaming, tenés 10 millones de plataformas que tendrían que complementarse entre sí, para que el usuario que solamente ve streaming pueda encontrar ese contenido por todos lados. Si uno piensa en un proyecto de este estilo, es muy costoso, muy complejo y sobre todo hay que tener una gran capacidad creativa. El público está permanentemente buscando algo nuevo que ver.