Romper el pacto

El gobierno de Sheinbaum —si realmente quiere que se nos levanten las sanciones comerciales— debe atreverse a iniciar una investigación sobre los nexos entre el expresidente López Obrador y el narcotráfico. Es la oportunidad de sacudirse el yugo que la sujeta.

Feb 3, 2025 - 09:04
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Romper el pacto

Si el objetivo es que Estados Unidos levante las durísimas sanciones comerciales que nos ha impuesto, el gobierno de México debe comenzar por romper el pacto entre el narco y el poder. Un divorcio obligado por las circunstancias.

Más de un millón de estadounidenses han muerto por sobredosis de drogas desde el año 2000. Para dimensionar: 405 mil norteamericanos murieron durante la Segunda Guerra Mundial; 58 mil a causa de la guerra de Vietnam. Cada año, desde el 2022, han muerto aproximadamente 75 mil norteamericanos por el fentanilo que llega de México.

Esta espantosa mortandad la comenzaron las farmacéuticas al recetar sin control analgésicos derivados de opiáceos. Cuando se restringieron esos medicamentos fueron sustituidos por fentanilo, cuyos precursores vienen de China, se procesan en México y de aquí se trasladan a los Estados Unidos, donde se distribuyen masivamente por mafias mexicanas y estadounidenses. Ningún gobierno puede tolerar una situación así.

Estados Unidos pone los consumidores y el dinero, China los precursores y México la manufactura de la droga y su traslado. En México tenemos un grave problema de adicciones, pero desconocemos su magnitud porque López Obrador impidió que se levantaran encuestas sobre adicciones a lo largo de su sexenio. ¿Por qué lo hizo? Para esconder que el problema también es nuestro. El gobierno de Sheinbaum levantó la restricción y autorizó que se hiciera la encuesta, pero los resultados fueron tan absurdos que ahora mismo se está levantando una nueva encuesta. ¿Quién introdujo los errores metodológicos en la encuesta que se hizo? No sabemos de qué tamaño es el problema. No lo sabemos gracias al pacto en México entre poder y narcotráfico.

Se sospecha que un conjunto importante de gobernadores, alcaldes y jefes de la policía fueron puestos por el narco y están a su servicio. Se sospecha que el Ejército, que está a cargo de puertos y aduanas, permite que ingresen por los puertos los precursores de fentanilo y que fluya sin problema por la frontera el río de armas. Esto es, se sospecha que el Ejército forma parte del pacto entre poder y narcotráfico. Pero el problema va más allá: el gobierno de Sheinbaum —si realmente quiere que se nos levanten las sanciones comerciales— debe atreverse a iniciar una investigación sobre los nexos entre el expresidente López Obrador y el narcotráfico. Es la oportunidad de sacudirse el yugo que la sujeta.

Siete veces viajó López Obrador a Badiraguato. En esas ocasiones no lo custodió el Ejército ni la Guardia Nacional. Su protección corrió a cargo del Cartel de Sinaloa. ¿Quién mandaba en esa relación si era el presidente el que tenía que trasladarse a la sede del Cartel? Cuando aprehendieron a Ovidio Guzmán fue el mismo López Obrador el que ordenó su liberación luego de que los narcos amenazaron con revelar las cantidades que entregaron para su campaña. ¿Por qué no se comienza por hacer públicas las bitácoras del Ejército sobre los repetidos viajes de López Obrador al corazón de la tierra del narco?

Parece imposible que el gobierno de Sheinbaum pueda o quiera romper el pacto entre el poder y el narco, ya que éste implica a gobernadores, alcaldes, diputados, senadores, Ejército y al mismo expresidente López Obrador. Pero la política es muchas cosas menos un torneo de lealtades. Abundan las traiciones. O salvo mi propio pellejo o con todo el dolor de mi corazón te sacrifico, querido mentor.

La imposición de aranceles puede constituir el principio del fin de una relación perversa (narcotráfico y gobierno de Morena) de la que los mexicanos estamos hartos. No podemos circular por las carreteras del país. Nos cobran derecho de piso. Secuestran, torturan, desaparecen y asesinan a los nuestros, a ciudadanos comunes y corrientes. Más de 200 mil asesinatos ocurrieron durante el sexenio de López Obrador. A pesar de ese horror la gente votó mayoritariamente por la continuidad de ese gobierno. ¿Por qué? Ahora lo tengo claro. Propaganda masiva, dinero a raudales y control de las redes y los medios de comunicación.

El narco controla un tercio del territorio nacional, tiene presencia en prácticamente todos los municipios del país, las diez ciudades más peligrosas del mundo se localizan en México y Culiacán lleva más de 180 días viviendo en el terror. Estados como Guerrero y Tabasco están podridos. En las ciudades donde no se vive esta situación es porque viven bajo la pax narca.

O el gobierno se anima a romper con el pacto entre el narco y el poder o comienza la cuenta regresiva para que pierda el control del país y tenga que entrar otro grupo político a sustituirlo. Se trata de un acto tremendo de valentía política, dada la sospecha de que la propia campaña de la presidenta fue financiada con dinero ilegal. Romper el pacto. Se trata de una lógica de supervivencia: o se atreve a deslindarse del narco o comienza los preparativos para dejar el poder.