La Usera de toda la vida y su atípico Chinatown: "No queremos un gueto, somos un ejemplo de convivencia"

El barrio conectará con un eje peatonal a Madrid Río y sus vecinos dan "gracias al reclamo de la multiculturalidad"

Feb 8, 2025 - 08:56
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La Usera de toda la vida y su atípico Chinatown: "No queremos un gueto, somos un ejemplo de convivencia"

En la plaza Luis de Hoys de Usera convive el ir y venir de los vecinos con el sonido de las obras. Varios curiosos observan cómo los obreros trabajan en la remodelación de la plaza, rodeada por comercios de toda la vida. Dos cafeterías, un pequeño supermercado y el acceso al mercado del barrio. José Miguel y Martín nacieron en Usera y "aquí morirán", asegura Martín. Ambos tienen más de 70 años y han visto el barrio en todas sus etapas, pero sostienen que "nunca ha cambiado y mejorado de forma tan rápida como en los últimos diez años". La mayor transformación urbana del barrio culmina este 2025, con el fin de los trabajos de peatonalización de 1,7 kilómetros entre la plaza del Hidrógeno y el Mercado de Usera, que unirá el distrito con Madrid Río por un pasillo verde.

Una vez terminadas las obras en este espacio, está previsto que esta zona y otras del barrio se consoliden como el Chinatown de Madrid. Usera es el distrito con más población china de la capital con 20.000 habitantes procedentes del segundo país más poblado del mundo. Desde 2015, la celebración de su año nuevo, la llegada de cada vez más chinos y, con ello, la apertura de comercios de todo tipo inspirados en esta cultura asiática, no han dejado de proliferar. "Ahora, convivimos pared con pared comercios de toda la vida, como este asador de pollos, con tiendas de alimentos chinos", comenta Maria Luisa, dependienta de dicho asador. A su lado, se encuentra un establecimiento de productos para cocinar hot pot, un tipo de comida asiática que se cocina en un caldero con caldo en el que se cuecen los ingredientes justo antes de comerse.

"En ese local había un supermercado, pero el dueño murió y ahora es de chinos. Buscan su lugar en el barrio y es normal. Sobre todo porque cada vez son más. Aunque la realidad es que no nos mezclamos mucho, sobre todo por el idioma y los gustos. Pocos chinos compran aquí y pocos españoles compran ahí", concluye Maria Luisa, natural de Usera. Manuel, que tiene un puesto de fruta en el mercado, apoya la opinión de Maria Luisa, pero resalta que ha sentido "una mejora de la convivencia en estos últimos años". "Hace un año el problema de depósito de residuos alcanzó el punto más preocupante. Pero desde que se hizo un esfuerzo por explicarles cómo se hace aquí, se ha notado la diferencia. Son los primeros que quieren que todos estemos contentos", continúa.

Se esfuerzan realmente por adaptarse y no molestar

El comerciante asegura que al principio le preocupó la llegada masiva de personas procedentes de una cultura tan distinta y era "un tema recurrente de conversación con los clientes". Ahora, se comenta que "son bastante respetuosos, trabajadores y se esfuerzan realmente por adaptarse y no molestar": "Con perspectiva, me alegro que la cultura con la que nos ha tocado convivir sea la china. Sobre todo si beneficia al barrio. Muchas cosas buenas que se están haciendo aquí es gracias a que la multiculturalidad del distrito se han convertido en un reclamo", continúa.

Miguel, sentado en la terraza del bar Manchego, en plena plaza Luis de Hoys, se muestra enfadado "porque las obras y mejoras hayan tardado tanto". El madrileño, que lleva jubilado seis años, se queja de que los vecinos llevan "más de una década" pidiendo calles peatonales y la reforma de Hoys, plaza que valora como "el corazón de esa zona de Usera". "Este distrito es trabajador, obrero y siempre ha estado poco cuidado o conservado. Los chinos vinieron aquí porque es de los pocos sitios donde aún se puede vivir de forma asequible en Madrid. Nadie se habría imaginado que su llegada nos habría impulsado a conseguir por lo que llevamos luchando tanto tiempo. Llega tarde, pero, al menos llega. Lo llegamos a saber y los habríamos invitado a venir antes", bromea.

Una obra ideada desde 2016, pero parada hasta 2022

Esta tardanza en el inicio de las obras del pasillo verde la vivió de cerca Carlos Sanz, presidente de la asociación vecinal de Usera que explica cómo este proyecto surgió en 2016, pero se paralizó por las elecciones y la pandemia. Tras este parón, su diseño y ejecución se retomó en 2022, cuando la junta municipal presentó el nuevo proyecto. "Retormar las obras nos pareció bueno para el barrio y para Usera, pero empezaron muy lentamente. Ahora, las expectativas están altas sobre todo por cómo se va acabar gestionando la disposición de mobiliario y zonas verdes. Pero, aún sin saber esto, lo que va a suponer nos beneficia a todos: la reducción de tráfico, el tener más espacio para peatones, las aceras más amplias y la accesibilidad... La gente está contenta", explica Sanz.

Sin embargo, el líder de la asociación lamenta que, un proyecto que supone una respuesta a demandas vecinales y que se gestó en 2026, haya sido redireccionado para incluir "a la fuerza" el título de Chinatown. "El proyecto inicialmente se llamaba Clever Cities. No nos gusta nada la palabra Chinatown. Porque, además, el recorrido solo cruza un 30% por lo que va a ser el barrio chino", continúa. Además, contrasta que los vecinos sí están a favor de convertirse en un barrio chino, pero no apoyan que sea como los de Londres o Nueva York. "Debe ser un Chinatown integrado en el entorno, con mayor frecuencia de limpieza, que haya convivencia de comercios chinos con españoles y que, sobre todo, que no signifique expulsar a los vecinos. No queremos un gueto, queremos un ejemplo de convivencia", concluye.

Mobiliario con temática china en los 1,7 km de paseo

Uno de los objetivos en términos de turismo para este 2025 es consolidar Usera como el barrio chino de Madrid y de España, tal y como contó la concejal delegada de dicha área, Almudena Maíllo. Para ello, en los presupuestos municipales se incluyen 475.000 euros para construir los arcos chinos en la calle Dolores Barranco dentro del proyecto del Chinatown madrileño. El concurso para adjudicar el proyecto de dichos arcos sigue abierto tras duplicar el presupuesto por quedarse desierto en la anterior convocatoria. Sin embargo, la expectación la causan las obras para unir la plaza del Hidrógeno con Madrid Río a través de un pasillo peatonal de 1,7 kilómetros de longitud que abarca más de 63.000 m2.

Una vez terminadas las obras este 2025, se instalarán elementos a lo largo del pasillo que refuercen la identidad del entorno como espacio de convivencia con la cultura china mobiliario específico y referencias en pavimentos y señales. Por ejemplo, en la plaza de las Tizas se colocarán juegos infantiles con forma de dragón, entre otros detalles que aún no se han desvelado. El objetivo, según informó la delegada de Obras y Equipamientos, Paloma García Romero, es que los turistas y los propios madrileños sientan la llamada de "acercarse al sur de Madrid y disfrutar de una gran oferta cultural y de ocio, también reflejado en el comercio y la restauración de la zona".