Alemania siempre presumió de ser el hogar de Porsche. Estados Unidos tiene la receta para arrebatársela: aranceles y contaminación
Amenazó y cumplió. Y, posteriormente, volvió a amenazar. La duda es si volverá a cumplir. Hablamos de los nuevos aranceles que Donald Trump ha levantado a México, Canada y China. Y los que, asegura, levantará a Europa. Una forma de actuar que, sin duda, tendrá duras repercusiones sobre el mercado del automóvil que hasta ahora se valía de México o Canadá para producir coches que posteriormente se vendían en Estados Unidos. O aquellos, como en el caso de Porsche, son enviados directamente desde la Unión Europea a todos los mercados. Ahora, una de las firmas más icónicas del grupo Volkswagen está estudiando su marcha, al menos parcial, a Estados Unidos. Adiós, Alemania, adiós Si por algo se han caracterizado las firmas alemanas a lo largo de su historia era del made in Germany. Esa etiqueta ha servido, especialmente a los fabricantes premium, como garantía de calidad frente a la competencia. Un valor añadido que les ha permitido cobrar más que la competencia por esos valores intangibles que, en ocasiones, son tan difíciles de cuantificar. Sin embargo, con los años, parte de esa aparente calidad o valor añadido se ha ido diluyendo. Y la crisis es especialmente grave para unas compañías que basan gran parte de su producción en China, donde el público chino les está dando la espalda y empiezan a señalar que desde Europa les llega un producto obsoleto incapaz de competir con el producto local. Esta caída en las ventas se ha sumado a una industria europea del automóvil en plena reconversión. Con la apuesta política por el coche eléctrico que, de momento, no parece estar obteniendo la acogida esperada, los fabricantes europeos buscan soluciones para cuadrar sus cuentas. Uno de los más castigados es el Grupo Volkswagen. Todo ello ha propiciado una tormenta perfecta donde Alemania parece ser el país que más competitividad ha perdido a la hora de producir coches. Sus fabricantes buscan la salida con miles de despidos y entregan sus coches más pequeños (que aportan un menor margen de beneficios) a países donde producir es más barato, como España. Al mismo tiempo, otros fabricantes ya están abandonando la idea de producir en suelo germano. Y en mitad de esta tormenta se encuentra Porsche. El fabricante alemán siempre ha sido relativamente pequeño si se compara con gigantes como Volkswagen o Audi pero, al mismo tiempo, es una de las grandes joyas de la corona del conglomerado germano. Dentro del grupo, nadie tiene mejor relación de margen de beneficios y, al mismo tiempo, mantiene un volumen de ventas considerable. En 2024, la compañía empezó a asentarse como la segunda marca de coches más rentable del mundo, por detrás de Ferrari. Los alemanes ya firmaron en 2022 un margen de beneficios del 18% pero su intención ha sido la de seguir apuntalando estas cifras y aspirar a conseguir un 20%, una cifra envidiable en la industria. Su receta pasa por seguir vendiendo un volumen de coches por encima de las 300.000 unidades pero, sobre todo, ahondar en sus ediciones especiales (mucho más caras por una inversión poco costosa para el fabricante). La compañía necesita más que nunca mantener este ritmo porque su caída en 2024 en el mercado chino fue de un 28%. Porsche pasó de vender 79.283 unidades en 2023 a 56.887 vehículos en 2024. En un año, China ha pasado de representar el 25% de las ventas a apenas el 18% de las mismas. En esa fluctuación de mercados, Estados Unidos se posiciona como el lugar más interesante para Porsche. El mercado Norteamericano sumó 86.541 unidades vendidas, medio millar más que en 2023. Aunque el resto de mercados (quitando China) aumentaron sus ventas, (+8% en Europa y +6% en mercados emergentes), Norteamérica fue el mercado donde más unidades colocó la marca. Por eso, la compañía parece estar interesada en sacar parte de su producción de Alemania y recolocarla en Estados Unidos. Hasta ahora, el grueso de la producción de Porsche se da en Alemania y, desde luego, allí se diseñan sus coches más espectaculares y especiales. La compañía solo produce el Porsche Cayenne en Bratislava (comparte plataforma con el Audi Q7) y en Malasia desde hace apenas un par de años con el objetivo de llegar antes y con menores costes a los mercados asiáticos. En Xataka Alemania ha descubierto por las malas cuál es el único camino para vender coches eléctricos: ayudas estatales Ahora es, con las nuevas amenazas de aranceles de Donald Trump, Estados Unidos la que gana fuerza en detrimento de Alemania. La compañía está valorando llevar parte de su producción allí junto a Audi, señalan en Fortune. Desde Carscoop explican que la producción de Volkswagen en Chattanooga es escasa y que las líneas se podrían adaptar para producir allí los modelos de Audi y Porsche. El movimiento tendría mucho sentido porque la compañía trataría de salvar los nuevos aranceles que podrían llegar en el futuro a Europa. El periódico alemán Ha
Amenazó y cumplió. Y, posteriormente, volvió a amenazar. La duda es si volverá a cumplir.
Hablamos de los nuevos aranceles que Donald Trump ha levantado a México, Canada y China. Y los que, asegura, levantará a Europa. Una forma de actuar que, sin duda, tendrá duras repercusiones sobre el mercado del automóvil que hasta ahora se valía de México o Canadá para producir coches que posteriormente se vendían en Estados Unidos.
O aquellos, como en el caso de Porsche, son enviados directamente desde la Unión Europea a todos los mercados. Ahora, una de las firmas más icónicas del grupo Volkswagen está estudiando su marcha, al menos parcial, a Estados Unidos.
Adiós, Alemania, adiós
Si por algo se han caracterizado las firmas alemanas a lo largo de su historia era del made in Germany. Esa etiqueta ha servido, especialmente a los fabricantes premium, como garantía de calidad frente a la competencia. Un valor añadido que les ha permitido cobrar más que la competencia por esos valores intangibles que, en ocasiones, son tan difíciles de cuantificar.
Sin embargo, con los años, parte de esa aparente calidad o valor añadido se ha ido diluyendo. Y la crisis es especialmente grave para unas compañías que basan gran parte de su producción en China, donde el público chino les está dando la espalda y empiezan a señalar que desde Europa les llega un producto obsoleto incapaz de competir con el producto local.
Esta caída en las ventas se ha sumado a una industria europea del automóvil en plena reconversión. Con la apuesta política por el coche eléctrico que, de momento, no parece estar obteniendo la acogida esperada, los fabricantes europeos buscan soluciones para cuadrar sus cuentas. Uno de los más castigados es el Grupo Volkswagen.
Todo ello ha propiciado una tormenta perfecta donde Alemania parece ser el país que más competitividad ha perdido a la hora de producir coches. Sus fabricantes buscan la salida con miles de despidos y entregan sus coches más pequeños (que aportan un menor margen de beneficios) a países donde producir es más barato, como España. Al mismo tiempo, otros fabricantes ya están abandonando la idea de producir en suelo germano.
Y en mitad de esta tormenta se encuentra Porsche. El fabricante alemán siempre ha sido relativamente pequeño si se compara con gigantes como Volkswagen o Audi pero, al mismo tiempo, es una de las grandes joyas de la corona del conglomerado germano. Dentro del grupo, nadie tiene mejor relación de margen de beneficios y, al mismo tiempo, mantiene un volumen de ventas considerable.
En 2024, la compañía empezó a asentarse como la segunda marca de coches más rentable del mundo, por detrás de Ferrari. Los alemanes ya firmaron en 2022 un margen de beneficios del 18% pero su intención ha sido la de seguir apuntalando estas cifras y aspirar a conseguir un 20%, una cifra envidiable en la industria. Su receta pasa por seguir vendiendo un volumen de coches por encima de las 300.000 unidades pero, sobre todo, ahondar en sus ediciones especiales (mucho más caras por una inversión poco costosa para el fabricante).
La compañía necesita más que nunca mantener este ritmo porque su caída en 2024 en el mercado chino fue de un 28%. Porsche pasó de vender 79.283 unidades en 2023 a 56.887 vehículos en 2024. En un año, China ha pasado de representar el 25% de las ventas a apenas el 18% de las mismas.
En esa fluctuación de mercados, Estados Unidos se posiciona como el lugar más interesante para Porsche. El mercado Norteamericano sumó 86.541 unidades vendidas, medio millar más que en 2023. Aunque el resto de mercados (quitando China) aumentaron sus ventas, (+8% en Europa y +6% en mercados emergentes), Norteamérica fue el mercado donde más unidades colocó la marca.
Por eso, la compañía parece estar interesada en sacar parte de su producción de Alemania y recolocarla en Estados Unidos. Hasta ahora, el grueso de la producción de Porsche se da en Alemania y, desde luego, allí se diseñan sus coches más espectaculares y especiales. La compañía solo produce el Porsche Cayenne en Bratislava (comparte plataforma con el Audi Q7) y en Malasia desde hace apenas un par de años con el objetivo de llegar antes y con menores costes a los mercados asiáticos.
Ahora es, con las nuevas amenazas de aranceles de Donald Trump, Estados Unidos la que gana fuerza en detrimento de Alemania. La compañía está valorando llevar parte de su producción allí junto a Audi, señalan en Fortune. Desde Carscoop explican que la producción de Volkswagen en Chattanooga es escasa y que las líneas se podrían adaptar para producir allí los modelos de Audi y Porsche.
El movimiento tendría mucho sentido porque la compañía trataría de salvar los nuevos aranceles que podrían llegar en el futuro a Europa. El periódico alemán Handelsblatt asegura que también se está considerando la planta que Volkswagen tiene en Baja California, donde fabrica los Scout, enormes pick-up destinadas exclusivamente al mercado estadounidense.
A todo lo anterior hay que sumar las intenciones del Gobierno de Estados Unidos de reducir la presión por saltar al coche eléctrico, que allí también existe. Bajo el mandato de Joe Biden se aprobó la llamada ley de "ahorro de combustible" que pretende multar a los fabricantes cuyos coches en el mercado superen los 3,9 litros/100 km de combustible, lo que obligaría a electrificar gran parte de la flota.
Bernie Moreno, una de las manos derechas de Trump y senador por Ohio, quiere eliminar estas restricciones, así como todo tipo de ayudas a la producción y compra de coches eléctricos. De salir adelante sus propuestas permitiría a los fabricantes a mantener sus grandes motores de combustión de cara al futuro, un aliciente para marcas como Porsche o Ferrari que sacan enorme rendimiento a los mismos.
De momento, el proyecto está siendo debatido internamente pero con China en pleno retroceso, Porsche necesita más que nunca seguir aumentando sus ventas en Estados Unidos. Si se levantan barreras comerciales y, al mismo tiempo, se relajan las exigencias medioambientales de cara a los próximos años, un desembarco en suelo estadounidense parece algo más que lógico.
Foto | Porsche
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La noticia
Alemania siempre presumió de ser el hogar de Porsche. Estados Unidos tiene la receta para arrebatársela: aranceles y contaminación
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alberto de la Torre
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