Ya sabíamos que el vino español iba camino del colapso. Lo que no sabíamos era que la sequía iba a acelerarlo tanto
A estas alturas de 2025, decir que el vino español va camino del desastre no puede sorprender a nadie. Sin embargo, es inevitable que, al leer frases como esas, pensemos que se está exagerando. A poco que examinamos los datos, vemos que el golpe puede llegar a ser descomunal. Dos noticias que se entienden mejor juntas. La primera es del 25 de julio de 2024: la vendimia más temprana en el Marco de Jerez desde que se tienen registros históricos. Es decir, desde hace más de 130 años. Como decían los propios enólogos, vieron que "en julio la uva ya estaba en su punto óptimo (los 10,5º Baumé exigidos) y que si esperábamos más iba a perder peso y a deteriorarse". La segunda noticia es de un par de meses después: la producción de vino del Reino Unido se ha duplicado en muy poco tiempo y, de hecho, la superficie plantada con vides ha aumentado un 75% en los últimos cinco años. Esto es algo rarísimo en un lugar donde (pese a tener viñas desde la época romana y producir comercialmente desde los 60) nunca se han dado bien las vides por el frío y el mal tiempo. Ambas noticias son el haz y el envés de un enorme problema: el descomunal impacto que tiene el cambio climático en las principales regiones vitivinícolas de Europa. Y, muy especialmente, en España. En Xataka Para salvar al vino español, Gobierno y productores han llegado a una conclusión: hay que empezar a arrancar viñedos Un problema global que nos afecta especialmente. Tradicionalmente, hay dos zonas planetarias indicadas para el cultivo de la vid: la ubicada entre los paralelos 30º y 50º del hemisferio norte y la ubicada entre el 30º y 40º en el sur. El problema es que, como pronosticaba el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica en Francia, hacia 2100 esas zonas estarán completamente desdibujadas con del doble de días "muy cálidos" de la media histórica. Según un estudio publicado en Nature Reviews Earth & Environment en marzo de 2024, hasta el 70% de las actuales regiones productoras de vino podrían enfrentar un riesgo sustancial de perder su idoneidad para la viticultura. En ese cajón estamos nosotros. En España, como defiende Felicidad de Herralde, investigadora del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de Cataluña, hacia finales de siglo "el déficit hídrico podría alcanzar los 200 litros por metro cuadrado". Es decir, en muchas zonas vitivinícolas "puede que falte la mitad del agua de lluvia de la que se dispone ahora en un año". Las cosas están cambiando. "He pasado de vendimiar con abrigo a hacerlo en manga corta y siempre mirando al cielo. Mi padre no recuerda en toda su juventud ni una tormenta de granizo y ahora nos vienen en septiembre destrozándonos la cosecha e incluso en primavera, arrasando la de ese año y la del siguiente, porque se lleva todas las yemas", explicaba en rioja2 Berta Valgañón, agricultora y productora de la Denominación de Origen Calificada Rioja. Y es que cuando decimos que "el tiempo está loco" no somos del todo conscientes de lo que implica. Como señalaba Olivia García "en invierno no nieva, [...] en febrero hace calor y las plantas empiezan a brotar antes pero el riesgo de heladas se extiende hasta mayo [...]. En primavera apenas llueve y el verano es totalmente seco". El resultado es que, cuando "llega la vendimia hace tanto calor que el nivel de azúcar y el de acidez llegan a estar totalmente desequilibrados". No es raro. "En un periodo de referencia que va de 1972 a 2005 hemos constatado que, por ejemplo, en la región del Penedès el incremento de las temperaturas medias anuales ya ha alcanzado los dos grados y medio", explicaba de Herralde en El País. Las estimaciones son terroríficas. A finales de 2022, la Universidad de Reading publicó un informe donde se concluía que "una quinta parte del Reino Unido podría tener condiciones climáticas adecuadas para cultivar uvas chardonnay en 2050". Pero en cambio, "según un estudio realizado a lo largo de 15 años en viñedos de diferentes zonas del mundo, el 90% de las zonas actuales de cultivo no serán aptas dentro de unos años". A esto hay que sumarle el problema del agua. No solo es que falte agua en momentos puntuales muy importantes, sino que como defendía Jordi Pastor, la mayoría de los viticultores cultivan ya con una cantidad de agua inferior a la óptima. Como pasa con el olivo, la estrategia agrícola es migrar la producción hacia el regadío y, de hecho, mientras hace 20 años los porcentajes de viñas de regadío era despreciable, hoy roza ya el 50%. Y aún así, la situación es muy complicada... Con los datos disponibles de las denominaciones de origen catalanas, podemos decir que la brotación y la floración se están adelantando en torno a 11 días respecto a hace medio siglo. Pero además, "los ciclos principales de la viña [brotación, floración, cuajado, envero y cosecha] son más rápidos, esas fases son más cortas". Es lo que veíamo
![Ya sabíamos que el vino español iba camino del colapso. Lo que no sabíamos era que la sequía iba a acelerarlo tanto](https://i.blogs.es/a7c35a/plantilla-xtk/840_560.png)
A estas alturas de 2025, decir que el vino español va camino del desastre no puede sorprender a nadie. Sin embargo, es inevitable que, al leer frases como esas, pensemos que se está exagerando. A poco que examinamos los datos, vemos que el golpe puede llegar a ser descomunal.
Dos noticias que se entienden mejor juntas. La primera es del 25 de julio de 2024: la vendimia más temprana en el Marco de Jerez desde que se tienen registros históricos. Es decir, desde hace más de 130 años. Como decían los propios enólogos, vieron que "en julio la uva ya estaba en su punto óptimo (los 10,5º Baumé exigidos) y que si esperábamos más iba a perder peso y a deteriorarse".
La segunda noticia es de un par de meses después: la producción de vino del Reino Unido se ha duplicado en muy poco tiempo y, de hecho, la superficie plantada con vides ha aumentado un 75% en los últimos cinco años. Esto es algo rarísimo en un lugar donde (pese a tener viñas desde la época romana y producir comercialmente desde los 60) nunca se han dado bien las vides por el frío y el mal tiempo.
Ambas noticias son el haz y el envés de un enorme problema: el descomunal impacto que tiene el cambio climático en las principales regiones vitivinícolas de Europa. Y, muy especialmente, en España.
Un problema global que nos afecta especialmente. Tradicionalmente, hay dos zonas planetarias indicadas para el cultivo de la vid: la ubicada entre los paralelos 30º y 50º del hemisferio norte y la ubicada entre el 30º y 40º en el sur. El problema es que, como pronosticaba el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica en Francia, hacia 2100 esas zonas estarán completamente desdibujadas con del doble de días "muy cálidos" de la media histórica.
Según un estudio publicado en Nature Reviews Earth & Environment en marzo de 2024, hasta el 70% de las actuales regiones productoras de vino podrían enfrentar un riesgo sustancial de perder su idoneidad para la viticultura. En ese cajón estamos nosotros.
En España, como defiende Felicidad de Herralde, investigadora del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de Cataluña, hacia finales de siglo "el déficit hídrico podría alcanzar los 200 litros por metro cuadrado". Es decir, en muchas zonas vitivinícolas "puede que falte la mitad del agua de lluvia de la que se dispone ahora en un año".
Las cosas están cambiando. "He pasado de vendimiar con abrigo a hacerlo en manga corta y siempre mirando al cielo. Mi padre no recuerda en toda su juventud ni una tormenta de granizo y ahora nos vienen en septiembre destrozándonos la cosecha e incluso en primavera, arrasando la de ese año y la del siguiente, porque se lleva todas las yemas", explicaba en rioja2 Berta Valgañón, agricultora y productora de la Denominación de Origen Calificada Rioja.
Y es que cuando decimos que "el tiempo está loco" no somos del todo conscientes de lo que implica. Como señalaba Olivia García "en invierno no nieva, [...] en febrero hace calor y las plantas empiezan a brotar antes pero el riesgo de heladas se extiende hasta mayo [...]. En primavera apenas llueve y el verano es totalmente seco". El resultado es que, cuando "llega la vendimia hace tanto calor que el nivel de azúcar y el de acidez llegan a estar totalmente desequilibrados".
No es raro. "En un periodo de referencia que va de 1972 a 2005 hemos constatado que, por ejemplo, en la región del Penedès el incremento de las temperaturas medias anuales ya ha alcanzado los dos grados y medio", explicaba de Herralde en El País.
Las estimaciones son terroríficas. A finales de 2022, la Universidad de Reading publicó un informe donde se concluía que "una quinta parte del Reino Unido podría tener condiciones climáticas adecuadas para cultivar uvas chardonnay en 2050". Pero en cambio, "según un estudio realizado a lo largo de 15 años en viñedos de diferentes zonas del mundo, el 90% de las zonas actuales de cultivo no serán aptas dentro de unos años".
A esto hay que sumarle el problema del agua. No solo es que falte agua en momentos puntuales muy importantes, sino que como defendía Jordi Pastor, la mayoría de los viticultores cultivan ya con una cantidad de agua inferior a la óptima.
Como pasa con el olivo, la estrategia agrícola es migrar la producción hacia el regadío y, de hecho, mientras hace 20 años los porcentajes de viñas de regadío era despreciable, hoy roza ya el 50%.
Y aún así, la situación es muy complicada... Con los datos disponibles de las denominaciones de origen catalanas, podemos decir que la brotación y la floración se están adelantando en torno a 11 días respecto a hace medio siglo. Pero además, "los ciclos principales de la viña [brotación, floración, cuajado, envero y cosecha] son más rápidos, esas fases son más cortas". Es lo que veíamos también en el Marco de Jerez y en el resto de zonas vitivinícolas de España, Grecia, Italia o el sur de California. Francia, mucho menos afectada, también le ha visto las orejas al lobo.
...que va más allá de lo futurible. Este abril, Freixenet presentó un ERTE para 615 trabajadores por la sequía. Según explicaron, era un "ejercicio de responsabilidad" para "garantizar la operatividad del negocio" ante la carencia de uva debido a la falta de lluvia. Independientemente de los detalles de ese caso en concreto, la verdad es que las ramificaciones laborales, financieras e industriales del problema ya están aquí. Y no se va a ir a ningún lado.
¿Cómo hacemos para salvar el vino? "España será un lugar poco idóneo para elaborar vino, lo que significa que la producción de vino no se volverá imposible, pero será cada vez más difícil según el grado de calentamiento global", defendía Sébastien Zito, investigador del Instituto de la Ciencias de la Viña y el Vino de Burdeos. Tiene razón.
Por eso, el mundo del vino trabaja ya a toda prisa por buscar soluciones. Y lo cierto es que la lucha por mantener la rentabilidad no es el único problema. Al fin y al cabo, esta presión medioambiental ataca también a la propia personalidad de los vinos. ¿Podrán los vinos españoles sobrevivir sin dejar de ser ellos mismos por el camino?
Imagen | Trent Erwin | Climate Reanalyzer
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La noticia
Ya sabíamos que el vino español iba camino del colapso. Lo que no sabíamos era que la sequía iba a acelerarlo tanto
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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