La historia real de 'El 47', nominada a mejor película en los Premios Goya

La historia de la película 'El 47' nos habla de sacrificio, de valentía, de determinación, comunidad y rebeldía pacífica. Para ello utiliza la historia de Manuel Vital, el conductor de autobús que el 7 de mayo de 1978 secuestró el vehículo público que conducía de la línea 47 para llevarlo al barrio de Torre Baró . Así quería dar un golpe en la mesa y demostrar a la compañía de buses y al Ayuntamiento que no había razón alguna para no dar aquel servicio a un barrio hasta entonces totalmente incomunicado y que sufría calles si asfaltar con pendientes del 11 por ciento. Barrena lleva esta historia con maestría para tocar la fibra sensible del espectador y reforzar el arco dramático de los personajes, pero hay detalles de la historia real que decide omitir o cuenta a medias para no perjudicar el efecto redentor de la película. El primero sería el momento en que arranca la historia. Según rezan los títulos, nos trasladamos a 1958 , cuando los inmigrantes llegados de Andalucía y Extremadura (también había muchos gallegos, pero no se informa de éstos), se trasladan a la montaña de Torre Baró para construir lo que serán sus viviendas. En realidad, Manolo Vital llegó a Barcelona en 1947, instalándose priemro en El Clot. Se mudó a Torre Baró en 1951. Lo que explica sobre el modo en que se inició el barrio es totalmente cierto. Los vecinos habían comprado las parcelas de esta montaña. Lo hicieron con pagarés sacados directamente de las pagas extras de sus trabajos. El gasto acabó con sus fondos y juntos se financiaban los materiales de construcción para levantar las casas de forma comunitaria. Y lo hacían una a una al ver que, si cada uno construía la suya, no les daba tiempo material a acabarla antes de que la Guardia Civil viniese por la mañana. Si las casas no tenían techo, no alcanzaban la condición de hogar y las fuerzas de seguridad tenían la potestad de derruirla. La película pone a Manolo Vital como el incitador de esta estrategia, pero fue algo más colectivo. Otro cambio que realiza la película es convertir a la hija de Vital en la narradora de la historia. En realidad, el conductor y activista vecinal tuvo un hijo, también llamado Manuel y una nieta que sí se llamaba Joana, como la película. El cambio ayuda a potenciar más la idea de orgullo de clase que arrastra la narración. Al principio, la hija se avergonzará de ser una «charnega» y vivir en un barrio pobre, despreciando la inactividad de Vital en la primera hora de la película. Este énfasis en la pasividad de Vital se exacerba para conseguir mejores efectos dramáticos. « Cabeza, cabeza» reclama siempre Eduard Fernández en la película a los más impulsivos del barrio. En realidad, él siempre permaneció implicado en los problemas de Torre Baró, así como los de su empresa. Afiliado al PSUC y a CC.OO, fue uno de los despedidos por la huelga de 1971 de los trasportes metropolitanos. Además, en 1970 se convierte en presidente de la Asociación de vecinos de Nou Barris y en 1978 crea y se alza como presidente de la Asociación de Vecinos de Torre Baró. Otra de las libertades que se toma la película es situar a un joven Pasqual Maragall como pasajero habitual del autobús de Vital, incluso estando presente el día del secuestro. Durante un momento de la película el presunto Maragall le pregunta cómo puede ayudarle y Vital contesta «preséntese a alcalde» dando a entender la implicación del Maragall futuro por el extrarradio barcelonés. Lo cierto es poco pudo hacer como alcalde para mejorar las condiciones de vida de los vecinos de Torre Baró. Como vemos, la película sólo cambia elementos circunstanciales que no alteran el espíritu de lo que quiere narrar, la superación del individualismo del héroe para volver a la senda social y provocar el movimiento colectivo. Esta es la historia y todo lo demás lo obvia. Otro cambio es el día del secuestro. Para simplificar, en la película Vital coge su autobús a las 8 de la mañana en las cocheras de Levante y desde el principio lo lleva a Torre Baró. En realidad, el conductor completó su recorrido dos veces, de plaza Cataluña a la Guineueta , antes de que se atreviese a cumplir su hazaña. Entonces, como refleja muy bien el filme, se baja del autobús, un espectacular Pegaso Montrat, y llama a su mujer. «¡Allá voy!», exclama. Para simplificar todavía más la acción, aquí la película nos dice que deja al cobrador del autobús antes de empezar a subir a Torre Baró. En realidad, el cobrador subió con él apoyándole en todo momento y no fue hasta que bajaron de nuevo a cocheras por la noche cuando le dio dinero, 25 pesetas en total, para que se fuera y cogiera un taxi. Porque la película acaba con la policía en Torre Baró deteniendo a Vital. Y en realidad no le detuvieron hasta las diez de la noche, cuando ya se dirigía a devolver el autobús. Le pararon en la calle Valencia y le llevaron a comisaría de Malalts donde al día siguiente fue juzgado acusado de secuestro. Otro elemento que olvida la película es el hecho singular de la acción de

Feb 8, 2025 - 09:44
 0
La historia real de 'El 47', nominada a mejor película en los Premios Goya
La historia de la película 'El 47' nos habla de sacrificio, de valentía, de determinación, comunidad y rebeldía pacífica. Para ello utiliza la historia de Manuel Vital, el conductor de autobús que el 7 de mayo de 1978 secuestró el vehículo público que conducía de la línea 47 para llevarlo al barrio de Torre Baró . Así quería dar un golpe en la mesa y demostrar a la compañía de buses y al Ayuntamiento que no había razón alguna para no dar aquel servicio a un barrio hasta entonces totalmente incomunicado y que sufría calles si asfaltar con pendientes del 11 por ciento. Barrena lleva esta historia con maestría para tocar la fibra sensible del espectador y reforzar el arco dramático de los personajes, pero hay detalles de la historia real que decide omitir o cuenta a medias para no perjudicar el efecto redentor de la película. El primero sería el momento en que arranca la historia. Según rezan los títulos, nos trasladamos a 1958 , cuando los inmigrantes llegados de Andalucía y Extremadura (también había muchos gallegos, pero no se informa de éstos), se trasladan a la montaña de Torre Baró para construir lo que serán sus viviendas. En realidad, Manolo Vital llegó a Barcelona en 1947, instalándose priemro en El Clot. Se mudó a Torre Baró en 1951. Lo que explica sobre el modo en que se inició el barrio es totalmente cierto. Los vecinos habían comprado las parcelas de esta montaña. Lo hicieron con pagarés sacados directamente de las pagas extras de sus trabajos. El gasto acabó con sus fondos y juntos se financiaban los materiales de construcción para levantar las casas de forma comunitaria. Y lo hacían una a una al ver que, si cada uno construía la suya, no les daba tiempo material a acabarla antes de que la Guardia Civil viniese por la mañana. Si las casas no tenían techo, no alcanzaban la condición de hogar y las fuerzas de seguridad tenían la potestad de derruirla. La película pone a Manolo Vital como el incitador de esta estrategia, pero fue algo más colectivo. Otro cambio que realiza la película es convertir a la hija de Vital en la narradora de la historia. En realidad, el conductor y activista vecinal tuvo un hijo, también llamado Manuel y una nieta que sí se llamaba Joana, como la película. El cambio ayuda a potenciar más la idea de orgullo de clase que arrastra la narración. Al principio, la hija se avergonzará de ser una «charnega» y vivir en un barrio pobre, despreciando la inactividad de Vital en la primera hora de la película. Este énfasis en la pasividad de Vital se exacerba para conseguir mejores efectos dramáticos. « Cabeza, cabeza» reclama siempre Eduard Fernández en la película a los más impulsivos del barrio. En realidad, él siempre permaneció implicado en los problemas de Torre Baró, así como los de su empresa. Afiliado al PSUC y a CC.OO, fue uno de los despedidos por la huelga de 1971 de los trasportes metropolitanos. Además, en 1970 se convierte en presidente de la Asociación de vecinos de Nou Barris y en 1978 crea y se alza como presidente de la Asociación de Vecinos de Torre Baró. Otra de las libertades que se toma la película es situar a un joven Pasqual Maragall como pasajero habitual del autobús de Vital, incluso estando presente el día del secuestro. Durante un momento de la película el presunto Maragall le pregunta cómo puede ayudarle y Vital contesta «preséntese a alcalde» dando a entender la implicación del Maragall futuro por el extrarradio barcelonés. Lo cierto es poco pudo hacer como alcalde para mejorar las condiciones de vida de los vecinos de Torre Baró. Como vemos, la película sólo cambia elementos circunstanciales que no alteran el espíritu de lo que quiere narrar, la superación del individualismo del héroe para volver a la senda social y provocar el movimiento colectivo. Esta es la historia y todo lo demás lo obvia. Otro cambio es el día del secuestro. Para simplificar, en la película Vital coge su autobús a las 8 de la mañana en las cocheras de Levante y desde el principio lo lleva a Torre Baró. En realidad, el conductor completó su recorrido dos veces, de plaza Cataluña a la Guineueta , antes de que se atreviese a cumplir su hazaña. Entonces, como refleja muy bien el filme, se baja del autobús, un espectacular Pegaso Montrat, y llama a su mujer. «¡Allá voy!», exclama. Para simplificar todavía más la acción, aquí la película nos dice que deja al cobrador del autobús antes de empezar a subir a Torre Baró. En realidad, el cobrador subió con él apoyándole en todo momento y no fue hasta que bajaron de nuevo a cocheras por la noche cuando le dio dinero, 25 pesetas en total, para que se fuera y cogiera un taxi. Porque la película acaba con la policía en Torre Baró deteniendo a Vital. Y en realidad no le detuvieron hasta las diez de la noche, cuando ya se dirigía a devolver el autobús. Le pararon en la calle Valencia y le llevaron a comisaría de Malalts donde al día siguiente fue juzgado acusado de secuestro. Otro elemento que olvida la película es el hecho singular de la acción del secuestro, como si fuese algo ideado únicamente por Vital. En realidad, el secuestro de autobuses era una práctica «habitual» de la época. Había antecedentes en 1974 en el barrio de Les Roquetes. Y ese mismo 7 de mayo de 1978 se secuestró la línea 2 de Ciutat Meridiana. El PSUC y CC.OO. actuaron como cómplices de la actividad de Vital, siendo el conductor afiliado a ambos. Por ejemplo, el 6 de mayo del 78 se reunió con ambas organizaciones. La película lo presenta como héroe en solitario, pero nada más lejos de la realidad. Esta idea de película sobre un héroe que supera sus miedos y se atreve a enfrentarse contra el poder hace que la historia pase de puntillas por la lucha real que tuvo Vital contra el Ayuntamiento y la humillación que sufrió día sí y día también durante años sin que nadie moviese un dedo por ayudarle. En resumen, la película se toma sus libertades, pero sabe capturar la esencia de la historia que quiere contar, la del coraje y perseverancia del individuo para empujar a la colectividad a moverse. «Estoy orgulloso y satisfecho por todo lo que he dado al barrio. Llevo desde el 51 aquí, con gente que veníamos expulsados de otros sitios. La idea del secuestro se me ocurrió a mí y lo mantuve en secreto porque sabía que si alguien más lo sabía tendría a la policía en la puerta al instante», contaba Vital en una de sus últimas entrevistas para la televisión de Nou Barris. Se da la circunstancia que, una vez jubilado del servicio en 1983 , Vital nunca se sentó en ningún autobús. Siempre iba de pie y paseaba de arriba abajo del barrió con su pipa y su inseparable amigo, el señor Antonio, que tampoco sale en la película. En definitiva, un personaje imposible de6 capturar ni en ocho películas y una lucha que desde luego no acabó cuando termina la película.