¿Y el alto al fuego? Israel ataca la ciudad de Yenín, en Cisjordania
Un portavoz del Ejército israelí justificaba el cerco al hospital en la ciudad de Cisjordania, que se encuentra dentro del campamento de refugiados
Yenín, en el norte de Cisjordania, es una ciudad fantasma que solo algunos adolescentes recorren en moto a pesar de los drones que la sobrevuelan y el sonido de disparos y explosiones en la lejanía: el Ejército israelí lanzó ayer en su campo de refugiados una redada a gran escala que ha causado 10 muertos y al menos 40 heridos.
“La situación hoy da bastante miedo”, confiesa Hisham, de 15 años, mientras su amigo Zef le apremia para volver a subir a su bicicleta y evitar quedarse parados en medio de la calle. A unos 100 metros, la presencia de un francotirador israelí y dos vehículos blindados bloquean el paso a cualquiera que intenta acceder, incluidas las ambulancias, al campamento de refugiados. “Pero estamos acostumbrados a la presencia militar”, lamenta.
A tan solo cuatro días del inicio del alto el fuego en Gaza, Israel ha puesto el punto de mira en esta ciudad cisjordana, bastión de milicias como la Yihad Islámica Palestina o las Brigadas Al Qasam, brazo armado de Hamás.
La operación “Muro de Hierro” sobre Yenín es, según aseguró este el ministro israelí de Defensa, Israel Katz, la muestra de la “primera lección aprendida” tras la guerra en Gaza: una actuación contundente que evite a los milicianos reagruparse, al contrario de lo que las fuerzas armadas denuncian que ha ocurrido la Franja, completamente devastada tras quince meses de ofensiva.
Una ambulancia procedente del hospital gubernamental de Yenín, en el que unas 600 personas están atrapadas, ya que el Ejército no permite a nadie abandonarlo a pie, se detiene junto al convoy militar y de ella bajan 11 palestinos.
Entre ellos se encuentra el enfermero Mohamed Fashafsha, de 27 años, que vuelve a casa tras una jornada laboral de 36 horas, porque las tropas no dejaban entrar a su relevo.
“Es algo parecido (el hospital) a una gran prisión, con pacientes, acompañantes y el personal médico. No podemos movernos, no hay comida, ni agua, ni nada”, explica muy despacio Fashafsha, visiblemente agotado.
“Hay que permitir a los farmacéuticos venir lo antes posible, los medicamentos están a punto de agotarse”, advierte.
Un portavoz del Ejército israelí justificaba el cerco al hospital, que se encuentra dentro del campamento de refugiados, alegando que las tropas tratan de destruir los explosivos improvisados plantados por los milicianos en las carreteras para tender emboscadas al Ejército.
El portavoz aseguró que este es el motivo por el que las fuerzas han obligado a los pacientes del Hospital Gubernamental de Yenín a no abandonar el centro desde ayer, mientras los soldados israelíes desactivan los explosivos ubicados junto al centro.
Hazem espera desde su ambulancia el permiso del convoy militar para acceder al campamento de refugiados.
“Al principio fue difícil llegar a la mayoría de heridos, algunos de ellos con heridas críticas que les llevaron a la muerte”, asegura al volante sobre la primera jornada de combates, que impedían a los paramédicos llegar a los heridos.
Entre los 10 fallecidos, el Ministerio de Sanidad palestino identificó a un menor de edad: Motaz Imad Abu Tabij, de 16 años.
El Ejército ordenó con altavoces la evacuación de distintas zonas del campamento de refugiados, según los testigos en la zona, acusación que las fuerzas armadas han negado tajantemente: “No obligamos a nadie a irse de su casa”, afirmó el portavoz castrense Nadav Shoshani.
Hacia el mediodía, un anciano que carga con una bandera palestina se planta ante el convoy, ignorando las advertencias de que el francotirador podría abrir fuego contra él: “¿Que cómo ha sido el día?”, responde al preguntarle, “¡no es el día! ¡Es todos los días! ¡En toda Palestina: Yenín, Nablus, Hebrón, Belén, en Gaza!”.
Denuncian que hay complicidad de la autoridad Palestina
Mohamed, vecino de Yenín, denuncia que hasta ayer era la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que gobierna en partes reducidas de Cisjordania, la que detenía a milicianos en la ciudad, así como que colabora con Israel para detener a los islamistas.
“Han colocado (los soldados israelíes) barricadas de arena en la puerta del hospital gubernamental y redirigen a las personas al cercano hospital Al Razi, donde la ANP arresta a los heridos”, reprocha este palestino.
El grupo islamista Hamás también denunció este la connivencia de la ANP (controlada por el movimiento secular Fatah) con las fuerzas israelíes y la acusó de coordinarse con ellas y participar en la operación.
La redada israelí llega después de que las fuerzas de seguridad de la ANP concluyeran una ofensiva de más de un mes contra las milicias de la zona, que muchos palestinos vieron como una muestra de poder del Ejecutivo palestino a Israel con tal de asegurarse un papel en el control de Gaza (gobernada por Hamás) tras la guerra.
Tras el cierre de una redada y el inicio de otra nueva, que las autoridades israelíes auguran de larga duración, el director para Cisjordania de la UNRWA, Roland Friedrich, advirtió de que el campamento es ya “casi inhabitable”.
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