OPINIÓN | Karla Sofía Gascón y la ejemplaridad que se pide más a unas que a otros | Por BORJA TERÁN
¿Se hubiera creado tal debate indignado si no fuera una persona trans?
¿La academia de Hollywood debe mantener la nominación de Karla Sofía Gascón al Oscar tras destaparse sus tuits que son pura apología de odio?
Se cuentan por decenas los actores y actrices necios que han ganado premios. Incluso centenas. Se valora su trabajo interpretativo y, a menudo, se les aplaude independientemente de los desmanes en su vida. Por muy repugnantes que sean.
Pero Karla Sofía Gascón es una mujer trans. Y a las minorías para ser aceptadas todavía se les pide un máximo nivel de ejemplaridad. O representan en el día a día unos cánones modélicos impostados o serán más juzgadas que otros. Con un castigo tan tajante como hipócrita, sin apenas posibilidad de reinserción.
De ahí brota otra peculiar discriminación en forma de condescendencia que protagonizan aquellos que piensan que por pertenecer a una minoría vulnerable ya debes de ser una personita perfecta, un ser de luz, una heroína sin capa. Palabrerías que reducen la complejidad humana. Sin embargo, la igualdad social también se traduce en que puedes ser una persona LGTBI y, a la vez, ser una persona cretina. Porque las personas LGTBI somos personas como todas, con todas sus consecuencias.
Los raseros para medir la indecencia son elásticos".
Así Karla Sofía Gascón se ha quedado en una especie de territorio de nadie, a pesar de la excelente acogida internacional del personaje que ha interpretado en Emilia Pérez. El propio director de la película, Jacques Audiard, ha dejado abandonada a su intérprete para salvarse a sí mismo. Un retrato, en su primera persona, de la sociedad individualista.
En el otro lado, los defensores de los derechos humanos se sienten decepcionados (como para no) por una mujer trans que habían aupado como referente y ha soltado estigmatizadores ataques de ultra. Se le había presupuesto una empatía extra al formar parte de un colectivo que ha sido oprimido y vilipendiado. Error, pues el racismo, el clasismo y otros ismos suelen echar raíces desde el estatus social y los desconocimientos culturales. Hasta puedes ser machista siendo mujer. Hasta puedes ser LGTBifobo siendo LGTBI, entre tantas cosas.
A su vez, las personas con abominación hacia las personas trans sienten que Karla Sofía Gascón da la razón a sus ofensas. Su forma de expresarse "confirma" en sus ojos el monstruo esperpéntico que veían en ella. Aunque muchos de ellos podrían firmar esos mismos tuits, más aún en un Estados Unidos que no cesa de teatralizar con bien de cinismo una inmaculada moral para luego terminar proclamando de presidente a un condenado por la justicia. Los raseros para medir la indecencia son elásticos. Encima, Karla Sofía en las entrevistas siempre ha sido más borde que simpática, perfecto para los mercaderes de la inquina.
Al final, toda la saña de estos días alrededor del supremacismo tuiteado de una actriz trans nos muestra, de una manera más profunda, la distintas capas de discriminación que sufren las minorías. O son exquisitamente ejemplares, o son lanzadas a los leones sin redención. No hay puntos medios. Pero, para evitar sorpresas, no olvidemos que alcanzar la igualdad social real consiste en la paradoja de poder ser incluso igual de necio en Twitter que los que oprimían. La mediocridad es transversal.