'Lo propio y lo ajeno', de Enrique Bueres: de pasada por la pomada

Enrique Bueres, al que gusta que le llamen periodista asturiano afincado en Madrid, acaba de publicar 'Lo propio y lo ajeno', un título muy apropiado para una crónica de sus andanzas como periodista cultural durante los dos primeros años del dos mil en Madrid, con escapada de lujo en Lisboa y visión místico-moderna en NYC , como es propio de la mitología de nuestra generación años más, años menos. Se presenta con un prólogo de David Trueba , quien dice de sí mismo que sigue siendo un intruso en la galaxia literaria, vamos, lo que hasta hace poco se decía la pomada y en francés 'le milieu', como si no fuera admitido por su condición de cineasta y sin caer en la cuenta de que lo que en Madrid llamamos la pomada no deja de ser un popurrí de gentes de letras que no cejan en su condición de supervivientes y que si alguno no le ha caído bien es probable que por allí rondase el resentimiento: lo de ser cineasta y casarse con Ariadna Gil debía parecerle el colmo al tal sujeto como para querer ser encima escritor reconocido. El epílogo lo ha escrito Pepe Colubi, otro asturiano muy amigo de Bueres, al fin y al cabo se han prestado sus casas y eso deja profunda huella. El texto de Colubi es una muy bonita crónica de esos años en que Bueres zascandileaba por las presentaciones de libros y se llevaba de vez en cuando a Colubi a éstas, esto antes de que fuera un humorista conocido y por entonces autor de una novela desconocida, luego llamada 'California 83'. El libro lo he leído de un tirón, y cuando digo tirón me refiero a leer sin pausas para ir al lavabo o regalarse con un café o un licorcillo. Me refiero a empezar el libro y leer y leer hasta la última página. Y ello solo me sucedió antes una vez en la vida: fue con la lectura de 'Quo Vadis?' , tenía ocho años y los ojos como teas y a mi madre que me arrancó el libro de las manos a tiempo de que me pudiera ocurrir algo en la vista. Y digo también que pocas veces me ha sido otorgado tanto placer al leer unas crónicas culturales. Bueres posee la facultad del buen impresionista, como Baroja o Simenon, en unos trazos es capaz de describir un ambiente. Los aquí descritos, desde la presentación en la FNAC de 'Terapia', de Ariel Dorfman, bestia negra de Bueres y que coloca a la misma altura que le ocurre a Trapiello con Edward Hopper hasta la de una colección de sonetos de Joaquín Sabina presentado en la Residencia de Estudiantes por Ángel González, Luis García Montero, Caballero Bonald, Benjamín Prado, Francisco Brines pasando por una visita a ARCO , una comida con el Premio Espasa, José María Calleja, en el Ritz o un sarao en El bandido doblemente armado, el café librería de Soledad Puértolas con motivo de un libro de José María Merino... Esto es lo correspondiente a la parte de la prosa del mundo, que diría Hegel. Detrás, casi inadvertido, se esconde el homenaje constante a su compañera Marta Reyero, una muy inteligente periodista que por aquel entonces presentaba el informativo de Canal + Plus, casi su verdadera protagonista. Un muy bello libro.

Ene 27, 2025 - 18:29
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'Lo propio y lo ajeno', de Enrique Bueres: de pasada por la pomada
Enrique Bueres, al que gusta que le llamen periodista asturiano afincado en Madrid, acaba de publicar 'Lo propio y lo ajeno', un título muy apropiado para una crónica de sus andanzas como periodista cultural durante los dos primeros años del dos mil en Madrid, con escapada de lujo en Lisboa y visión místico-moderna en NYC , como es propio de la mitología de nuestra generación años más, años menos. Se presenta con un prólogo de David Trueba , quien dice de sí mismo que sigue siendo un intruso en la galaxia literaria, vamos, lo que hasta hace poco se decía la pomada y en francés 'le milieu', como si no fuera admitido por su condición de cineasta y sin caer en la cuenta de que lo que en Madrid llamamos la pomada no deja de ser un popurrí de gentes de letras que no cejan en su condición de supervivientes y que si alguno no le ha caído bien es probable que por allí rondase el resentimiento: lo de ser cineasta y casarse con Ariadna Gil debía parecerle el colmo al tal sujeto como para querer ser encima escritor reconocido. El epílogo lo ha escrito Pepe Colubi, otro asturiano muy amigo de Bueres, al fin y al cabo se han prestado sus casas y eso deja profunda huella. El texto de Colubi es una muy bonita crónica de esos años en que Bueres zascandileaba por las presentaciones de libros y se llevaba de vez en cuando a Colubi a éstas, esto antes de que fuera un humorista conocido y por entonces autor de una novela desconocida, luego llamada 'California 83'. El libro lo he leído de un tirón, y cuando digo tirón me refiero a leer sin pausas para ir al lavabo o regalarse con un café o un licorcillo. Me refiero a empezar el libro y leer y leer hasta la última página. Y ello solo me sucedió antes una vez en la vida: fue con la lectura de 'Quo Vadis?' , tenía ocho años y los ojos como teas y a mi madre que me arrancó el libro de las manos a tiempo de que me pudiera ocurrir algo en la vista. Y digo también que pocas veces me ha sido otorgado tanto placer al leer unas crónicas culturales. Bueres posee la facultad del buen impresionista, como Baroja o Simenon, en unos trazos es capaz de describir un ambiente. Los aquí descritos, desde la presentación en la FNAC de 'Terapia', de Ariel Dorfman, bestia negra de Bueres y que coloca a la misma altura que le ocurre a Trapiello con Edward Hopper hasta la de una colección de sonetos de Joaquín Sabina presentado en la Residencia de Estudiantes por Ángel González, Luis García Montero, Caballero Bonald, Benjamín Prado, Francisco Brines pasando por una visita a ARCO , una comida con el Premio Espasa, José María Calleja, en el Ritz o un sarao en El bandido doblemente armado, el café librería de Soledad Puértolas con motivo de un libro de José María Merino... Esto es lo correspondiente a la parte de la prosa del mundo, que diría Hegel. Detrás, casi inadvertido, se esconde el homenaje constante a su compañera Marta Reyero, una muy inteligente periodista que por aquel entonces presentaba el informativo de Canal + Plus, casi su verdadera protagonista. Un muy bello libro.