La odisea de las pequeñas sondas lunares chinas DRO-A y DRO-B
El 13 de marzo de 2024 despegaba desde Xichang un antiguo cohete CZ-2C en la misión Y67 con una carga inesperada: una pareja de pequeños satélites destinados a orbitar la […] La entrada La odisea de las pequeñas sondas lunares chinas DRO-A y DRO-B fue escrita en Eureka.
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El 13 de marzo de 2024 despegaba desde Xichang un antiguo cohete CZ-2C en la misión Y67 con una carga inesperada: una pareja de pequeños satélites destinados a orbitar la Luna, denominados DRO-A y DRO-B (DRO双星). Sin embargo, la misión fue víctima de uno de los poco frecuentes fallos del programa espacial chino y la etapa superior YZ-1S (Yuanzheng-1S o 远征一号S) se apagó antes de completar el encendido translunar. La pareja de satélites se quedó en una órbita elíptica de 524 x 132 577 kilómetros y 27,72º de inclinación. Un apogeo muy alto, pero lejos de la Luna (la distancia media a nuestro satélite es de unos 380 000 kilómetros). Todo el mundo dio la misión por perdida.
Pero, contra todo pronóstico, cinco meses y medio y sobrevuelo lunar más tarde, los dos satélites llegaron a la órbita lunar. La empresa fabricante de los satélites, Microsat (IAMCAS), no se rindió. Los satélites, unidos entre sí, realizaron dos encendidos de corrección de órbita en el perigeo los días 18 y 23 de marzo para elevar su apogeo significativamente. China no ha publicado las cifras precisas, pero el 26 de marzo la Fuerza Espacial de EE. UU. detectó los satélites en una órbita de 971 x 225 193 kilómetros. El 27 de marzo, en el apogeo lejos de la Tierra, se realizó una corrección orbital y, por fin, el 2 de abril se produjo el encendido final para abandonar la órbita terrestre. Un día después tuvo lugar otra corrección de la trayectoria y el 5 de abril los satélites sobrevolaron la Luna para situarse en una órbita amplia alrededor de la Tierra.
El 28 de abril hubo otra corrección de la trayectoria, seguida el 24 de mayo de un encendido de espacio profundo para. Una última corrección el 12 de junio dio paso a la captura en órbita lunar lejana el 14 de junio. El 27 de agosto las sondas ya estaban en una órbita DRO. Tras 167 días y tres vueltas a la Tierra aprovechando las resonancias gravitatorias del Sol y la Luna, la misión había logrado llegar a su destino original. La ruta seguida por las DRO-A/B no es novedosa —a estas alturas pocas trayectorias novedosas quedan en el espacio cislunar— y recuerda a las de otras trayectorias de baja energía utilizadas por misiones como la HAKUTO-R japonesa o a la gesta del satélite de comunicaciones PAS-22, que quedó varado en una órbita de transferencia geoestacionaria y pudo alcanzar una órbita de trabajo mediante un sobrevuelo lunar. Los satélites DRO-A y B quedaron situados en una órbita, como indica su nombre, de tipo DRO (Distant Retrograde Orbit). Estas órbitas se denominan así porque están a gran distancia de la Luna y porque los satélites situados en ellas giran en sentido contrario al del avance de la Luna en su órbita alrededor de la Tierra. Fueron propuestas por la NASA a principios de los años 90 y la agencia espacial estadounidense la rescató la década pasada para la primera misión no tripulada de la nave Orión.
La nave Orión de la misión Artemisa I lanzada en noviembre de 2022 quedó situada en una órbita DRO, pero no fue la primera porque justo a principios de ese año el orbitador de la sonda china Chang’e 5 le arrebató la primicia al convertirse en el primer artefacto en una órbita DRO. En cualquier caso, desde DRO las dos sondas DRO-A/B, ahora ya separadas, podrán llevar a cabo su misión, consistente en probar servicios de navegación y comunicación que puedan servir a futuras sondas lunares. Para ello, la pareja se comunicará con el satélite DRO-L, también denominado Chuangxing 17-01 (创新十七01星), lanzado el 3 de febrero de 2024 y situado en una órbita baja alrededor de la Tierra. Aparte, el satélite DRO-A lleva cinco sensores GTM (Gamma-ray Transient Monitor) para detectar explosiones de rayos gamma en el rango de energía de 20 kiloelectronvoltios a 1 megaelectronvoltio.
Desgraciadamente, ni IAMCAS ni los medios chinos han publicado detalles técnicos o fotografías de las dos sondas, un claro ejemplo de lo sensible que se considera la tecnología asociada con los sistemas de navegación y comunicación lunares. Europa, EE. UU. y Japón están desarrollando sistemas similares, mientras que China ha anunciado su intención de crear una compleja constelación para ofrecer servicios de comunicación y navegación en la Luna. Esta constelación se denomina por ahora Queqiao 3.0, en referencia a los satélites lunares Queqiao 1 y 2, que han permitido comunicarse con las sondas Chang’e 4 y 6 en la cara oculta de la Luna. Debido a este secretismo, no podemos conocer todos los detalles de la misión de DRO-A/B o cuánto propelente tenían en sus tanques antes de llevar a cabo todas las maniobras propulsivas que han permitido rescatar la misión, un gasto que sin duda afectará negativamente a la vida útil de la misión.
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