El K-pop también es política: "Aunque sea en un concierto, hay que tener conciencia social"

El género musical surcoreano genera anualmente 9.320 millones de euros y está ganando popularidad entre las nuevas generaciones, que lo usan como refugio y herramienta de reivindicación 3.000 policías, fideos y K-pop: así ha sido la detención del presidente que declaró la ley marcial en Corea del Sur “No esperes a un milagro, el duro camino enfrente puede ser un futuro desconocido y un reto, pero no podemos rendirnos”. Así se traduce ‘Into The New World’ de Girl’s Generation, una canción de K-pop o música pop coreana que desde 2016 se ha usado en varias ocasiones como himno de protesta pacífica en Corea del Sur y que ha sido interpretada de nuevo por los manifestantes que pidieron la destitución del presidente del país asiático. El K-pop —música pop interpretada por grupos jóvenes de varios miembros que bailan, cantan y rapean—, es el fenómeno insignia del ‘Hallyu’, o la ‘ola coreana’, que incluye también las series llamadas K-dramas, como por ejemplo ‘El juego del calamar’, la cosmética, la ropa, la gastronomía, las películas, la literatura y los cómics. Su popularidad es tal que solamente la música inyecta anualmente más de 9.320 millones de euros a la economía nacional. Desde la declaración de la ley marcial el pasado 4 de diciembre y hasta la reciente detención del presidente sur coreano Yoon Suk-Yeol, internet ha sido cautivado por las festivas manifestaciones coreanas. Con creativas pancartas y palos de luz personalizados por los diferentes fans de K-pop — más conocidos como lightsticks—, estas reuniones podrían confundirse con conciertos callejeros. “Cantamos canciones nuevas de K-pop y también alguna canción folclórica”, explica desde Corea a elDiario.es Kang Dahee, una de las manifestantes, “usamos música para protestar de forma pacífica”. No es la primera vez que el K-pop y sus seguidores se mueven para defender una causa política. En Estados Unidos, durante la campaña política de Donald Trump en 2020, miles de asientos de su rally en Tulsa, Oklahoma, fueron reservados por fans del K-pop, que posteriormente no se presentaron, con el objetivo de boicotear el evento. Los conflictos internacionales también han influido en la reacción de los fans. En el último concierto del grupo OnlyOneOf en la sala Razzmataz en Barcelona, un grupo recogió donaciones vendiendo pegatinas con la bandera palestina y el texto “LyOns (es el nombre que reciben las fans del grupo) for Palestine. ”Aunque sea en un concierto de K-pop, o de cualquier otro tipo de género, deberíamos tener consciencia social“, explica Anna de 25 años, una de las asistentes al evento que lució la pegatina pro-palestina. Esta aficionada al K-pop remarca que, el hecho de vender pegatinas o hacer actos políticos no perjudica el evento, al contrario, “muestra una faceta de la gente joven y de los fans de ciertos géneros musicales que nunca se nos atribuye: compromiso y humanidad”.   No solo son los fans. También músicos que surgieron del K-pop como Jae Park, ex miembro de la banda Day6, de la empresa JYP, una de las más influyentes agencias de artistas de Corea, habla abiertamente contra el genocidio y, siendo ciudadano norteamericano, cuestiona declaraciones de Trump a través de X.  También en España, durante el mismo año, el K-pop tuvo su momento de estrellato cuando en Twitter -ahora X- se hizo viral el hashtag “#FachaQueVeoFachaQueFancameo”. Esta iniciativa se basaba en colgar en la sección de comentarios de las publicaciones de partidos de ultraderecha como VOX videos de artistas coreanos en formato vertical -porque ocupan más- llamados fancams. De esta manera, con las respuestas saturadas, estas publicaciones quedaban anuladas como herramienta de difusión de mensajes ultras.  La estrategia de fancameo se ha usado en diversas ocasiones y siempre es una muestra de la organización y coordinación de los fans de K-pop. Otro ejemplo fue poco después del asesinato de George Floyd, cuando la policía de Dallas creó una aplicación para que la ciudadanía pudiera subir vídeos de comportamientos incívicos que llegaban directamente a los cuerpos de seguridad. Pues, de nuevo, ahí estaban los kpopers, que con miles de vídeos de fancam consiguieron hacer caer la aplicación. El uso político de la música k-pop contrasta con la forzada neutralidad de la industria. “Los idols (término que se usa para los cantantes de este género) en general evitan involucrarse en política”, explican las administradoras de la cuenta de fans del grupo coreano ATEEZ en Barcelona, “a veces por decisión propia y otras veces porque su agencia no se lo permite”. La razón es la protección de la imagen del artista, que no quiere crear confrontaciones. Aun así, hay excepciones: “Sobre todo los más veteranos, que se la juegan un poco y deciden dar apoyo a ciertas causas”, añaden las administradoras. Un ejemplo fue Edam Entertainment, la compañía musical d

Feb 6, 2025 - 08:00
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El K-pop también es política: "Aunque sea en un concierto, hay que tener conciencia social"

El K-pop también es política: "Aunque sea en un concierto, hay que tener conciencia social"

El género musical surcoreano genera anualmente 9.320 millones de euros y está ganando popularidad entre las nuevas generaciones, que lo usan como refugio y herramienta de reivindicación

3.000 policías, fideos y K-pop: así ha sido la detención del presidente que declaró la ley marcial en Corea del Sur

No esperes a un milagro, el duro camino enfrente puede ser un futuro desconocido y un reto, pero no podemos rendirnos”. Así se traduce ‘Into The New World’ de Girl’s Generation, una canción de K-pop o música pop coreana que desde 2016 se ha usado en varias ocasiones como himno de protesta pacífica en Corea del Sur y que ha sido interpretada de nuevo por los manifestantes que pidieron la destitución del presidente del país asiático.

El K-pop —música pop interpretada por grupos jóvenes de varios miembros que bailan, cantan y rapean—, es el fenómeno insignia del ‘Hallyu’, o la ‘ola coreana’, que incluye también las series llamadas K-dramas, como por ejemplo ‘El juego del calamar’, la cosmética, la ropa, la gastronomía, las películas, la literatura y los cómics. Su popularidad es tal que solamente la música inyecta anualmente más de 9.320 millones de euros a la economía nacional.

Desde la declaración de la ley marcial el pasado 4 de diciembre y hasta la reciente detención del presidente sur coreano Yoon Suk-Yeol, internet ha sido cautivado por las festivas manifestaciones coreanas. Con creativas pancartas y palos de luz personalizados por los diferentes fans de K-pop — más conocidos como lightsticks—, estas reuniones podrían confundirse con conciertos callejeros. “Cantamos canciones nuevas de K-pop y también alguna canción folclórica”, explica desde Corea a elDiario.es Kang Dahee, una de las manifestantes, “usamos música para protestar de forma pacífica”.

No es la primera vez que el K-pop y sus seguidores se mueven para defender una causa política. En Estados Unidos, durante la campaña política de Donald Trump en 2020, miles de asientos de su rally en Tulsa, Oklahoma, fueron reservados por fans del K-pop, que posteriormente no se presentaron, con el objetivo de boicotear el evento.

Los conflictos internacionales también han influido en la reacción de los fans. En el último concierto del grupo OnlyOneOf en la sala Razzmataz en Barcelona, un grupo recogió donaciones vendiendo pegatinas con la bandera palestina y el texto “LyOns (es el nombre que reciben las fans del grupo) for Palestine. ”Aunque sea en un concierto de K-pop, o de cualquier otro tipo de género, deberíamos tener consciencia social“, explica Anna de 25 años, una de las asistentes al evento que lució la pegatina pro-palestina.

Esta aficionada al K-pop remarca que, el hecho de vender pegatinas o hacer actos políticos no perjudica el evento, al contrario, “muestra una faceta de la gente joven y de los fans de ciertos géneros musicales que nunca se nos atribuye: compromiso y humanidad”.  

No solo son los fans. También músicos que surgieron del K-pop como Jae Park, ex miembro de la banda Day6, de la empresa JYP, una de las más influyentes agencias de artistas de Corea, habla abiertamente contra el genocidio y, siendo ciudadano norteamericano, cuestiona declaraciones de Trump a través de X. 

También en España, durante el mismo año, el K-pop tuvo su momento de estrellato cuando en Twitter -ahora X- se hizo viral el hashtag “#FachaQueVeoFachaQueFancameo”. Esta iniciativa se basaba en colgar en la sección de comentarios de las publicaciones de partidos de ultraderecha como VOX videos de artistas coreanos en formato vertical -porque ocupan más- llamados fancams. De esta manera, con las respuestas saturadas, estas publicaciones quedaban anuladas como herramienta de difusión de mensajes ultras. 

La estrategia de fancameo se ha usado en diversas ocasiones y siempre es una muestra de la organización y coordinación de los fans de K-pop. Otro ejemplo fue poco después del asesinato de George Floyd, cuando la policía de Dallas creó una aplicación para que la ciudadanía pudiera subir vídeos de comportamientos incívicos que llegaban directamente a los cuerpos de seguridad. Pues, de nuevo, ahí estaban los kpopers, que con miles de vídeos de fancam consiguieron hacer caer la aplicación.

El uso político de la música k-pop contrasta con la forzada neutralidad de la industria. “Los idols (término que se usa para los cantantes de este género) en general evitan involucrarse en política”, explican las administradoras de la cuenta de fans del grupo coreano ATEEZ en Barcelona, “a veces por decisión propia y otras veces porque su agencia no se lo permite”. La razón es la protección de la imagen del artista, que no quiere crear confrontaciones. Aun así, hay excepciones: “Sobre todo los más veteranos, que se la juegan un poco y deciden dar apoyo a ciertas causas”, añaden las administradoras.

Un ejemplo fue Edam Entertainment, la compañía musical de la cantante IU, una de las más famosas artistas de Corea, que ofreció comida y calentadores de manos para todos los fans que participaran en las protestas el pasado diciembre. Y también algunos Idols, pese a no poder explicitar su apoyo, han querido dar señales. Un ejemplo fue Wooyoung, uno de los miembros del grupo ATEEZ, quien publicó mensajes aconsejando a sus fans tener cuidado de no pasar frío y compartiendo la canción de ‘Into The New World’ de Girl’s Generation, un conocido himno de protesta entre los fans del K-pop.

Muchos fans usan el K-pop como reivindicación. Se escucha y se observa en las protestas pacíficas de Corea del Sur, hasta ahora más conocidas como ‘Protestas de velas’. Fueron llamadas así porque los manifestantes llevaban velas en sus inicios, pero ahora se han sustituido por lightsticks de diferentes grupos de K-pop que colorean las aglomeraciones. Estas luces, que normalmente se ven en conciertos y eventos de K-pop, llegaron a las manifestaciones como otra reivindicación más: “un congresista dijo que las velas se apagaban cuando hay viento”, explica Kang Dahee, que se manifiesta con su lightsick de ASTRO, “por eso llevamos lightsticks, porque, aunque el viento sople no se apagan”.

La ola coreana en Barcelona

El K-pop lleva casi una década siendo un fenómeno internacional, con ciertos grupos teniendo incluso más ventas fuera de su país nativo que dentro. En las calles de Barcelona, frente a superficies reflexivas como las paredes de cristal de la universidad Pompeu Fabra en las Glòries, es fácil encontrar grupos de covers de K-pop ensayando las coreografías de los últimos comebakcs — palabra usada para cuando un artista de la industria asiática saca una nueva canción o álbum. La tendencia es tan común que en el recinto universitario se llegaron a poner carteles pidiendo mantener el volumen de la música bajo durante las horas lectivas.

Los fans del K-pop, sepan o no bailar, suelen reunirse en eventos como el Salón del Manga, pero también en otros más pequeños que organizan entre ellos para celebrar sus grupos favoritos. En el centro de Barcelona, en el concurrido T4 Bubble Tea (cafetería especializada en una bebida típica de Taiwán hecha con bolitas de tapioca), se pueden encontrar este tipo de actividades organizadas por grupos de fans locales. Las seguidoras del grupo de K-pop ATEEZ, que actuará por primera vez en Barcelona en febrero, convocaron el pasado 7 de diciembre a su comunidad para una jornada especial donde celebrar la noticia. 

Encuentro de las fans de ATEEZ en el T4 Bubble Tea de Barcelona

El encuentro fue idea de las administradoras de la cuenta de fans de ATEEZ en Barcelona, que se creó en 2021. Allí informan regularmente de las actividades del grupo y traducen las informaciones del coreano, por lo que acumulan más de 4.000 seguidores en X y más de 3.000 en Instagram. “No es solo música”, aseguran las administradoras, “es arte, es muy visual y trabajan mucho para poder ofrecer estas performances”.

Es cierto que para entender el K-pop hay que ir más allá de música. Es un fenómeno que conecta muy bien con los fans porque cada grupo y cada idol generan contenido continuamente. Es frecuente que saquen diversos discos al año y estén constantemente subiendo vídeos y haciendo directos en las redes, donde hasta organizan eventos y videollamadas con las fans. 

“Estaba viviendo un mal momento y sentía el K-pop como mi safe place, mi refugio”, explica Candy, de 30 años. Ella, profesora de profesión pero que ahora trabaja de dependienta, empezó a escuchar K-pop años atrás y asegura que la continuidad del contenido la mantuvo animada. “Sientes que tienes otro amigo a distancia que nunca te va a fallar”, asegura.

Por todo ello, la comunidad también es muy activa en redes, lo que facilita la organización y coordinación a la hora de hacer protestas o reivindicaciones de carácter más político. De hecho, los fans del K-pop, de entre todos los géneros musicales, son los más propensos a crear y compartir vídeos cortos con la música de sus artistas favoritos.

Kang Dahee con el Lightstick del grupo de K-pop Astro en las manifestaciones contra la declaración de la ley marcial en corea del sur con la palabra "destitución" pegada/ Cedida

Un género musical que reaviva las ventas físicas

El entusiasmo y la comunidad que se genera alrededor de esta música coreana también se traduce de forma monetaria y material, siendo de K-pop cinco de los diez álbumes de música más vendidos en 2023, según datos de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), entre ellos el número uno, ‘FML’ del grupo SEVENTEEN, y el número dos, ‘5-STAR’ de Stray Kids.

“En el K-pop hay mucho coleccionismo”, explican las administradoras de la cuenta de fans de ATEEZ Barcelona. Esta música coreana ha recuperado las ventas de CD en generaciones jóvenes que han crecido con los medios digitales. Según la compañía Luminate, de entre todos los oyentes de música, es un 32% más probable que compren un CD físico aquellos que escuchan K-pop. 

También lo corrobora el Informe del estado de la industria musical en 2024 de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), que apunta a casi la mitad de ventas de álbumes físicos del mundo se dan en la región de Asia con un 49,2% de los ingresos por ventas de CD, con especial hincapié en el K-pop.

Dentro de los álbumes, que muchas veces tienen más de una versión para coleccionar, hay unas tarjetas llamadas photocards donde aparecen pequeñas fotografías de uno de los miembros del grupo. Vienen dentro de los álbumes y nunca se sabe cuál tocará, por lo que hay fans que compran diversos álbumes para coleccionar varias. “Se hacen muchos intercambios y se crean muchas amistades gracias a eso”, añaden las administradoras de ATEEZ Barcelona.

La fuerza del K-pop y de la comunidad de fans, que ha trascendido diversos países y causas políticas, no parece debilitarse. En su país natal los manifestantes han generado una nueva cultura de protesta donde comparten comida y, aquellos que no pueden asistir en persona, envían pedidos pagados a domicilio para los participantes como signo de apoyo. “Esta cultura es algo reciente que no pasaba con la destitución del anterior presidente”, asegura Kang Dahee a elDiario.es, “nos reuniremos hasta que el presidente sea necesario”.

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