El 2024 YR4 amenaza a la Tierra: así funciona el Protocolo de Seguridad que protege a la humanidad

El protocolo, que se ha activado con un nuevo asteroide, establece mecanismos de coordinación, estudio, observación y prevención de asteroides potencialmente peligrosos para la Tierra.

Feb 5, 2025 - 18:23
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El 2024 YR4 amenaza a la Tierra: así funciona el Protocolo de Seguridad que protege a la humanidad

La posibilidad de que un asteroide impacte contra la Tierra se ha planteado en todo tipo de obras de ficción (especialmente en el cine), pero lo cierto es que es un suceso posible -aunque poco probable-. Desde que un asteroide acabase con los dinosaurios y cambiase la Tierra millones de años antes del nacimiento de la raza humana, ningún cuerpo celeste ha vuelto a representar una amenaza seria para nuestro planeta.

Ahora, el asteroide 2024 YR4 ha hecho saltar las alarmas de la comunidad científica internacional: mide entre 40 y 100 metros de diámetro y los primeros cálculos de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han cifrado su probabilidad de impactar contra la Tierra en un 1,5%, una posibilidad remota pero relativamente alta respecto a otros asteroides.

Aunque la comunidad científica internacional ha enviado un mensaje de tranquilidad ante lo improbable de un hipotético impacto, la probabilidad y el tamaño del asteroide han activado los mecanismos que componen el Protocolo de Seguridad Planetaria que coordinan diferentes agencias espaciales de todo el mundo.

Las agencias espaciales vigilan de cerca la trayectoria de los asteroides

Las diferentes líneas de actuación del protocolo las conforman las agencias especiales de muchos países del mundo, entre ellas la NASA o la Agencia Espacial Europea (ESA). Todas ellas se coordinan a través del Grupo Consultivo de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG), un departamento de Naciones Unidas que aúna esfuerzos para "abordar el riesgo de los Objetos Cercanos a la Tierra".

El objetivo de la SMPAG es velar por la cooperación de las agencias espaciales en misiones extraterrestres, colaborar en técnicas de investigación y establecer líneas de respuesta conjunta a misiones espaciales... y a posibles objetos que se acerquen a la Tierra, incluyendo el estudio de "técnicas de desviación".

La existencia de departamentos destinados a la protección planetaria de asteroides no es, ni mucho menos, ciencia ficción: la NASA y la ESA cuentan con sus propias Oficinas de Defensa Planetaria y con otros organismos que conforman la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN).

Los protocolos coordinan la vigilancia y la respuesta de los países ante un posible asteroide

Aunque el asesor de la NASA Juan Luis Cano aseguró en RTVE que el asteroide 2024 YR4 ha asegurado que "no hay que preocuparse", el tamaño y la trayectoria del asteroide obligan a los expertos a observar de cerca la evolución del cuerpo celeste, aun cuando se halla muy lejos de la Tierra, para ajustar la probabilidad real de impacto y la trayectoria del asteroide.

Según explicó Cano, el protocolo al detectar un objeto de estas características es observar el objeto con "la mayor cantidad de recursos" disponibles para determinar "tanto su órbita como sus propiedades físicas con la mayor precisión".

Tras el impacto del cometa Shoemaker-Levy 9 en Júpiter en 1994 y el meteorito que impacto sobre Cheliábinsk (Rusia), la comunidad internacional tomó mayor conciencia de la necesidad de diseñar sistemas coordinados de observación y detección de asteroides. Las directrices que conforman el Protocolo de Seguridad Planetaria permiten:

  • Coordinar los sistemas de vigilancia del espacio exterior de las diferentes agencias espaciales del mundo.
  • Detectar los asteroides con suficiente antelación.
  • ​Evaluar el riesgo de impacto, la trayectoria, velocidad, tamaño y composición del objeto para determinar la clase de amenaza que suponen para la Tierra o las misiones espaciales.
  • Si se diera el caso, definir estrategias para minimizar el impacto del objeto, desviar su trayectoria o destruirlo.

La escala de Turín cifra el riesgo de impacto de los asteroides

En el caso de la Agencia Espacial Europea, la ESA utiliza la escala de Turín para clasificar el riesgo de impacto de un asteroide:

  • 0 (Blanco): Sin riesgo de impacto o impacto seguro sin daño.
  • 1 (Verde): Probabilidad extremadamente baja, sin motivo de preocupación.
  • 2-4 (Amarillo): Riesgo bajo, pero digno de atención.
  • 5-7 (Naranja): Amenaza significativa, posible impacto con daños locales o globales.
  • 8-10 (Rojo): Impacto seguro con consecuencias graves o catastróficas.

El asteroide 2024 YR4 tiene ahora mismo una probabilidad de impacto del 1,5%, lo que le da el grado de riesgo 3 en la escala. Sin embargo, los expertos creen que la probabilidad podría reducirse y que lo más seguro es que el 2024 YR4 no suponga ningún riesgo: "La probabilidad de impacto de un asteroide suele aumentar al principio, antes de caer rápidamente a cero después de observaciones adicionales", aseguró Cano.

Sin embargo, el asteroide 2024 YR4 seguirá siendo observado de forma exhaustiva para determinar con exactitud su tamaño, ya que es probable que desparezca de la vista de los expertos hasta 2028. Será en 2032 cuando se pueda descartar totalmente la más mínima posibilidad de impacto.

¿Qué ocurriría si un asteroide se dirigiese a la Tierra?

Aunque imaginar a la Tierra bajo amenaza de un impacto de asteroide es, a día de hoy, un ejercicio de imaginación. Pero como en las películas, hay protocolos y fórmulas preparadas para desviar asteroides en caso de que supongan un riesgo potencial para nuestro planeta.

Aunque siempre se ha teorizado con la posibilidad de bombardear o derribar un asteroide si se acercase a la Tierra, fue en 2022 cuando la NASA puso en práctica la Prueba de Redireccionamiento de un Asteroide Binario (DART, por sus siglas en inglés): un método de defensa planetaria de la NASA en colaboración con otras agencias que consistió en estrellar deliberadamente una sonda contra el asteroide Dimorphos, logrando desviar su trayectoria.

Sin embargo, esto fue solo una prueba a más de 11 millones de kilómetros de la Tierra, pero también una demostración de los métodos de vigilancia, detección y prevención de los que la humanidad dispone y que, en un momento dado, podrían evitar el impacto de un asteroide.