Se conocía un testamento ológrafo, redactado de su puño y letra por Emilia Pardo Bazán (1851-1921) con fecha del día 1 de enero del año 1912. La redacción de tal documento había sido provocada sin duda por un impulso airado, porque la escritora desheredaba a su hijo mayor, Jaime Quiroga y Pardo Bazán , debido «a los gastos crecidos e injustificados realizados por mi hijo durante muchos años, sin mi beneplácito y desoyendo mis reiteradas advertencias maternales». Parecía evidente que un testamento de una intelectual tan brillante, de apenas sesenta años de edad, con consecuencias tan nefastas para su primogénito, no podía ser definitivo. Biógrafos y pardobazanistas, así como los herederos del Condado de Pardo Bazán , teníamos la convicción...
Ver Más