Salió el mismo año que 'Nosferatu' pero fue prohibida en todo el mundo, la increíble precursora del cine satánico y folk horror que puedes ver gratis en streaming
El bautizo de la productora de los directores de ‘El proyecto de la bruja de Blair’ (1999) daba una pista de por dónde iban a ir los tiros de su proyecto “secreto” cuando estaban preparando la forma de sorprender al mundo. Haxan films tiene en su nombre dos pistas de lo que cocinaban: las brujas y el formato de falso documental, ambas adeudan a una seminal película de culto que más de 100 años después permanece como un artefacto fascinante de la época del cine mudo. ‘Häxan’ es una película maldita por la dificultad que hubo para encontrarla durante años, pero hoy tiene una nueva reputación gracias a su accesibilidad, de hecho puede verse gratis en distintas plataformas. En 1922, mientras F.W. Murnau creaba su adaptación no autorizada de ‘Drácula’ destinada a cambiar el cine de terror, el director danés Benjamin Christensen culminaba la que se convertiría en una de las películas más innovadoras y controvertidas de la era muda. ‘Häxan: la brujería a través de los tiempos’, producida por la compañía sueca Svensk Filmindustri, surgió como un insólito híbrido de documental, ensayo visual, terror y cine experimental, aunque aparentemente no dejó una estela tan reconocible como ‘Nosferatu’ en la historia del género. Fue una producción sin precedentes en su época. Tras sortear las restricciones de la censura en Dinamarca en 1919, que desaconsejaba tratar temas oscuros o blasfemos, Christensen consiguió financiación para una ambiciosa producción de tres años, un periodo excepcionalmente largo cuando la mayoría de las películas se rodaban en semanas. Dos años de ese periodo se dedicaron a la pura preproducción, investigando meticulosamente la brujería medieval a través de fuentes eruditas, especialmente el ‘Malleus Maleficarum’, un manual del inquisidor alemán de la década de 1400 que también tendría su propia “adaptación” en ‘Martillo para las brujas' (Witchhammer, 1970), irónicamente influenciada por esta. Su compromiso con la autenticidad se extendió al reparto, para el que eligió deliberadamente a actores no profesionales para hacer de campesinos medievales, incluida una anciana vendedora de flores como “bruja” principal de la asamblea. La producción ostentó el récord de ser la película escandinava más cara jamás realizada, algo que sería hoy imposible para una obra con cámaras de tortura, monjas poseídas y bebés sacrificados. Además, su estructura desafía la narrativa sencilla, el propio director la definía en su momento diciendo “no tiene una historia continua, ni un 'argumento'; quizá podría calificarse mejor como una conferencia de historia cultural en imágenes en movimiento”. Una obra maestra prohibida Estructurada en siete capítulos con distintos enfoques cinematográficos ‘Häxan’ comienza como un seminario donde el propio Christensen, como un profesor, utiliza un puntero para destacar detalles de xilografías e ilustraciones que describen creencias históricas sobre brujería y demonología durante el periodo medieval, y la persecución histórica de las mujeres acusadas de practicarla. Un marco que ya viene cargado de imaginería de horror, humanos hervidos vivos en calderos, demonios que vierten azufre por la garganta de los hombres, incluso una genial representación mecánica a vapor del infierno con diablos animados torturando a víctimas vivas con tridentes. En Espinof Las 29 películas mas incómodas, polémicas y prohibidas de la historia del cine Ese prólogo pronto da paso a recreaciones dramáticas pseudohistóricas de cosas que supuestamente hacían las brujas, visualizaciones de rumores que hacen que parezcan hechos. Una primera fase tiene a lugareños culpando a las mujeres de todos los problemas domésticos, desde las vacas que no dan leche hasta los mortinatos y los incendios domésticos, y los actos de hechicería son plasmados a medida de la imaginación de esa gente. En una escena cortada por la censura, una vieja arranca los dedos de la mano de un ladrón muerto para hacer uno de sus brebajes. Vemos a jóvenes brujas bailar desnudas con el Diablo o volar con escobas, lo que muestra cómo los logros técnicos fueron notables para su época. En lugar de utilizar métodos convencionales, el equipo construyó una enorme maqueta de ciudad sobre un carrusel gigante que contenía más de 250 casas de dos metros de altura, manejadas por veinte hombres. Las brujas, más de 75, se rodaron por separado, con una cámara en movimiento mientras un motor de avión generaba efectos de viento y luego se combinaron con una impresora óptica experimental diseñada específicamente para la película. En otras escenas cocinan bebés en calderos, orinan en cuencos y los lanzan a casas para maldecirlas, o incluso hay momentos eróticos con Satanás. Es el propio Christensen quien interpreta al Diablo en estas escenas, con lo que las jóvenes que besan el culo del Diablo literalmente lo hacen al director, u
El bautizo de la productora de los directores de ‘El proyecto de la bruja de Blair’ (1999) daba una pista de por dónde iban a ir los tiros de su proyecto “secreto” cuando estaban preparando la forma de sorprender al mundo. Haxan films tiene en su nombre dos pistas de lo que cocinaban: las brujas y el formato de falso documental, ambas adeudan a una seminal película de culto que más de 100 años después permanece como un artefacto fascinante de la época del cine mudo. ‘Häxan’ es una película maldita por la dificultad que hubo para encontrarla durante años, pero hoy tiene una nueva reputación gracias a su accesibilidad, de hecho puede verse gratis en distintas plataformas.
En 1922, mientras F.W. Murnau creaba su adaptación no autorizada de ‘Drácula’ destinada a cambiar el cine de terror, el director danés Benjamin Christensen culminaba la que se convertiría en una de las películas más innovadoras y controvertidas de la era muda. ‘Häxan: la brujería a través de los tiempos’, producida por la compañía sueca Svensk Filmindustri, surgió como un insólito híbrido de documental, ensayo visual, terror y cine experimental, aunque aparentemente no dejó una estela tan reconocible como ‘Nosferatu’ en la historia del género.
Fue una producción sin precedentes en su época. Tras sortear las restricciones de la censura en Dinamarca en 1919, que desaconsejaba tratar temas oscuros o blasfemos, Christensen consiguió financiación para una ambiciosa producción de tres años, un periodo excepcionalmente largo cuando la mayoría de las películas se rodaban en semanas. Dos años de ese periodo se dedicaron a la pura preproducción, investigando meticulosamente la brujería medieval a través de fuentes eruditas, especialmente el ‘Malleus Maleficarum’, un manual del inquisidor alemán de la década de 1400 que también tendría su propia “adaptación” en ‘Martillo para las brujas' (Witchhammer, 1970), irónicamente influenciada por esta.
Su compromiso con la autenticidad se extendió al reparto, para el que eligió deliberadamente a actores no profesionales para hacer de campesinos medievales, incluida una anciana vendedora de flores como “bruja” principal de la asamblea. La producción ostentó el récord de ser la película escandinava más cara jamás realizada, algo que sería hoy imposible para una obra con cámaras de tortura, monjas poseídas y bebés sacrificados. Además, su estructura desafía la narrativa sencilla, el propio director la definía en su momento diciendo “no tiene una historia continua, ni un 'argumento'; quizá podría calificarse mejor como una conferencia de historia cultural en imágenes en movimiento”.
Una obra maestra prohibida
Estructurada en siete capítulos con distintos enfoques cinematográficos ‘Häxan’ comienza como un seminario donde el propio Christensen, como un profesor, utiliza un puntero para destacar detalles de xilografías e ilustraciones que describen creencias históricas sobre brujería y demonología durante el periodo medieval, y la persecución histórica de las mujeres acusadas de practicarla. Un marco que ya viene cargado de imaginería de horror, humanos hervidos vivos en calderos, demonios que vierten azufre por la garganta de los hombres, incluso una genial representación mecánica a vapor del infierno con diablos animados torturando a víctimas vivas con tridentes.
Ese prólogo pronto da paso a recreaciones dramáticas pseudohistóricas de cosas que supuestamente hacían las brujas, visualizaciones de rumores que hacen que parezcan hechos. Una primera fase tiene a lugareños culpando a las mujeres de todos los problemas domésticos, desde las vacas que no dan leche hasta los mortinatos y los incendios domésticos, y los actos de hechicería son plasmados a medida de la imaginación de esa gente. En una escena cortada por la censura, una vieja arranca los dedos de la mano de un ladrón muerto para hacer uno de sus brebajes. Vemos a jóvenes brujas bailar desnudas con el Diablo o volar con escobas, lo que muestra cómo los logros técnicos fueron notables para su época. En lugar de utilizar métodos convencionales, el equipo construyó una enorme maqueta de ciudad sobre un carrusel gigante que contenía más de 250 casas de dos metros de altura, manejadas por veinte hombres.
Las brujas, más de 75, se rodaron por separado, con una cámara en movimiento mientras un motor de avión generaba efectos de viento y luego se combinaron con una impresora óptica experimental diseñada específicamente para la película. En otras escenas cocinan bebés en calderos, orinan en cuencos y los lanzan a casas para maldecirlas, o incluso hay momentos eróticos con Satanás. Es el propio Christensen quien interpreta al Diablo en estas escenas, con lo que las jóvenes que besan el culo del Diablo literalmente lo hacen al director, una presencia lasciva y físicamente imponente, burlona, que ha sido recuperada en infinidad de fanzines, carteles o anuncios de música rock.
Comentario visionario sobre la misoginia
Esta aproximación es algo contradictoria, mientras busca desacreditar las creencias sobrenaturales, se deleita con su potencial visual, con aquelarres que parecen reproducciones de pinturas de Goya que no evitan mostrar cuerpos desnudos. Una ambigüedad que se adelanta a tantas películas informativas posteriores como ‘Marihuana’ (1936), que buscaban alertar de los peligros de la droga mostrando todos los momentos más escandalosos de la vida a la que llevaba. Esta inclinación por la explotación es especialmente impactante en su descripción de las torturas y la confesión, con monjes azotados por pensamientos pecaminosos, monjas colocadas sobre cinturones de clavos, o una anciana tendida en el potro.
‘Häxan’ nos muestra los instrumentos usados por los inquisidores, y los contrasta con sus caras grotescas y sebosas en momentos claramente anticlericales. Una de las secuencias más devastadoras sigue a una mujer inocente que es manipulada por la Inquisición para que confiese falsamente haber conjurado la lluvia prometiéndole que podrá volver con su hijo. Estas escenas de tortura, con primeros planos extremos de rostros sufrientes, influirían más tarde en la obra maestra de Carl Theodor Dreyer de 1928 ‘La Pasión de Juana de Arco’ y son una encarnación temprana del “torture porn” cinematográfico posterior.
Su última parte da un controvertido salto a la época contemporánea, intentando establecer paralelismos entre la persecución medieval de brujas y el tratamiento de la salud mental de las mujeres a principios del siglo XX. Aunque las teorías psicológicas se han quedado bastante anticuadas, su crítica a la forma en que la sociedad trata a las mujeres consideradas “desviadas” sigue siendo pertinente y se puede trazar una línea hasta obras más recientes como ‘El baño del diablo’ (2024). Aquí sugiere que la misma mujer que habría sido condenada como bruja en 1488 sería diagnosticada de histeria en 1921, la única “teoría” que podría encajar con los estudios psicológicos del momento.
Superstición contra explotación
El director equipara la brujería con una superstición creada por una mentalidad ignorante, aunque cae en pensamientos misóginos al representarla y no se le ve muy arrepentido de dibujar los actos blasfemos que se condenaban, mostrando también a los inquisidores disfrutando de esos relatos, quizá reconociendo que todos tenemos esa fascinación por la idea de lo fantástico introduciéndose en la realidad. Pero también hay una vocación por lograr estampas ambiciosas de puro cine, más allá de justificar una tesis, por ello hay una explosión de efectos visuales y composiciones de la imagen, que estaban muy adelantados a su tiempo.
Christensen empleó diversas técnicas, como la animación stop-motion que Georges Méliès o Charley Bowers no habían tratado con tanta sofisticación, minuciosos maquillajes y complejos efectos artesanales para crear a sus demonios que atraviesan puertas o monedas que cobran vida. Magníficos decorados, trajes grotescos y momentos como una sonámbula andando como una silueta, crean una atmósfera fantasmagórica que se mueve entre los grabados medievales, el arte y el cine expresionista del momento. Y es que, antes de que el documental se hubiera establecido firmemente como género cinematográfico, ‘Häxan’ ya estaba socavando sus convenciones con su humor escatológico, sátira religiosa y grotescos momentos de horror fantástico.
Por todo ello resulta una anomalía absoluta para su época, con una estructura ambiciosa y un contenido escandaloso que parece sacado de una película vanguardista de los años sesenta. Desde los desnudos o la violencia a esos momentos de “masturbación” implícita tocando instrumentos o batiendo mantequilla, la actitud general no debió escapársele a la censura en el momento de su estreno. Pese a intentar colársela como un respetable tratado histórico audiovisual, el montaje sufrió bastantes recortes, además de ir consiguiendo mala fama que hizo que la prohibieran en muchos territorios por su contenido gráfico y las imágenes blasfemas.
Pionera de muchas ramas del horror
Hay rituales sacrílegos y un impactante momento de parto de los hijos del diablo, seres directamente salidos de un cuadro del Bosco, aunque lo verdaderamente controvertido fueron las secuencias en las que se pisaba la cruz y las brujas besaban el trasero del diablo. Sin embargo, en algunos países lo que realmente rascaba era su visión poco halagadora de la Iglesia católica, desde los monjes autocráticos o las monjas desquiciadas tentadas por el diablo, haciendo gestos obscenos que se adelantaban al nunxploitation de los 60 y 70 por muchas décadas. Como se señala en una crítica de Variety de 1923, ‘Haxän’ fue considerada “absolutamente inadecuada para la exhibición pública” a pesar de sus méritos artísticos.
La influencia de la película se extiende mucho más allá de su época inmediata. Surrealistas literarios y cinematográficos como Luis Buñuel denotan cierta deuda en obras como ‘La edad de Oro’ (1930), que también yuxtapone el documental y la fantasía con notas de anticlericalismo, sin embargo su autor nunca repitió su impacto cuando se trasladó a Hollywood, con su obra vetada por el mismo tipo de grupos cristianos conservadores que darían forma al Código Hays de los años 30 y al Pánico Satánico de los 80. Su reputación creciente como película prohibida ayudó a convertirla en un Santo Grial para fans del género y volvió a quedar perdida hasta 1968.
Se reestrenó en una versión truncada de 76 minutos que resulta incompleta, pero tiene un interés añadido gracias a la narración de William S. Burroughs y una partitura de jazz que ayudaron a presentar la película a nuevos públicos, lo que supone un curioso documento beatnik que ayuda a entender cómo estas producciones malogradas como ‘Freaks’ se acogían como tótems de la contracultura. El enfoque de la película sobre la caza de brujas tuvo su continuidad en ‘Dies irae’ (1943), de nuevo, Dreyer, y se convirtió en una oleada de productos de explotación de finales de los 60 y principios de los 70, de ‘Witchfinder General’ (1968), a 'Las torturas de la inquisición’ (1970), o ‘Akelarre’ (1984), de Pedro Olea.
Un legado inextinguible
Sin embargo, puede que el mayor legado de la película radique en su examen de cómo la sociedad trata a quienes considera diferentes o peligrosos, como meditación sobre la superstición, la persecución y la tendencia a demonizar a las mujeres que puede leerse de forma valida aún hoy. Una rama que vuelve a mezclar mundo de fantasía y represión en diversos ejemplos de cineastas contemporáneos, como Robert Eggers, que en ‘La bruja’ (2015) coloreaba algunas de las reuniones nocturnas, o ‘Gretel & Hansel’ de Oz Perkins, que usaba el cuento original para exponer la misoginia asociada a la persecución de las brujas.
Pero sus hallazgos no acaban aquí, y sí los creadores de ‘El proyecto de la bruja de Blair’ tomaron prestado su nombre, su singular mezcla de técnica documental e imaginería de terror de la película creó una plantilla que sigue dejando huella en el género del found-footage, no tanto por la idea de hacer inseparable ficciones y realidad, sino por la forma en su planteamiento culterano es una excusa para mostrar las escenas de impacto, aunque sí que tiene en su estructura encajonada, en la que los relatos de distintos protagonistas se visualizan como sucesos, una configuración en matrioska muy típica en el formato mockumentary.
Aunque ‘Haxän’ haya estado disponible de forma razonable en la era digital, debido a su entrada en el dominio público, la marea de versiones, montajes, reediciones y cortes ha sido aparatosa y puede que no se haya visto como se debe hasta 2016, cuando el Instituto de Cine completó una restauración digital íntegra y debidamente conservada. Una edición que mantendrá el testimonio de la audacia de una obra visionaria, con ánimo tan didáctico como provocador, que sigue manteniendo su capacidad subversiva, reclamando su puesto real como pionera del cine de horror sobrenatural.
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La noticia
Salió el mismo año que 'Nosferatu' pero fue prohibida en todo el mundo, la increíble precursora del cine satánico y folk horror que puedes ver gratis en streaming
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Jorge Loser
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