Rachas, supersticiones y otras mentiras que nos contamos porque creemos que “ya nos toca”
Desde semáforos en rojo hasta las filas del súper, todos hemos sentido que el universo nos debe un respiro después de una racha de mala suerte. Pero, spoiler: el azar no tiene memoria y tu cerebro te juega malas pasadas. Descubre cómo caemos en la trampa de buscar patrones donde no los hay, qué puedes hacer para evitarlo y cómo convertirte en un maestro de la lógica en tu día a día. Haz clic y ¡sal de Matrix! The post Rachas, supersticiones y otras mentiras que nos contamos porque creemos que “ya nos toca” first appeared on El Arte de Presentar.
Imagina que estás en un casino, rodeado de luces parpadeantes, bajo una música que te da subidón y un croupier que parece salido de una peli de James Bond. El juego es simple: lanza una moneda al aire y apuesta si caerá cara o cruz. Fácil, ¿no?
Ahora las cosas se ponen interesantes. Los últimos seis lanzamientos han sido cara. ¡SEIS! El croupier sonríe y te ofrece una oportunidad de oro: apostar todo tu dinero en el próximo lanzamiento. ¿Qué harías?
- Apuestas por cruz porque ha salido cara tantas veces que ya le tiene que tocar cruz, ¿no?
- No, no, espera. Apuestas por cara porque… ¿y si la moneda está “en racha”?
- Bah, da igual. Apuestas sin preocuparte porque seguro que las probabilidades son las mismas: 50/50.
Si elegiste la opción 1 y pensaste “ya le toca cruz”, felicidades: acabas de ser víctima de la falacia del jugador. Y si elegiste la opción 2, ¡también te equivocaste! Pero no desesperes, no estás solo. La mayoría de las personas caen en esta trampa. Nuestro cerebro ama encontrar patrones incluso donde no los hay, porque, evolutivamente hablando, detectar patrones nos salvaba de problemas (como comer la baya equivocada o no prever la ruta de un depredador).
En este caso, sin embargo, la moneda no tiene memoria. No sabe, ni le importa, que lleva seis caras seguidas. Cada vez que la lanzas, hay un 50% de probabilidades de que salga cara y un 50% de que salga cruz. Punto. Fin del misterio.
¿Por qué nos engañamos tan fácilmente?
Hay algo fascinante (y un poco molesto) en cómo funciona nuestra intuición. He aquí algunas razones por las que nos creemos este cuento:
- El mito del equilibrio: creemos que la naturaleza debe “compensar” los extremos. Si has obtenido seis caras, parece que el universo debería conspirar para “equilibrar la balanza” con una cruz. Pero el universo no tiene departamento de atención al cliente para equilibrar nada. Los sucesos independientes son… independientes.
- Patrones ilusorios: nuestro cerebro es una máquina de buscar patrones, incluso en eventos totalmente aleatorios. Es el mismo fenómeno que nos hace ver formas en las nubes o pensar que el vecino que nos sonríe nos odia (pero no tiene nada que ver con el viento ni con la tapa del contenedor).
- La emoción aplasta a la lógica: cuando hay dinero o emociones en juego, la lógica pasa a segundo plano. Una apuesta parece más emocionante si pensamos que podemos “predecir” lo impredecible.
¿Por qué seguimos creyendo que el universo nos debe una?
Seguro que más de una vez has pensado: “ya me tiene que tocar algo bueno” o “es imposible que esto siga saliendo mal”. Tranquilo, no eres el único. Nuestro cerebro es un experto en hacer apuestas emocionales y caer en la trampa de la falacia del jugador. Aquí tienes seis ejemplos de la vida cotidiana más allá de los juegos de apuestas y loterías que te harán decir: “¡Eso me pasó a mí!”. Y, de paso, entenderás por qué nos cuesta tanto aceptar que el azar no tiene memoria.
El autobús fantasma
Estás esperando el autobús para ir al trabajo. Llevas 20 minutos en la parada y empiezas a pensar: “Ya no puede tardar mucho más, ha pasado demasiado tiempo”. Un taxi pasa y hasta consideras pedir un Uber, pero decides aguantar porque el autobús debe estar cerca.
Pues no. El tiempo que ya has esperado no afecta al momento en que el autobús llegará. Puede que aparezca en un segundo… o en diez minutos más.
La búsqueda del amor en Tinder
Llevas semanas deslizándote a la derecha en Tinder sin encontrar ni una sola coincidencia. Hoy decides que será diferente porque, según tu lógica, “no puede seguir yéndome tan mal, ya tiene que aparecer alguien”.
Va a ser que no. Cada deslizamiento es independiente de los anteriores. No importa cuántas veces hayas fallado, tu próxima posibilidad de coincidencia depende de la misma combinación de factores: tu perfil, el algoritmo y la persona del otro lado.
El examen imposible
Estás haciendo un examen de opción múltiple y llevas cuatro respuestas seguidas que, según tú, son todas la opción C. Te detienes en la quinta pregunta y piensas: “Esto no puede ser otra C, ¡es demasiado improbable!” Cambias tu respuesta a la opción B, aunque crees que es la C.
Mal hecho. Si las preguntas están diseñadas para ser aleatorias, el hecho de que hayas marcado varias respuestas iguales seguidas no afecta en nada la probabilidad de que la siguiente respuesta sea también C.
La fila del supermercado
Has estado un eternidad en la fila equivocada del supermercado: primero la caja se bloqueó, luego un señor no encontraba la tarjeta, luego la cajera se fue justo cuando te tocaba. Ahora cambias de fila y piensas:
“Después de tanta mala suerte, seguro que esta será la fila rápida”.
No necesariamente. Cada fila tiene su propia dinámica y no tiene ninguna relación con tus experiencias previas. La paciencia es la clave, no las probabilidades acumuladas.
Las notificaciones de WhatsApp
Estás esperando un mensaje importante. Revisas tu móvil cada cinco minutos y ves solo spam o memes del grupo familiar. Después de varias revisiones, piensas:
“Ya toca que llegue el mensaje que estoy esperando”.
Pero el universo digital no tiene memoria de tus revisiones. Tu mensaje llegará cuando quien lo manda decida enviarlo, no porque “ya te tocaba”.
Los partidos de tu equipo favorito
Tu equipo ha perdido los últimos cuatro partidos y ahora piensas:
“Seguro que este lo ganan porque ya no pueden perder más”.
Spoiler: no tiene por qué. Cada partido es un evento independiente. Las probabilidades de ganar dependen de factores como la habilidad del equipo, su desempeño actual y las circunstancias del juego, no de la racha de derrotas.
Cómo dejar de caer en la falacia del jugador (y ser más lógico en el día a día)
No te agobies. Caer en la falacia del jugador es completamente normal. Está en nuestra naturaleza buscar patrones y encontrar sentido en el caos, incluso cuando no lo hay. Pero entender este sesgo es el primer paso para evitar que nos arrastre. Aquí tienes algunas pautas concretas para enfrentarte a estas situaciones y salir victorioso con lógica y claridad:
1. Recuerda que “aleatorio significa aleatorio”: en situaciones como el lanzamiento de una moneda, los sorteos o incluso la lluvia, los eventos pasados no influyen en los futuros. Los semáforos no “saben” cuántas veces te detuvieron, ni el cielo está calculando que “ya le toca despejarse” para que salgas a correr. Recuérdalo cada vez que sientas que algo “tiene que pasar”.
2. Haz las paces con la incertidumbre: a nadie le gusta no tener el control, pero en el fondo, la vida está llena de eventos fuera de nuestro alcance. En lugar de luchar contra la incertidumbre, acepta que algunas cosas simplemente son impredecibles. Esto no solo te hará más lógico, sino también menos ansioso.
3. Desconfía de las rachas: las rachas son engañosas porque se sienten reales. Si estás ganando varias veces seguidas en un juego o experimentando una serie de desgracias en la vida cotidiana, detente y recuerda que es probable que sea pura casualidad, no el destino. Las rachas no tienen poder predictivo.
4. Aprende a diferenciar la suerte de la habilidad: en muchas áreas de la vida, como el trabajo, el deporte o los estudios, es fácil atribuir el éxito (o el fracaso) a una supuesta buena (mala) racha. Sin embargo, reconocer qué depende de tu esfuerzo y qué es producto de la suerte te ayudará a tomar mejores decisiones.
5. Evita decisiones impulsivas basadas en emociones: las emociones como la frustración (¡Ya me toca!), la euforia (¡Estoy en racha!) o el miedo (¡Si no hago algo, todo saldrá mal!) nos empujan a tomar decisiones irracionales. Antes de actuar, respira y da un paso atrás.
6. Aprende algo de probabilidades: no necesitas ser un experto en estadística, pero entender conceptos básicos como la independencia de eventos o las probabilidades simples te ayudará a reconocer cuándo estás siendo víctima de un sesgo.
El azar no tiene memoria, pero tú sí tienes lógica
Evitar caer en esta trampa no significa que debas resignarte a la incertidumbre total. Aceptar lo aleatorio te ayuda a concentrarte en lo que sí puedes controlar: tu esfuerzo, tu preparación y tu actitud. Si trabajas en lo que depende de ti y dejas que lo aleatorio siga su curso, no solo serás más lógico, sino también más libre y menos frustrado.
Y ya que estás, comparte este artículo con tus amigos. Quizá les salves de tomar decisiones dudosas, o al menos, los harás dudar de su próxima apuesta. ¡Nos vemos en la próxima racha (de pensamiento crítico)!
DIÁLOGO ABIERTO
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