No puedo dejar de tenerte pegada a mi alma, de sentirte conmigo, en medio de la noche más fría, en un mar profundo y negro, entre los restos de lo que fue tu casa destruida, temblando por tus hijos, implorando lágrimas que ya no te salen, sin odio, sin pena de ti misma, en medio del naufragio que es tu vida, sabiéndote sola, sin ayuda, sin voz. Ya no queda un presente para ti. Ya no tienes nada. Nada importas. Pero yo no puedo dejar atrás tu silencio. Es otro día. La luz de esta mañana era de un azul limpio, hermoso, sereno. El dolor del mundo me llega en esta luz bellísima, entre aquellos a los que amo, en...
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