Los que nunca iban a tener móvil frente a las gafas Orion con realidad aumentada e inteligencia artificial

Gafas conectadas, primero poco a poco y al final de repente.

Ene 26, 2025 - 16:37
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Los que nunca iban a tener móvil frente a las gafas Orion con realidad aumentada e inteligencia artificial

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También en el análisis tecnológico nos movemos por impulsos y modas.

Venimos del entierro del metaverso, de criticar a Zuckerberg y Meta por malgastar decenas de miles de millones en avatares de juguete que no utiliza casi nadie. Estamos en pleno hype de la inteligencia artificial, discutiendo todavía sus posibilidades futuras y sus aplicaciones reales.

Pero al mismo tiempo, tenemos ese runrún creciente sobre las gafas de realidad aumentada de Meta. La aproximación con Rayban empezaba a resultar interesante y esta semana hemos tenido la presentación de Orion, un prototipo no comercial que viene a ser una suerte de demo de la visión de futuro de la compañía.

Os dejo un resumen entusiasta de Roberto Nickson:

A mí me interesan por cómo se relacionan con tres debates recurrentes que tenemos en Error500

La madurez de una tecnología o cómo no llegar diez años antes de estar preparados.

Las actuales Rayban de Meta, que permiten hacer fotos y charlar con su asistente de inteligencia artificial (todavía no en Europa) están cerca de llegar a su momento de “madurez tecnológica”. Es decir, de poder ejecutar algo parecido a lo que la visión inicial plantea.

Como complemento del móvil, la posibilidad de que una IA pueda asistirte en lo que estás viendo y escuchando, gracias a los nuevos modelos multimodales y utilizando un lenguaje natural, es algo que tenemos al alcance de la mano en los próximos meses.

Con la visión más inmersiva o de metaverso, muchas empresas como Meta han acabado cayendo en sostener una visión a la que tecnológicamente le queda al menos una década.

¿Qué tan preparadas están las gafas Orion? Aquí, Meta nos hace un poco de trampa. El prototipo parece funcional y tiene ese efecto “wow”, pero en costes se ha filtrado que está a día de hoy en 10000 dólares la unidad. Por lo tanto, dista mucho de ser tecnológica-económicamente viable. Zuckerberg ha mencionado que quieren llegar al mercado en 3-5 años.

En todo caso, me han interesado las posturas de Javier Lacort, “son el futuro” y de Ben Thompson, “Orion hace que todos los demás dispositivos de realidad virtual o aumentada que he probado parezcan un error, incluido el Apple Vision Pro”.

Esto nos lleva al segundo nivel de debate.

Ave Zuckerberg. O del liderazgo del fundador visionario

Este es el “roadmap” a 10 años que presentó Facebook en 2016. Por aquel entonces todavía no era Meta.

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Para llegar a 2024 con la compañía muy bien posicionada en inteligencia artificial y con el producto más prometedor en hardware de los últimos años presentado, Zuckerberg ha tenido que lidiar con dos frentes.

El primero es el de ejecutar a un altísimo nivel el negocio actual de la publicidad en Facebook o Instagram, manteniendo el crecimiento de usuarios del segundo mientras se detenía el del primero y aumentando los ingresos por usuario a pesar del hachazo de Apple o del regulador en la Unión Europea.

De ahí sale una rentabilidad que le permite a Zuckerberg enfrentar el segundo dilema: gastar 50.000 millones de dólares en investigación sobre realidad virtual y aumentada frente una prensa muy crítica y a unos inversores temerosos. No se trata solo de una relación económica de ingresos presentes para invertir en el futuro; también hay otro nivel estratégico, no querer que el próximo gran interfaz entre usuario y contenidos y servicios lo controle otro. En el caso de iPhone, Meta ha visto como las medidas “pro privacidad” de Apple le costaban una fortuna en ingresos por la pérdida de eficiencia publicitaria.

Sin la credibilidad del fundador-caudillo-visionario creo que estarían consiguiendo mantener esta travesía del desierto. Pienso en el caso de Intel y cómo perdió el salto al móvil frente ARM, Qualcomm y Apple y en cómo está sucediendo lo mismo en inteligencia artificial con NVidia.

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Gafas conectadas, primero poco a poco y al final de repente

En el último episodio de monos comento que por fin Mark Zuckerberg se pone conmigo de acuerdo en algo esencial: es un error plantear las gafas como el dispositivo que va a sustituir el móvil en los próximos años.

Zuckerberg afirma que las gafas inteligentes podrían convertirse en “la siguiente gran plataforma computacional”, pero aclara que eso no significa que vayan a sustituir directamente a la anterior, en este caso el teléfono móvil. Lo razonable es que las gafas puedan ir capturando casos de uso, reduciendo la necesidad de sacar el teléfono del bolsillo, que seguiríamos llevando.

Es algo similar a lo sucedido con el móvil y el ordenador personal. Si al principio el teléfono se utilizaba para llamadas y mensajería, 20 años después lo usamos para editar fotografías, consumir contenidos, gestionar cuentas bancarias o invertir, crear documentos y un sinfín de otros casos de uso que antes eran exclusivos del PC.

Me autocito:

El punto con las Rayban conectadas es que son un complemento del telefóno móvil y, no aspirando a sustituirlo, pueden lograr que lo usemos menos. De repente vas haciendo alguna foto o vídeo sin sacarlo del bolsillo. En otra ocasión, algo que habrías consultado con varios pasos en el teléfono, las gafas de lo responden de inmediato. Poco a poco pueden ayudar en construir el nuevo hábito de no mirar tanto una pantalla.

Queda, en todo caso, un debate adicional sobre la aceptación social. En los nuevos hábitos que nos proponen ¡tan difíciles de adoptar y aceptar! tenemos la idea de más conexión y más atención a pantallas.

Es cierto que no aislándote de la realidad como en las Visión Pro de Apple, que creo que está leyendo muy mal nuestro momento para con la tecnología, pero las Orion tienen un punto de “nunca desconectar” de lo virtual, de esa otra idea de metaverso.

Si cuando aparecieron las Google Glass debatíamos sobre la fascinación tecnológica y la repugnancia social que nos provocaban, con Orion nos encontramos en otro estadio diferente. Cuánto aceptaremos que en cada momento nos apunten con una cámara, por mucho que avise cuando esté grabando con un piloto; cómo escudriñaremos que la persona con la que hablamos no nos esté prestando atención porque tiene superpuesto en sus gafas un contenido que le interese más; cómo de alienados nos sentiremos incapaces de escapar del hackeo de nuestro ciclo de dopamina que han conseguido las plataformas de contenidos actuales.

También tengo edad para recordar como gran parte de la sociedad rechazaba la idea de tener teléfono móvil, ¡cómo voy a permitir estar localizable todo el día!. Ese cambio de percepción y de hábitos sucedió en una generación como decía el novelista, primero poco a poco y luego de repente. Muy pocos nuevos hábitos consiguen cruzar este camino del rechazo a la aceptación. Mi sospecha autoinducida es que las gafas con inteligencia artificial pueden ser uno de ellos.

Eso sí, lo mantengo con cierto desacuerdo con Zuck, no veo a las gafas como “la siguiente gran plataforma”, sino como uno de los interfaces más interesantes para relacionarnos con la inteligencia artificial de manera que ésta sea la intermediaria entre nosotros y el mundo digital. Tendremos otros intentos con la misma visión en disputa.

Algo que tengo que reconocer que están haciendo bien a la hora de invitarnos a la adopción es conseguir sus gafas no queden ligadas a Scoble en la ducha. Ahí empezó a morir el sueño de las Google Glass.

Repugnancia y fascinación con Google Glass