La guerra infinita es un libro que aborda la siguiente perplejidad: si casi todos nos consideramos pacíficos, si la cooperación entre humanos ha sido tan fructífera y las guerras tan costosas (individual y colectivamente) ¿por qué siguen siendo tan frecuentes los enfrentamientos grupales violentos y las guerras? Sus autores (el psiquiatra Tobeña y el periodista Carrasco) buscan las bases psicobiológicas de la violencia intergrupal, utilizando cientos de estudios. La primera conclusión que se saca de su (muy recomendable) lectura es que el ser humano tiene una tendencia natural a identificarse con un grupo. Esto tiene un fundamento evolutivo, que ya intuyó Darwin: si un grupo tiene un mayor número de personas leales y valientes dispuestas a defenderse y socorrerse mutuamente, prevalecerá sobre los demás. Y hoy sabemos que tiene una base biológica, pues los estudios prueban que las reacciones neuronales son distintas cuando nos relacionamos con alguien del grupo o con un extraño a él. Otra evidencia científica es que la identificación grupal se produce no solo cuando hay diferencias reales (familia, etnia, idioma) sino por cualquier elemento arbitrario. Los experimentos muestran que las personas crean una identidad grupal aunque el criterio para separar los grupos haya sido tan banal como preferir un […]