Estas tumbas de mujeres 'guerreras' podrían cambiar todo lo que creíamos saber sobre los roles del pasado
En la década de 1980, una confusa colección de artefactos vio la luz en una tumba del siglo X en Hungría: un arco, una punta de flecha... y joyas. Los primeros estudios sugirieron que la persona de la tumba era probablemente un varón. Pero un nuevo análisis del esqueleto ha revelado que en realidad se trataba de una mujer.La revelación da una nueva perspectiva al debate sobre las mujeres como...
En la década de 1980, una confusa colección de artefactos vio la luz en una tumba del siglo X en Hungría: un arco, una punta de flecha... y joyas. Los primeros estudios sugirieron que la persona de la tumba era probablemente un varón. Pero un nuevo análisis del esqueleto ha revelado que en realidad se trataba de una mujer.
La revelación da una nueva perspectiva al debate sobre las mujeres como antiguas guerreras. Los investigadores se cuidan de no sugerir que la mujer llevara el arco en la guerra, en lugar de para cazar, por ejemplo, o para defenderse cuando pastoreaba el ganado. Pero no descartan la posibilidad de que su sociedad la considerara una "guerrera" (los expertos señalan que la idea de que sólo los hombres podían ser guerreros está sesgada por las ideas modernas).
"Es tentador referirse a ella como una guerrera, pero hemos optado por dejar la cuestión abierta", explica el bioarqueólogo Balázs Tihanyi, de la universidad húngara de Szeged, coautor del nuevo estudio publicado en PLOS One. Señala que los arqueros a caballo eran cruciales en la guerra húngara de la época, y si la mujer era una hábil arquera y amazona, podría haber participado en batallas. Por otra parte, los arcos también se utilizaban para cazar, y muchas mujeres húngaras de la época, especialmente de la cultura seminómada magiar, llevaban arcos para defenderse y proteger al ganado, afirma.
En la última década se ha producido una avalancha de identificaciones erróneas de este tipo, como el descubrimiento de una joven enterrada con puntas de proyectil de piedra hace unos 9000 años en Perú; una mujer enterrada con una espada y un escudo hace unos 2000 años en las islas Scilly de Gran Bretaña; una persona posiblemente no binaria enterrada con una espada en Finlandia hace 1000 años; y la tumba guerrera de una mujer vikinga en Suecia.
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¿Qué había en el enterramiento húngaro?
Los arqueólogos descubrieron por primera vez el antiguo cementerio en Hungría a mediados de la década de 1980, cerca del pueblo de Sárrétudvari, a unos 160 kilómetros al este de Budapest. Los agricultores querían urbanizar el terreno, así que los arqueólogos llevaron a cabo minuciosas excavaciones para documentarlo mientras pudieran. Se encontraron más de 260 tumbas, que datan desde la Edad de Bronce hasta la época de la conquista magiar de la región de la cuenca de los Cárpatos, en los siglos IX y X.
Como muchas de las tumbas de hombres del cementerio de la misma época, la tumba número 63 contenía pruebas de tiro con arco: una punta de flecha, trozos de una aljaba de hierro y la sección central de un arco de asta (las puntas del arco eran de madera y se han podrido). Pero también contenía joyas típicas de las tumbas de mujeres del yacimiento, como botones, abalorios y un anillo para sujetarse el pelo largo.
Los restos de las excavaciones acabaron almacenados en la Universidad de Szeged, donde Tihanyi y sus colegas los han estudiado durante los últimos años. El primer paso para intentar identificar el sexo de un esqueleto antiguo suele ser fijarse en la forma de sus huesos y en los enseres que se llevaron a la tumba. La secuenciación del ADN y el análisis genómico también pueden indicar a los investigadores si el individuo tenía cromosomas X o Y.
Los investigadores examinaron la pelvis y el cráneo, así como el ADN recuperado de un diente, un hueso del oído interno y un fragmento de hueso de la parte superior del brazo izquierdo. Todas estas aproximaciones identificaron a la persona como mujer, afirma Tihanyi. Además, las lesiones cicatrizadas, el desgaste de las articulaciones y los indicios de osteoporosis (una enfermedad que debilita los huesos) sugerían que la mujer había sido físicamente activa durante su vida, pero que era de mediana edad o anciana cuando murió.
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Los enterramientos de otras mujeres de la región contienen a menudo restos de armas, como puntas de flecha. Pero "estos objetos no suelen interpretarse como armas, sino como amuletos con un significado simbólico o supersticioso", afirma Tihanyi. Las armas, los objetos y el estilo de la tumba 63 coinciden con las armas encontradas en las tumbas masculinas del cementerio. Sin embargo, "determinar si este individuo era un 'guerrero' es una cuestión más compleja que sigue abierta al debate, debido a la falta de pruebas definitivas", afirma.
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¿Su arco se utilizaba para cazar o para la guerra?
Se han encontrado armas de caza en las tumbas de varias mujeres prehistóricas, lo que sugiere que la caza era una tarea importante para las mujeres en muchas sociedades antiguas. La antropóloga biológica Cara Wall-Scheffler, de la Universidad del Pacífico de Seattle (en Estados Unidos), que ha revisado estudios sobre mujeres cazadoras prehistóricas, afirma que el estilo y la tecnología de dichas armas pueden servir para distinguirlas, así como las lesiones anteriores y el desgaste de las actividades físicas conservadas en los esqueletos. Pero "creo que la gente tiene que ser capaz de moverse entre distintos tipos de tareas para sobrevivir", afirma; de modo que alguien que se dedicaba principalmente a la caza puede haber luchado también en batallas.
La historiadora británica Bettany Hughes, experta en mujeres que podrían haber sido guerreras, dice que ha visto pruebas en la región del Cáucaso, entre los mares Negro y Caspio, incluidos muchos esqueletos de mujeres prehistóricas con heridas curadas que sólo podrían haber recibido en batalla. Algunas también mostraban signos de haber montado a caballo con frecuencia y de haber disparado cientos de flechas, muchas más de las que habrían necesitado para cazar.
Hughes señala que las mujeres de las zonas más montañosas de la región recuerdan cómo sus bisabuelas les contaban historias sobre cómo se cubrían la cara para ser confundidas con hombres durante las batallas en las tierras bajas. "Podríamos pensar que estas historias son leyendas, pero es algo que está en la memoria viva de algunos de esos pueblos", afirma Hughes.
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Una líder vikinga
Mientras que la función de las armas sigue siendo ambigua en enterramientos como el de Hungría, ahora no hay duda sobre el enterramiento vikingo de Birka, en Suecia: la mujer fue enterrada al estilo de una guerrera líder, con espadas, puntas de flecha, una lanza y dos caballos sacrificados. Su tumba también contenía una bolsa con piezas de juego y un tablero de juego, lo que sugiere el estudio de la estrategia por parte de una líder militar.
La arqueóloga Charlotte Hedenstierna-Jonson, de la universidad sueca de Uppsala, que ha analizado la tumba, afirma que el elaborado enterramiento demuestra que la mujer era miembro de la élite de su comunidad. "No creo que el género sea tan importante. Hoy le damos importancia, pero creo que la característica principal de esta persona es que era una guerrera", afirma.
Es probable que la mayoría de las mujeres vikingas no fueran guerreras, por lo que esta mujer pudo haber heredado el papel: "Creo que procedía de una familia de la que se esperaba que tuviera esta posición [como líder guerrera] y por alguna razón ella era la única de la familia que podía mantener esa posición", afirma Hedenstierna-Jonson. No obstante, señala que la costumbre habitual en los enterramientos vikingos era la cremación, que destruye todo el ADN, por lo que otros guerreros vikingos considerados hombres también podrían haber sido mujeres.
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Análisis de dientes
Incluso cuando hay ADN presente, puede ser demasiado antiguo y estar demasiado degradado para proporcionar a la comunidad científica información sobre el sexo. Una de las razones por las que en los últimos años han aparecido tantas tumbas de "guerreros" mal identificadas puede ser la disponibilidad para los arqueólogos, en los últimos 10 años aproximadamente, de una prueba de sexo basada en el esmalte de los dientes humanos, que contiene versiones ligeramente diferentes de las proteínas amelogenina dependiendo de si una persona es hombre o mujer. En lugar de basarse únicamente en el análisis del ADN para determinar el sexo de los restos humanos, los arqueólogos pueden ahora analizar el esmalte dental en busca de las proteínas reveladoras, incluso cuando el ADN está demasiado degradado para ser útil.
"La estimación del sexo mediante la amelogenina ha cambiado las reglas del juego a la hora de responder a preguntas sobre el sexo y el género en el pasado", afirma el arqueólogo Randy Haas, de la Universidad de Wyoming (EE. UU.), que utilizó esta técnica para determinar el sexo de la persona enterrada en Perú. Los dientes pueden sobrevivir incluso cuando otros huesos se han desgastado, dice, y las proteínas del esmalte dental pueden durar mucho más que el ADN; el análisis de la amelogenina es también menos costoso que el del ADN.
La arqueóloga Anna Wessman, de la universidad noruega de Bergen, que ha estudiado la tumba vikinga femenina de Birka (Suecia), afirma que esta técnica ha revitalizado el estudio de los numerosos restos humanos que actualmente se guardan en los museos. "Este tipo de estudios también añaden matices a las ideas, a menudo binarias, que tenemos sobre los roles de género en las sociedades prehistóricas", afirma.
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Un desafío a la historia
El arqueólogo Simon Mays, de la universidad británica de Southampton, que dirigió las excavaciones en las islas Scilly, sostiene que es lógico aceptar que la mujer enterrada con un arco en la tumba de Hungría pudiera haber sido una guerrera. "La inclusión de armas parece ser habitual aquí en los enterramientos masculinos, y parece indicar un papel marcial; así que creo que deberíamos aceptarlo también para ella", afirma.
La violencia era omnipresente en las sociedades prehistóricas, afirma Mays y, aunque las mujeres rara vez parecen haber participado en partidas de asalto, "se defenderán a sí mismas y a sus familias si eran atacadas, con cualquier cosa que tengan a mano". Sospecha que varias mujeres enterradas con armas fueron asumidas posteriormente como hombres, y que las nuevas técnicas para determinar el sexo, como el análisis de amelogenina, podrían revelar muchas más. "No me importaría apostar a que, si se hiciera esto, aparecerían unas cuantas guerreras más".
Los descubrimientos de este tipo de mujeres ya han puesto en tela de juicio los estereotipos y las suposiciones históricas de que sólo los hombres luchaban en la guerra, e incluso podrían estar empezando a cambiar la percepción de la historia.
La antropóloga Marin Pilloud, de la Universidad de Nevada Reno (EE. UU.), que ha estudiado los restos prehistóricos de mujeres cazadoras, ve una mayor apertura a la idea de que algunas mujeres, al menos, eran de hecho guerreras. "Creo que los arqueólogos empiezan a reconocer que no podemos interpretar el pasado basándonos en cómo percibimos el presente", afirma.