Un joven visita un piso y el vendedor utiliza toda su artillería comercial para vendérselo. Solidez de estructuras, ventanas de doble vidrio que preservan del frío y el calor, luz solar en todas las dependencias, amplia cocina… La casa a la que uno deseará siempre volver, embrión enladrillado de la familia feliz que ese joven querrá formar. La palabrería del vendedor, que finge atender llamadas al móvil de otros interesados en comprar ese piso, cesa cuando el cliente pide entrar al lavabo. A partir de ese momento, una densa oscuridad se cierne sobre el joven. Una grieta en la pared nos habla de un pasado traumático y convoca personajes fantasmales de una infancia de maltratos… La luminosa escena del optimismo...
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