Descubren el primer escorpión que rocía veneno en Sudamérica

En un hallazgo revolucionario, un biólogo de la Universidad de Harvard descubrió la primera especie de escorpión sudamericano capaz de rociar su veneno. Hasta ahora, esta habilidad solo se había observado en dos géneros de escorpiones originarios de África y Norteamérica. Tityus achilles, la nueva especie identificada en la región selvática de Magdalena, en el […]

Feb 2, 2025 - 15:53
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Descubren el primer escorpión que rocía veneno en Sudamérica

En un hallazgo revolucionario, un biólogo de la Universidad de Harvard descubrió la primera especie de escorpión sudamericano capaz de rociar su veneno. Hasta ahora, esta habilidad solo se había observado en dos géneros de escorpiones originarios de África y Norteamérica.

Tityus achilles, la nueva especie identificada en la región selvática de Magdalena, en el departamento de Cundinamarca, Colombia, desafía nuestra comprensión sobre las estrategias de defensa en los arácnidos.

 

Además, la investigación, publicada en diciembre de 2024 en el Zoological Journal of the Linnean Society, sugiere que muchos escorpiones podrían poseer la capacidad de pulverizar veneno, aunque pocos la emplean regularmente.

Un mecanismo de defensa sofisticado

Los escorpiones utilizan su veneno para cazar y defenderse de depredadores. Generalmente, lo inyectan mediante su aguijón, pero Tityus achilles también es capaz de rociarlo, permitiéndole disuadir amenazas sin contacto directo.

Este método, conocido como toxungenia, se ha observado en otras especies como las cobras escupidoras y ciertos moluscos. Sin embargo, el hallazgo de este comportamiento en un escorpión sudamericano plantea nuevas preguntas sobre la evolución de las estrategias defensivas en los arácnidos.

T. achilles (izquierda) y otra especie colombiana T. Atreus icarus (derecha) sobre luz UV
Crédito: Léo Laborieux/Zoological Journal of the Linnean Society

Una estrategia precisa

El estudio reveló que esta especie de escorpión rocía su veneno con un patrón dirigido, sugiriendo que apunta a los ojos y la nariz de sus depredadores vertebrados. Al aplicar esta técnica, minimiza el riesgo de contraataques, aunque el veneno disperso es menos letal que el inyectado directamente.

El investigador Léo Laborieux, autor del estudio, probó esta habilidad sujetando escorpiones juveniles con una popote y registrando sus reacciones. En total, documentó 46 expulsiones de veneno que alcanzaron distancias de hasta 36 cm.

Experimento de T. achilles con popote
Crédito: Léo Laborieux/Zoological Journal of the Linnean Society

Algunas fueron descargas rápidas en forma de gotas, mientras que otras resultaron en spays sostenidos. Curiosamente, la mayoría de las secreciones eran transparentes, indicando la liberación de pre-veneno, una versión más débil que el veneno real.

“La pulverización de veneno es una estrategia inherentemente costosa. Es probable que exista una presión de selección muy intensa que haga que este comportamiento sea más ventajoso que desventajoso. Tiene que estar ocurriendo algo con los depredadores en el entorno.”, señaló Léo Laborieux, autor del estudio.

El entorno del Tityus achilles

El Tityus achilles habita en la región montañosa de la selva de Magdalena, un ecosistema de alta biodiversidad con condiciones de humedad y temperatura ideales para diversas especies de arácnidos e insectos. Al mismo tiempo, esta selva alberga una gran cantidad de depredadores naturales, lo que podría haber influido en la evolución de esta estrategia defensiva poco común.

La flora y fauna de la región incluyen anfibios venenosos, reptiles y aves cazadoras especializadas, lo que refuerza la hipótesis de que el Tityus achilles desarrolló su capacidad de rocial veneno como una respuesta a la fuerte presión de depredación.

Selva Magdalena en Colombia
Crédito: Pinterest

Implicaciones evolutivas y ecológicas

De acuerdo con las investigaciones, la capacidad de rociar veneno sugiere una intensa presión evolutiva que favorece esta estrategia de defensa. Laborieux señala que es probable que los depredadores de T. achilles tengan alta sensibilidad ocular o nasal, haciendo que una dosis de toxinas en el rostro sea suficiente para disuadirlos.

Este descubrimiento abre nuevas líneas de investigación sobre la adaptación y evolución de los escorpiones, y podría tener aplicaciones en la bioquímica de venenos y la conservación de especies.