Cuando se intentó prohibir la minifalda por decreto

Este ensayo repasa el camino de la represión —y la doble moral— que España tomó durante el franquismo. Una dictadura eminentemente patriarcal que entreveró dos conceptos que en principio no deberían tener nada que ver: pecado y delito. En este making of Manuel Espín desvela los motivos que le llevaron a escribir Sexo en el... Leer más La entrada Cuando se intentó prohibir la minifalda por decreto aparece primero en Zenda.

Feb 2, 2025 - 16:03
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Cuando se intentó prohibir la minifalda por decreto

Este ensayo repasa el camino de la represión —y la doble moral— que España tomó durante el franquismo. Una dictadura eminentemente patriarcal que entreveró dos conceptos que en principio no deberían tener nada que ver: pecado y delito.

En este making of Manuel Espín desvela los motivos que le llevaron a escribir Sexo en el franquismo (Almuzara).

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Hay una situación que jamás ha sido explotada por el cine, el teatro o la comedia televisiva española —¿o habría que hablar mejor de drama?—: la de las parejas divorciadas en la zona republicana que tras el final de la guerra civil podían volver a estar casadas con su anterior cónyuge a petición de este, una vez prohibidos y anulados los divorcios.

En la posguerra el Estado concedió a la Iglesia católica, una Iglesia en su mayor parte integrista, el control y la interpretación sobre la moralidad pública, en un proceso que se extiende hasta los cambios impulsados por el Vaticano II, dando lugar a un hecho como la confusión entre pecado y delito/falta, y un rigorismo sobre la fiscalización moral que fue más allá del mero ejercicio de la práctica religiosa y se extendía a la totalidad de la población. Ocurría en los años 50 con las decisiones de los llamados Congresos de la Moralidad en Playas y Piscinas, trasladadas al Ministerio de la Gobernación para su cumplimiento, con escenas tan insólitas como las de las playas donde se multaba por el uso del bikini, o la expulsión de extranjeros y la detención de nacionales por el «delito» de tomar el sol sin ropa en una recóndita cala.

"Autores como Cela, Darío Fernández Flórez, Álvaro de la Iglesia o Vizcaíno Casas tuvieron una enorme acogida en el mercado sobre este tema, tratado en buena medida bajo un perfil de tipismo o costumbrismo"

La casuística de situaciones relacionadas con la vida cotidiana y la sexualidad es infinita, y su impacto en la vida pública y privada decisiva. Esa abundancia de escenas podría haber llevado a la hora de afrontar un libro a una acumulación de casuísticas jocosas o pícaras. Sin embargo, ese ha sido precisamente el puerto en el que se ha intentado no recalar: el recurso al sainete, la ironía estratosférica sobre un tiempo pasado, el vivido por nuestros padres y abuelos. Porque para muchas personas la interpretación rigorista sobre la moralidad sexual llegó a convertirse en un trauma a lo largo de su existencia, y un factor condicionante de sus años vividos.

En el libro hay una base de documentos y de investigación sobre diferentes temáticas: mujer y prostitución, homosexualidad, lesbianismo, las madres solteras, las «queridas», los modelos familiares, la educación sexual (o su demanda), el miedo al cuerpo, la moralidad entendida como centímetros de piel, la masculinidad y virilidad, la censura, la doble moral, la represión y el destape… a la vez que breves testimonios sobre una época (por ejemplo el del pintor-escultor Antonio López en torno a la representación del desnudo en su época de estudiante), bajo un enmarque que trata de distanciarse de las referencias de la época de la Transición hoy totalmente superadas. Todo con un apunte de ficción, sketch, cortometraje o breve narración al principio de cada capítulo.

"Causan perplejidad documentos de posguerra donde se atribuyen al onanismo los peores males desde el punto de vista físico o moral, en los que se rechaza cualquier tipo de placer sexual por parte de las mujeres"

Citemos un ejemplo: la prostitución. Tiempo atrás autores como Cela, Darío Fernández Flórez, Álvaro de la Iglesia o Vizcaíno Casas tuvieron una enorme acogida en el mercado sobre este tema, tratado en buena medida bajo un perfil de tipismo o costumbrismo, algo que hoy podría parecer inadmisible, por cuanto más allá del ejercicio de la libertad sexual hay mujeres explotadas que se ven obligadas a esa actuación por razones sociales o económicas.

Causan perplejidad documentos de posguerra donde se atribuyen al onanismo los peores males desde el punto de vista físico o moral (frente a la opinión del papa Francisco de 2019 donde afirma que en principio no hay por qué considerarlo pecado), en los que se rechaza cualquier tipo de placer sexual por parte de las mujeres (al haber renunciado tras su matrimonio), se abomina de las madres solteras (en la actualidad en España, como en las sociedades occidentales, la mitad de los nacimientos corresponden a parejas no casadas), o se impone un concepto de «masculinidad» frente a los referentes de la época de posguerra, donde no existía más que uno hegemónico de «virilidad», como la que llevó en 1944 a prohibir los boys por considerarlos «nada viriles» y decretar su reemplazo por coristas femeninas.

Era la época de la vocación teocrática de prelados como el cardenal Segura, desde Sevilla opuesto de forma radical al baile, que consideró «inmoral, pornográfica y pecaminosa» una película como Gilda o la comedia La blanca doble, el «con Arias-Salgado todo tapado» de los 50, donde los escotes y los hombros al aire fueron severamente vigilados, y lo que sucede a partir de 1962 con el «con Fraga hasta la braga» tratando de hacer una actualización cosmética que sin embargo se encontró con la incomprensión, pese al Concilio, de algún prelado que pidió al ministro de Información la prohibición de la minifalda por «inmoral».

"Hubiera parecido un contrasentido la utilización de una ilustración puramente sexual cuando precisamente de lo que más se habla en él es de la gratuita lectura en clave erótica provocada por la represión"

En último extremo hay una propuesta de debate teórico hacia el lector: una parte importante de la disidencia a partir de finales de los 60 no fue influida directamente por los partidos y sindicatos de la oposición, sino por la percepción de las diferencias en cuanto a los estilos de vida de la sociedad española y la de la mayoría de las occidentales, en términos como la inexistencia de divorcio, la presencia de formas de censura vinculadas a contenidos relacionados con la sexualidad, pese a los cambios producidos en España a partir de los 60.

Una de las mayores dudas a la hora de la concepción gráfica del libro ha tenido que ver con la imagen de la portada. Hubiera parecido un contrasentido la utilización de una ilustración puramente sexual cuando precisamente de lo que más se habla en él es de la gratuita lectura en clave erótica provocada por la represión, o la interpretación sobre contenidos que en su origen carecieron de esa connotación. Finalmente, Daniel Valdivieso (editor) pensó en los famosos rombos televisivos de otra época como idea-base, con las dudas sobre los potenciales jóvenes lectores a quien pueda interesarles este contenido, aunque en su momento la serie Cuéntame divulgó dicha referencia del pasado.

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Autor: Manuel Espín. Título: Sexo en el franquismo. Editorial: Almuzara. Venta: Todos tus libros.

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