Científicos indios están salvando a una rara ave haciendo que se aparee con maniquíes
Con su pico delgado, sus patas enjutas y su suave plumaje crema y negro, Arambh, de casi tres meses, podría parecer el típico polluelo de avutarda india. Pero Arambh, cuyo nombre significa "comienzo" en hindi, es un ave especial: ha sido la primera de su especie en nacer por inseminación artificial, como parte de una campaña urgente de una década para salvar esta especie en peligro crítico.Estos...
Con su pico delgado, sus patas enjutas y su suave plumaje crema y negro, Arambh, de casi tres meses, podría parecer el típico polluelo de avutarda india. Pero Arambh, cuyo nombre significa "comienzo" en hindi, es un ave especial: ha sido la primera de su especie en nacer por inseminación artificial, como parte de una campaña urgente de una década para salvar esta especie en peligro crítico.
Estos pájaros de 1,2 metros, antaño comunes en los pastizales y matorrales semiáridos del subcontinente indio, lucen una distintiva corona negra y grandes alas de color marrón arena. La avutarda india, cuyos machos alcanzan la impresionante cifra de 11 kilos, fue en su día una de las principales candidatas a ave nacional de la India, pero perdió ante el pavo real común.
Sin embargo, debido a décadas de caza, electrocución por tendidos eléctricos, caza furtiva de huevos y pérdida de hábitat, las avutardas indias han disminuido un 82% en 47 años, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Cuando la UICN declaró la especie en peligro crítico en 2011, con menos de 250 ejemplares, el grupo pidió una "aceleración urgente de las acciones de conservación específicas" antes de que fuera demasiado tarde.
En respuesta, el Gobierno del estado de Rajastán puso en marcha en 2013 el Proyecto Avutarda India, que ha aumentado el número de ejemplares a unos 195 en la última década. Unos 150 viven en libertad, la mayoría en el desierto de Thar, al noroeste de la India- y 45 están alojados en centros de cría de Rajastán, entre ellos la madre y el padre de Arambh, Toni y Suda, cuyo bebé Arambh nació en octubre de 2024.
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"Nuestras estrategias iniciales de recuperación consistían en recoger los huevos silvestres e incubarlos en incubadoras (...) para establecer una población fundadora de la especie que se reprodujera en cautividad", ya fuera de forma natural o mediante inseminación artificial, explica Sutirtha Dutta, científico jefe del Instituto de Vida Silvestre de la India, la agencia gubernamental que lleva a cabo el plan de conservación.
Según Dutta, la tasa de éxito de la eclosión en cautividad es del 95%, con una población fundadora viable de 25 hembras y 20 machos. Los científicos esperan poder liberar en algún momento a sus crías en la naturaleza.
"El reciente éxito de la IA nos ha proporcionado una herramienta reproductiva adicional, no sólo para producir más polluelos, sino también para aumentar su diversidad genética mediante la selección de individuos de distinto parentesco", afirma.
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Hembras artificiales
La tecnología de inseminación artificial se utiliza para aumentar las poblaciones de muchas especies amenazadas, entre ellas la avutarda hubara de los Emiratos Árabes Unidos. El Fondo Internacional para la Conservación de la Hubara de Abu Dhabi, que ha criado un gran número de avutardas hubaras, imparte formación especializada en inseminación artificial al equipo del Proyecto Gran Avutarda India.
La técnica, sin embargo, plantea un reto: cómo conseguir que el macho libere su semen. Transportar a un macho de un centro de cría a otro y colocarlo en un recinto con una hembra sería estresante e impediría que realizara sus habituales exhibiciones de cortejo, explica Tushna Karkaria, científica y veterinaria del proyecto sobre avutardas.
Una solución prometedora consiste en entrenar a los machos para que se apareen con un maniquí de madera, que se asemeja a una avutarda hembra de 33 centímetros de alto, en cuclillas y acolchada con espuma y tela. Cuando un macho empieza a mostrar comportamientos reproductores, se le pone delante del maniquí, cuyo cuello es flexible y se mueve como el de una hembra en respuesta a los picotazos de la avutarda macho.
El padre de Arambh, Suda, "empezó a jugar con él uno o dos días después de que se lo presentaran y poco a poco empezó a picotearle la cabeza como señal de comportamiento de apareamiento", dice la entrenadora Nikhila Purohit, asociada principal del proyecto, que añade que hay nueve avutardas macho en entrenamiento para aparearse con maniquíes.
"Cuando finalmente monta el maniquí, colocamos rápidamente una placa de Petri cerca de su cloaca para recoger el semen", explica Purohit. A continuación, el esperma se insemina artificialmente en una hembra cautiva considerada genéticamente distinta.
"Esta técnica es especialmente eficaz para evitar la endogamia dentro de la pequeña población" de los centros de cría en cautividad, afirma Asad Rahmani, ornitólogo y ex director de la Sociedad de Historia Natural de Bombay que no participa en el proyecto.
Las instalaciones de crioconservación para almacenar el semen también podrían ser beneficiosas, afirma, ya que permiten a los científicos más flexibilidad para fecundar a las hembras cuando están más receptivas.
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Esperanzas renovadas
El éxito de la inseminación artificial (y de la técnica del maniquí) depende en gran medida de la capacidad de las aves para seguir las instrucciones de sus entrenadores humanos.
Por eso los adiestradores dejan que las aves se identifiquen con ellos desde que nacen, animándolas a jugar y a iniciar el contacto, lo que crea un estrecho vínculo.
"Aprenden a aceptarnos como sus madres y como parte de su especie, y así siguen nuestras órdenes", explica Anjali Nagar, asociada principal del proyecto que cría a los polluelos desde que se abrieron los centros de cría en cautividad en 2019.
En cambio, los polluelos destinados a volver a la naturaleza no recibirán impronta: se les colocará en grandes pajareras al aire libre con persianas que les impidan ver a la gente. Entre los tres y los seis meses de edad, las crías serán marcadas con radiotrazadores y liberadas en su hábitat natural de Rajastán.
Para promover la supervivencia de las aves, el Departamento Forestal de Rajastán está restaurando su hábitat en el Parque Nacional del Desierto y en el campo de tiro militar de Pokhran, explica Ashish Vyas, conservador adjunto del departamento forestal. Dentro de estas zonas, el departamento ha reservado casi 180 kilómetros cuadrados de praderas protegidas, algunas de las cuales están valladas para mantener alejados a perros asilvestrados, cerdos u otros depredadores que podrían alimentarse de avutardas o de sus huevos.
"Ahora tenemos esperanzas renovadas de recuperar esta especie emblemática del borde de la extinción", afirma Vyas.