Así se convirtió India en el gran laboratorio de la identificación biométrica

Año 2010. Pharsua vive en un pequeño pueblo del noreste de la India. El gobierno está desplegando un descomunal sistema censal, que pasa por escanear el iris de los 1,2 millones de ciudadanos, tomar sus huellas y otros rasgos de identificación biométrica, asignados a un QR con un número de 12 cifras. Pharsua es el […]

Feb 2, 2025 - 16:16
 0
Así se convirtió India en el gran laboratorio de la identificación biométrica
Anil Jain, uno de los padres de la biometría | FBBVA

Año 2010. Pharsua vive en un pequeño pueblo del noreste de la India. El gobierno está desplegando un descomunal sistema censal, que pasa por escanear el iris de los 1,2 millones de ciudadanos, tomar sus huellas y otros rasgos de identificación biométrica, asignados a un QR con un número de 12 cifras. Pharsua es el más voluntarioso de su comunidad que, en general, desconfía del invento pese a que es la garantía para acceder a los servicios sociales más básicos.

Él se saca su particular DNI biométrico, quedando fichado, QR y número mediante. Sin embargo, al poco, el sacerdote del pueblo predice que la cifra asignada no le traerá más que mala suerte. Así que viaja para intentar cambiarlo. Es imposible. Ese código es como un tatuaje imborrable que le acompañará de por vida. Dígitos en la nube y rasgos biológicos son ya todo uno para la IA que gobierna los centros de datos de la administración india.

Este es el argumento de la película Aadhaar (Suman Ghosh, 2019). Aunque Pharsua no existe, este no es un relato de ciencia-ficción. Aadhaar es el nombre del sistema de identificación biométrica más grande del mundo, que empezó a desarrollarse en 2009, en un país donde no había DNI y sí muchas necesidades.

Nació con el objetivo de mejorar la eficiencia en la distribución de servicios, subsidios y préstamos. La India es un país con cartilla de racionamiento, entre otras cosas. Y el fraude era largamente conocido.

Tras el equipo técnico que ingenió semejante despliegue está el padre de la identificación biométrica: Anil Jain. Acaba de otorgársele el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en TIC.

Anil Jain, el inventor de la identificación biométrica moderna

Explica el profesor Jain que “para determinar quién es una persona, lo mejor es utilizar las medidas corporales, como la cara, las huellas dactilares o incluso la forma de caminar. Mi contribución ha consistido en desarrollar métodos para reconocer estos patrones de manera precisa y eficiente para cientos de millones de personas”.

Jain –nacido en Basti, India– tenía un reto importante en la cabeza: la infancia. Qué hacer con los programas de vacunación y sanidad en un país tan masivo y desigual. “Los niños no tenían ningún documento de identificación”, muchos ni se inscribían tras el nacimiento, recuerda. A nivel biométrico, las máquinas iban a encontrarse con problemas.

Aadhaar cumple 15 años como el más sofisticado sistema de identificación por huella, iris y rostro jamás desplegado por un estado.

“Los niños crecen muy rápido, son difíciles de diferenciar [para una máquina] sólo por el rostro”. Así que, lo primero que hizo Jain fue probar si –como se intuía– las huellas dactilares son únicas. Y si una máquina puede detectar sutilísimas diferencias que el ojo humano o los sistemas antiguos de cotejo policial, no.

Combinados con otros parámetros de identificación biométrica e IA, el resultado es que, efectivamente, un ciudadano puede reducirse a un número, que es la mejor manera en que pueden trabajar las máquinas, cuando se trata de necesidades humanas. Pero no un simple número.

Aadhaar no es exactamente un DNI, pero ese QR y código numérico, con teclearlo, permite desde acceder a los ahorros a tramitar la asignación de alimentos. Por ahora, no funciona al modo en que un simple escáner de iris permite a alguien pagar algo o acceder a un recinto. Pero podría perfectamente.

En esto sí que se ha convertido en un laboratorio que miran con atención empresas y gobiernos del resto del planeta.

Tu ID, en tus manos (y en las del fabricante de tu móvil)


En 2013, Apple lanzó su primer teléfono móvil con una nueva función llamada Touch ID. Ahora, prácticamente en cualquier modelo bastaba con poner el dedo en el botón de inicio para desbloquear el teléfono. Desde entonces, el uso de la biometría con fines de seguridad ha aumentado rápidamente, saltando de las películas policiacas al mundo doméstico.

Las huellas dactilares tienen algo llamado puntos de minucias. Es en lo que se basa el cotejo de imágenes que vemos desfilar en escenas típicas de CSI. Jain está tras el llamado procesado FPGA, que aceleró la comparación de puntos de minucias en los noventa. De aquellas investigaciones, usos más cotidianos –como el del móvil– pero también sofisticados, en la era de la IA. El FBI le encargó un método con el que, con la imagen del tatuaje de un sospechoso se pudiera en tiempo real cotejar con otros tatus propios de una banda concreta de ladrones o traficantes, por ejemplo.

Un búnker de datos muy tentador para los criminales

Explica Guillaume Dandurand (Institut National de la Recherche Scientifique de Canadá) que, si bien Aadhaar tiene el potencial de aumentar la transparencia, también introduce nuevas dinámicas de poder y control. Es cierto que ha conseguido atajar el problema de la falsificación de cartillas de racionamiento. Pero “la narrativa de panacea contra la corrupción simplifica excesivamente problemas complejos y puede desviar la atención de reformas estructurales necesarias” en el país. Hay quien ha tenido problemas para ser escaneado.

Kathryn Henne ha analizado también el sistema de identificación biométrica de Aadhaard, pero con una visión más neutral de la tecnología en sí. Y critica las agendas políticas que harán uso de ella. “La Ley Aadhaar de 2016 permite esta práctica, ya que una “entidad solicitante” (cualquier “agencia o persona” dispuesta a pagar la tarifa requerida) puede pedir información demográfica relacionada con la identidad de una persona, siempre que no sean los identificación biométrica [no pueden vender tu iris].

Del otro lado, el propio Jain reconoce que es esencial bunkerizar esos datos tan sensibles. “Primero, el propio ciudadano tiene que dar su consentimiento (en la película de Suman Ghosh, los habitantes del pueblo se niegan). Hay que dejarles claro cómo y para qué se van a usar esos datos. Que no se van a compartir con nadie más. Y luego, almacenarlos de forma cifrada“.

Dandurand cree que “la centralización de datos convierte a Aadhaar en un objetivo atractivo para ciberataques“. De hecho, ya han ocurrido. Y semejante atlas poblacional podría ser combustible para entrenar a inteligencias artificiales con fines legítimos o no.

Jain cree que el objetivo es utilizar la inteligencia artificial de manera responsable, “es una herramienta de empoderamiento para la humanidad”, pero evitando que se convierta en un sistema gigantesco de acumulación de datos sin propósito. La clave: el desarrollo adecuado de “leyes de privacidad como la europea”. Defiende el papel sin vuelta atrás de la biometría, frente a algo igualmente vulnerable como una contraseña o una tarjeta física. Nadie te puede robar tu iris. ¿O sí?

▣ EN CONTEXTO

Protección de datos prohíbe temporalmente que Worldcoin siga recopilando iris en España