Han tenido que pasar más de ocho años, para ver de nuevo en las librerías una novela de Alessandro Baricco, del que con solo nombrar algunas de sus obras literarias como su exitosa
Seda,
Homero, Ilíada,
Océano mar o
Novecento, reconocemos a un escritor con estilo propio y una manera inteligente y profunda de entender la literatura. Pues bien, en sus propuestas por viajar en el tiempo al pasado, con
Abel, título del libro que aquí reseño, el autor regresa a los Estados Unidos del siglo XIX, después de hacerlo en su anterior novela inédita en España y titulada
Smith & Wesson, para localizar la trama a lo largo del periplo vital de un joven sheriff en el lejano territorio fronterizo del lejano oeste estadounidense.
A lo largo de algo más de ciento cincuenta páginas, Baricco ahonda con sequedad y con un cierto influjo filosófico, sobre la vida y la existencia, en aquellos salvajes y desordenados lugares donde nació, creció y falleció, de un personaje que perfectamente podría llevar el nombre y los apellidos de algunos conocidos, solitarios y malcarados pistoleros del Far West. Mostrando en sus páginas a lo largo de cortos capítulos, pequeñas pero profundas escenas de la vida de Abel, Baricco desnuda sin cortesías, el entorno en el que se mueve y sobrevive el protagonista. Desde el primer capítulo, directo, seco y adornado con cierto aura mística, en el que un joven Abel, acompañado de su padre y su hermano, observa la escena en donde el horizonte se escapa a la mirada. La presencia apabullante de un rifle y el disparo que acontece, presenta la premisa en la que se asienta el viaje que va a conllevar el rotundo recorrido de la novela. La vida del muchacho va y viene según avanzan los capítulos, presentando al lector a los miembros de su heterogénea y peculiar familia. Especialmente, llama la atención la figura de la madre, un personaje peculiar que aparece y desaparece en la vida de Abel, pero que aporta un peso vinculante, tan aparatoso como primordial, hasta el final de su vida. Sin duda, su larga sombra, que carga con una relación extraña y casi antinatural con su hijos, marca el destino de toda la familia.
Pero hay mucho más en esta novela tan aparentemente corta pero inmensa en su contenido. La relación con los nativos americanos también forma parte de la narración, en esa compleja y violenta convivencia con el hombre blanco, donde el desconocimiento de sus costumbres, el profundo e inseparable racismo o el peligro a morir y las consecuencias de sus expediciones guerreras, asoman también en la narración, con algunas escenas memorables. Además, Baricco no olvida incluir en su novela una amante para su protagonista, una prostituta que visita con asiduidad la cama de Abel, siempre como si fuera la última vez, por causa de sus tiroteos y enfrentamientos como sheriff, en una relación que lo muestra ante el lector en plena desnudez, no solo física sino también psicológica. Como si aquella mujer llamada Hallelujah, fuese un agarradero vital y un confesionario de quien se juega la vida al dos por tres. También llama la atención la aparición de un hombre al que llaman el Maestro, un hombre que aporta un completo apartado filosófico en el que ahonda sobre el sentido de la vida y del que Abel toma cierto aprendizaje, sobre aquello que se encuentra en su deambular por el oeste, bañado de tanta sangre, tanto barro, tanto semen y tanta muerte.
Todo ello y todos ellos, forman parte de los cimientos que completan y acompañan la peligrosa vida de Abel. Un hombre rápido y certero en el disparo. Un hombre que en el momento de apretar el gatillo paraliza el tiempo, un tiempo visualizado por su mente previamente a disparar, focalizando dónde y cómo dirigirá la bala de su revolver sobre el cuerpo de su víctima. Pero su destino viene marcado por un pasado que ni siquiera le permite retirarse y colgar su cartuchera. Tras años de sobrellevar una existencia, siempre enfrentada a hombres que se creían más rápidos que él, la sombra de su madre regresará a su vida y la de sus hermanos, para consolidar un final más o menos previsible, en un ámbito lleno de horizontes inabarcables, personajes solitarios y conversaciones profundas. Baricco nos muestra en esta novela, su visión, casi metafísica y filosófica, de la existencia del joven marcado por su destino. Las escenas descritas y los diálogos plasmados, en definitiva, se presentan con cierta fluidez y agilidad, acompañándose de un contundente peso literario mediante el que pretende interiorizar en el alma del pistolero, incapaz de escapar a un pasado marcado por el entorno salvaje, sórdido y violento del lejano oeste americano. Y el poso que deja esta rotunda historia, es largo y duradero, por lo menos así lo ha sido en mi caso. Una joya más del escritor italiano a la que merece acercarse, sin duda.
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Alessandro Baricco. Abel, traducción de Xavier González Rovira. Ediciones Anagrama, 2024, 176 páginas.