Las causas de la muerte de la metodología Agile

Forbes México.
Las causas de la muerte de la metodología Agile

En 2001, se publicó un documento muy interesante que llamó la atención a empresarios, ejecutivos, académicos y estudiantes: El Manifiesto Agile que fue propuesto por un grupo de programadores de software que buscaban una dinámica más fluida, rápida y flexibe para operar los negocios. Todas estas ideas que cautivaron en aquel momento, que despertaron tanta curiosidad y generaron vanguardia, hoy han recibido sentencia de muerte. ¿Qué sucedió? Estas propuestas que parecían verdades universales no pasaron la prueba del tiempo, falló un análisis crítico y es necesario entender las causas de su declive y relevancia en el presente.

La metodología Agile, tan celebrada para el desarrollo de y la gestión de proyectos, ha visto cómo su brillo se desvanece. En su momento, constituyó una alternativa ya que fue una respuesta a los enfoques tradicionales de gestión de proyectos que de tanto analizar, perdían oportunidad. Eran los tiempos en los que la frase: “análisis= paralisis” se puso de moda. Agile prometía flexibilidad, rapidez y una mayor colaboración. Sin embargo, Agile se llevó al extremo de encarrilar a la falla en el análisis y lo enfrentó críticas sustanciales, crecientes y a desafíos que cuestionan su relevancia y efectividad en el mundo empresarial actual. 

No todo estuvo mal. En sus orígenes se buscaba combatir la lentitud y pesadez de empresas que no reaccionaban con la velocidad requerida a los desafíos por los procesos burocráticos. En esa condición, los principios fundamentales de Agile sonaban muy atractivos:

• Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas
• Software funcionando sobre documentación extensiva
• Colaboración con el cliente sobre negociación de contratos
• Respuesta ante el cambio sobre seguir un plan

En realidad, estos principios buscaban humanizar el proceso de desarrollo de software y hacerlo más receptivo a las necesidades cambiantes de los clientes y del mercado. Esta propuesta legítima, contribuyó al auge de la metodología. Durante la primera década del siglo XXI, Agile se adoptó rápidamente en todo el mundo. Las empresas estaban ansiosas por dejar atrás los enfoques rígidos y burocráticos del desarrollo de software y acogieron con entusiasmo esta nueva metodología. 

Scrum, una de las variantes más populares de Agile, que se basa en una colección de buenas prácticas para trabajar en forma colaborativa, se convirtió en el estándar de facto en muchas organizaciones. Equipos multifuncionales, sprints y reuniones diarias de pie se convirtieron en la norma, prometiendo entregar valor de manera más rápida y eficiente. No obstante, a medida que más empresas adoptaron Agile, comenzaron a surgir problemas. Entre los más destacados:

• Malentendidos y mala implementación: Muchas organizaciones adoptaron Agile superficialmente sin entender sus principios fundamentales. Esto llevó a implementaciones defectuosas y a la frustración de los equipos.
• Escalabilidad: A medida que las empresas crecían, se hacía evidente que Agile no siempre escalaba bien. La coordinación entre múltiples equipos y proyectos grandes a menudo resultaba caótica y desorganizada.
• Presión y agotamiento: La naturaleza iterativa y la necesidad de entregas constantes llevaron a muchos equipos a enfrentar una presión incesante, resultando en agotamiento y disminución de la moral.
• Desviación de los principios originales: Con el tiempo, Agile se convirtió en una palabra de moda y muchas empresas comenzaron a usar el término sin adherirse verdaderamente a los principios del Manifiesto Agile.

La debacle de Agile se dio a medida que estos problemas se acumulaban, pro lo que muchas empresas comenzaron a buscar alternativas. Fueron muchas las regresaron a enfoques más tradicionales, mientras que otras adoptaron nuevas metodologías como la creciente adopción de herramientas automatizadas y la inteligencia artificial ha cambiado la dinámica del desarrollo de software, haciendo algunas de las prácticas Agile menos relevantes.

Hay quienes piensan que a pesar de los desafíos y las críticas, es muy pronto para declarar la muerte de Agile. Lo cierto es que  muchas de las prácticas y principios de Agile han sido absorbidos por otras metodologías y enfoques. En lugar de ser una metodología única y definida, Agile ha pasado a formar parte del conjunto de herramientas que los equipos pueden utilizar según sus necesidades específicas. 

La verdadera lección es que no existe una solución única para todos los problemas, y la adaptabilidad sigue siendo clave. La metodología Agile, aunque ya no es la la joya preciosa que una vez se creyó, sigue teniendo a muchos fanáticos en la gestión de proyectos. Ellos sostienen que su declive no es tanto una muerte como una transformación, una evolución hacia enfoques más híbridos y adaptativos. 

Las empresas y sus ejecutivos han de comprender y aplicar los principios fundamentales de Agile, sin aferrarse rígidamente a sus prácticas ya que ellos seguirán encontrando valor en su flexibilidad y capacidad de respuesta. Si esto es así, si la verdadera agilidad radica en la capacidad de adaptarse y evolucionar, y en ese sentido, Agile sigue muy vivo.

La reflexión relevante alrededor de la declaración —cada vez más repetida—de la muerte de Agile, es que no podemos prescindir del análisis estratégico. Me temo que en la aplicación de la metodología, muchos se fueron al otro extremo. Es cierto, el exceso de análisis puede generar parálisis. Pero, la falta de un análisis a conciencia lleva al caos. Esta sí es una verdad universal que perdura en el tiempo.

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Cecilia Durán Mena